Isabel Louro, sentido y sensibilidad

Isabel Louro es de esas gallegas que son fruto espléndido de nuestra tierra. En ella nació, se educó y se preparó concienzudamente para formarse como notario, y en ella ejerce su profesión hace ya casi veinte años, durante los cuales ha ocupado despachos, visitado domicilios, hospitales y residencias, ha recorrido incansable calles y corredoiras y ha ayudado a resolver problemas a infinidad de gentes en la sucesión de sus destinos por la geografía rural y urbana de Galicia, en Guitiriz, en Ribadavia, en Redondela y en Ourense, donde continúa en la actualidad.

Inteligencia, sensibilidad, coherencia, empatía o perseverancia. Términos todos ellos aplicables a Isabel pero, en cierto modo, insuficientes si no fuera porque ella los aglutina en algo que escuchamos con mas frecuencia en ciertos ambitos docentes o empresariales: Inteligencia Emocional.

Isabel la posee y desarrolla, y es por ello por lo que su capacidad de trabajo pasa por un crecimiento personal y profesional que implica y arrastra consigo a quienes la rodean. Sabe escuchar y, por supuesto, configura su criterio y expresa sus opiniones cuando es necesario de un modo tranquilo y equilibrado. La reflexión, en ella, no sólo no esta reñida con la pasión, sino que posee la rara cualidad de convertirlas en inseparables por complementarias, para actuar de un modo intenso y sereno a la vez. Y todo ello con naturalidad, tal vez por ser mujer, o tal vez no...

Lo cierto es que a una sólida formación y a su ya dilatada experiencia profesional añade, sin dudar, una sonrisa tranquilizadora, propia de quien sabe -de modo experimental o intuitivo- que todo pensamiento, actuación o resolución es siempre mas valioso y eficaz cuando aparece bien atado con lazos de esa empatía que ella atesora y derrocha a un tiempo.

Isabel no es mujer de cuotas, ni falta que le hace. Como cualquier persona inteligente, piensa que el mérito y el esfuerzo no son patrimonio de ningún sexo, raza, color o elemento químico, y por ello sabe que el hecho de que los notarios de Galicia la hayamos elegido como nuestra Decana no es en absoluto sorprendente. Porque la excepcionalidad no es en ella una contingencia, sino una característica personal.