Un Milanello en Pozuelo
La escuela madrileña del Milan rastrea el vivero español en busca de jóvenes talentos
El chiflido procedente de un silbato da la orden inicial. Uno a uno, los 25 niños que forman parte de la sesión saltan al campo en fila india, uniformados todos ellos con camisetas a franjas rojas y negras. Todos menos dos. De inmediato, resuena un celular: “¿Cómo es que no llevan la equipación? Por favor, que se la pongan ahora mismo”, se oye; “es una cuestión de imagen”. Sobre el césped, un conjunto de conos, picas de plástico, balones y porterías de reducidas dimensiones, dispuestas de forma estratégica, marcan las directrices. Como telón de fondo, un cartel con un mayúsculo escudo del Milan. “Son las exigencias del club. Así ganan disciplina y exprimen los entrenamientos. Si no trabajáramos así, esto no funcionaría”, justifica Jaime Monroy, director técnico deportivo de la escuela que instaló la entidad rossonera hace un mes en Pozuelo de Alarcón, en La Finca, una de las zonas más exclusivas de Madrid.
Inmerso en un farragoso proceso de transición marcado por la carestía económica, las telarañas en las arcas y la fuga de sus principales estrellas, el Milan ha puesto la lupa hoy día en su vivero con más esperanzas que nunca. “Es más rentable crear los jugadores y ayudarles a llegar arriba que comprarlos por 60 millones”, argumentan desde la escuela, todavía un proyecto en fase embrionaria con niveles de formación meramente lúdicos e instructivos, pero que aspira a expandir sus tentáculos y obtener resultados a partir del próximo mes de enero, cuando entrará en ebullición su sistema de alto rendimiento. Es decir, aquel cuyo objetivo consistirá en captar los mayores talentos de la Comunidad de Madrid. “De momento observamos las ligas escolares de Boadilla, de Majadahonda, de Pozuelo... Pero el plan es muy ambicioso. El departamento de scouting [rastreo] está llevando a cabo un estudio para traer gente de calidad al club”, concede Monroy, un joven preparador portugués que anteriormente ya había trabajado en las categorías inferiores del Boavista y el Oporto.
Los alumnos de mayor destreza viajarán y se ejercitarán en verano en el prestigioso centro del club italiano
Ahora, junto a otros técnicos seleccionados y formados por el Milan, supervisa y moldea una academia en la que ingresaron de inicio 80 niños, pero que ahora ya cuenta con 140 jóvenes de entre tres y 18 años. Algunos de ellos, hijos de futbolistas del Real Madrid. Un jugador del equipo blanco, precisamente, no pierde detalle desde la banda de las evoluciones de su pequeño durante la sesión. “El fútbol base hoy día lo es todo. Eso sí, ha cambiado. También se ha globalizado”, puntualiza Monroy; “el Milan trabaja sus futuros jugadores en Italia, pero también en sus escuelas extranjeras: en España, en México, en Portugal, en Argelia... Un jugador portugués, español o inglés puede adaptarse perfectamente al fútbol italiano. La internacionalización de las canteras es una tendencia que crece entre todos los clubes del mundo y debemos saber explotarlo. El Barça, por ejemplo, ha sabido hacerlo muy bien. Nosotros estamos en ello”.
Tras posar para la foto coral, los chiquillos recitan nombres como los de Pato, Bojan o Robinho. Después se disponen rápidamente en diferentes grupos. “El Milan nos marca una metodología muy estricta. Los jugadores trabajan de acuerdo a sus posiciones y los ejercicios se adaptan a las situaciones reales de partido”, detallan los preparadores. Posteriormente, la escuela envía los informes y las grabaciones de los entrenamientos, los partidos y los chicos al club, el segundo más laureado de Europa con siete cetros de la Champions en las vitrinas de San Siro. “Hay que aprovechar al máximo la hora y media de entrenamiento. Por ejemplo, antes se utilizaban las filas para los ejercicios, pero ahora los jugadores no pueden estar parados en ningún momento. ¿Calentamiento? Cómo vean que los ponemos a correr, así, sin más, nos matan. Nuestra misión es aportarles soluciones sobre el césped y hacerles pensar”, detalla Monroy, entre cuyos ayudantes se encuentra algún expreparador de las divisiones inferiores del Madrid. “En España hay talento, por eso se busca aquí”, apostilla uno de ellos, Jorge Varea.
Un futbolista español puede adaptarse sin problemas al ‘Calcio”
A final de año, la escuela organizará una serie de torneos en los que participarán los alumnos de mayor destreza. Aquellos que destaquen tendrán la oportunidad de viajar a Milanello, el prestigioso centro de entrenamientos del club lombardo, uno de los más sofisticados del planeta, para ejercitarse junto a futbolistas reclutados en otros países. Allí podrán ver a Adrià Carmona, un extremo que abandonó hace dos años La Masia para formar parte del primavera –filial– del Milan y ahora aspira a colarse en el primer equipo. “Es su premio y un sueño para nosotros. Poder ver dentro de unos años que los niños que has tenido llegan arriba… No tiene precio. Eso acredita nuestro trabajo”, remacha el director técnico de la escuela madrileña. Del Milanello de Pozuelo.
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