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La piqueta amenaza la última joya de la Vilagarcía aristocrática

Movilización vecinal para salvar un edificio catalogado

Casa Deza, ubicada en al calle Vista Alegre de Vilagarcía, en una imagen cedida por la asociación de defensa del patrimonio.
Casa Deza, ubicada en al calle Vista Alegre de Vilagarcía, en una imagen cedida por la asociación de defensa del patrimonio.

Desde los años setenta, Vilagarcía ha ido perdiendo edificios históricos exponencialmente y solo quedan en pie unos pocos ejemplos de su etapa más singular como centro turístico, impulsado sobre todo desde principios del siglo pasado por las esporádicas visitas de los borbones. Una etapa que imprimió carácter en la ciudad cuando la isla de Cortegada fue cedida al rey Alfonso XIII para construir su residencia de veraneo, tal vez la mayor operación de propaganda que se fraguó nunca en la comarca pero que se desvaneció con el tiempo. Ahora, la última joya de la Vilagarcía aristocrática también está amenazada por la piqueta.

En diciembre de 2009, el derribo de unos bancos centenarios que formaban parte del mobiliario de los jardines que presiden el edificio consistorial colmó la paciencia de un grupo de ciudadanos que se rebelaron contra el Ayuntamiento hasta el punto de provocar la fulminante dimisión del concejal de Urbanismo. Los vecinos indignados crearon la Asociación pola Defensa do Patrimonio de Vilagarcía, que ya cuenta con un centenar de socios. “Los edificios emblemáticos han sido pasto de la piqueta porque ha primado la especulación por encima de todo”, explica su presidente, Juan Carlos Porto. “Todo ello con la anuencia y autorización de corporaciones nefastas que no han sabido entender que el patrimonio de una ciudad no es un trasto viejo que puede tirarse al desván”.

Porto culpa a los políticos que permitieron un disparate tras otro, afeando todo el entorno como el edificio que se levantó en la manzana que ocupaba el singular Casino de Vilagarcía. “Esto solo ha ocurrido aquí, mientras otros pueblos como Vilanova o Cambados han sabido gestionar mucho mejor su patrimonio histórico”, afirma. “Viendo los desmanes que se han hecho impunemente, decidimos vigilar en extremo cualquier actuación que, por parte de particulares o por el propio Ayuntamiento, destruya la poca historia que queda. Pelearemos hasta recurrir incluso a los tribunales, si fuera necesario”, advierte el presidente.

Hace pocas semanas, la directiva fue informada de que los herederos de la desaparecida Banca Deza pretenden derribar un antiguo edificio en la calle Vista Alegre para construir en el solar, por lo que han iniciado gestiones para obtener la consiguiente autorización en el Ayuntamiento. En octubre pasado, el vicepresidente de la asociación vecinal, Manuel Morales, solicitó información a Patrimonio de la Xunta para saber si el inmueble está protegido.

En un escrito del 6 de noviembre, la Consellería de Cultura contestó que la Casa Deza está incluida en el inventario del patrimonio cultural de Galicia “con el grado de protección de bien inventariado”, por lo que no se puede derribar. El edificio catalogado, según la Xunta, se identifica además en una ficha del plan general del año 2000.

“El expolio se ha efectuado porque el político de turno carecía de la más mínima sensibilidad, y así se han autorizado verdaderos disparates ante la apatía de los vilagarcianos”, lamenta Porto, “estamos intentando hacernos con el fichero municipal de bienes catalogados porque nos servirá para defender mejor lo poco que queda”.

Los políticos todavía buscan soluciones para evitar que se repitan las catastróficas riadas provocadas por el desbordamiento del río Con, en noviembre de 2006. Coincidieron varios factores: los incendios que asolaron Galicia aquel verano, un urbanismo descontrolado que fue cerrando el cauce natural del río sobre terrenos ganados al mar, y precipitaciones extraordinarias.

Una de las soluciones que Augas de Galicia contempla es el traslado del puente de Vista Alegre, que forma parte del conjunto histórico-artístico de la ciudad. Una obra de enormes proporciones a la que se opone la Asociación pola Defensa do Patrimonio, que ha amenazado con convocar un referéndum para que sea el pueblo el que decida.

“Hemos forzado al alcalde [Tomás Fole] a declarar públicamente que el puente no se toca y creemos que no se hará. Hay otras alternativas que, incomprensiblemente, no quiere acometer Augas de Galicia”, dice Juan Carlos Porto. “Se acometen otras obras como la de recuperar el ferrocarril hasta el puerto, otro disparate, y no se ha pensado aún en hacer túneles para que el río desagüe y no se vuelva a desbordar”, critica el presidente.

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