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El liquidador sin escrúpulos

Angel de Cabo amasó una fortuna comprando empresas en apuros y deshaciéndose de ellas. Ahora está detenido por alzamiento de bienes y blanqueo

Ferran Bono
Angel de Cabo, en una imagen oficial.
Angel de Cabo, en una imagen oficial.

Cuentan de Angel de Cabo que cuando vio la película Pretty woman, quiso emular al personaje interpretado por Richard Gere, que se dedicaba a la compra de empresas con serias dificultades económicas para venderlas. Sea o no una leyenda urbana más en torno a este personaje, del que se dice que empezó siendo fontanero, Cabo saltó a la primeras páginas de los medios de comunicación nacionales al comprar Nueva Rumasa y Marsans. Pero en la Comunidad Valenciana, donde ha desarrollado buena parte de su trayectoria empresarial (pero no sólo), ya se le conocía por su forma de actuar ante empresas a punto de quebrar. Se comprometía a asumir la deuda a cambio de tomar el control. “Y luego declaraba el concurso de acreedores. Cuando el juez y los administradores concursales tomaban las riendas, la empresa ya era inviable. Sus activos se han esfumado, la liquidación es la única salida y los acreedores se quedan sin cobrar”, explica el periodista especializado en el mundo de la empresa Joaquín Clemente. A tenor de su fastuoso chalet en El Bosque (Chiva), jalonado por enormes cabezas de Buda e incluso por un cocodrilo decorativo de tamaño natural, y de sus lujosos coches de marca, al empresario no le han ido nada mal. Ha actuado como un liquidador sin escrúpulos, menos que el personaje (al fin y al cabo de cuento de hadas) que encarnaba Richard Gere.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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