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Apoyo contra la desesperación

Cruz Roja crea en Castellón un taller para combatir el abatimiento por no encontrar trabajo

Asistentes al taller organizado por la Cruz Roja en Castellón para ayudar a personas en paro.
Asistentes al taller organizado por la Cruz Roja en Castellón para ayudar a personas en paro.ÀNGEL SÁNCHEZ

Daniela lleva cinco años en paro. Dejó de trabajar justo cuando la crisis golpeó el sector de la construcción, en el que trabajaba. Desde entonces busca empleo sin conseguirlo. “Con mi edad (más de 40 años) y el poco trabajo que hay, lo veo difícil, ya no sé qué hacer”, dice. Las deudas la han obligado a refinanciar la hipoteca hasta en dos ocasiones. Lo único positivo para ella es que su novio, después de tres años en paro, ha encontrado trabajo. Un golpe de suerte, dice.

El caso de Daniela —cinco años buscando empleo sin lograrlo— es cada vez más común. Y en Castellón especialmente, puesto que la provincia pasó del pleno empleo a liderar el aumento del paro durante estos años.

Desde la organización provincial de Cruz Roja se han dado cuenta de que el desánimo que invade a las personas en estas situaciones es una gran barrera que hace muy difícil que la superen solos. “Con la crisis estamos viendo que el camino en la búsqueda de empleo está siendo muy largo y esto afecta mucho a la parte personal”, explica Gemma Puerta, responsable de empleo de la organización. Puerta apunta que constataron que tenían que dar ayuda más allá de las herramientas de búsqueda de empleo básicas como aprender a elaborar un buen currículum. “Fue entonces cuando decidimos abordar la motivación que necesitan para afrontar un proceso de búsqueda que está siendo muy largo”, destaca.

“Nosotros no les podemos ofrecer un trabajo pero les acompañamos en otro proceso para reforzarles a nivel personal y que puedan encontrar la fuerza que necesitan para el día a día”, afirma Javier Pérez, el voluntario que se encarga de impartir los talleres para ofrecer esta ayuda personal. Cruz Roja se lanzó con este proyecto en mayo y desde entonces ya ha atendido a más de 200 personas. “Antes teníamos un puesto de atención psicológica que atendía casos muy concretos, pero tuvimos que prescindir de él por falta de financiación y creamos este taller en el que, por primera vez, damos esta atención a todos los que llegan al programa de empleo”, apunta Gemma Puerta. El programa se extiende a nivel nacional (ya se ha atendido a unas 3.400 personas), pero, según explica, en Castellón se trabaja más la parte emocional de no encontrar trabajo.

“No podemos dar trabajo, pero sí ayudar a encontrar fuerza”, dice la Cruz Roja

Como cada jueves, Javier acoge a un nuevo grupo. En este caso, 12 mujeres con problemas para hallar empleo y con cargas añadidas. Para sacarles la motivación que necesitan hay que afrontar los miedos primero. “Vamos a identificar los mensajes negativos que nos frenan a la hora de buscar empleo y que son como un tumor que nos tenemos que quitar de encima”, dice Javier.

El ejercicio despierta inquietud. “Yo no tengo mensajes negativos, soy una mujer feliz”, se apresura a decir Daniela. Será la primera en romper en lágrimas porque la dureza del ejercicio les hace tomar consciencia plena de las cargas personales que aguantan y que les impiden avanzar. Es así como el grupo conoce que María Victoria es cubano-italiana y se vino a España hace un año y dos meses para trabajar y mandar dinero a su madre, de 87 años, y todavía no ha podido hacerlo. “Nunca me tenía que haber ido de mi casa”, dice. Que Andrea llegó a dormir en la calle pero ahora respira porque al menos sus hijos están bien y no tiene que mantenerles como sí otras de sus compañeras que asisten al taller. “Tengo que buscar trabajo para llevarles comida, ropa…”, afirma entre lágrimas otra mujer.

Javier explica que el objetivo no es otro que “realizar un viaje privado de reflexión” para vaciar su mochila de cargas y “sacar a flote la fuerza” para iniciar con ánimos la búsqueda de empleo. “Antes o después volveremos a trabajar. Cuándo, no lo sabemos, no es algo que se resuelve en un día”, les dice.

Después de dos horas de terapia el desánimo da paso a nuevas ilusiones. Intercambian teléfonos, hablan de verse una vez al mes, de compartir ofertas de trabajo… “Salgo ilusionada, al menos nos vamos a poder apoyar entre nosotras, esto es algo nuevo”, admite María Victoria.

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