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Una plaza más realista que real

Fundación Setba cumple cinco años con un exposición que rinde homenaje a la plaza Reial a través de cinco artistas, entre ellos Nazario y Pere Camps

"Plaça Reial", de J. Antonio Sancho, que se puede en la exposición.
"Plaça Reial", de J. Antonio Sancho, que se puede en la exposición.SETBA

Pocos lugares cuentan la historia de Barcelona como lo hace la plaza Reial. Un espacio que, desde siglos, está siempre lleno de vida las veinticuatro horas del día. Rodeada de edificios del siglo XIX, conserva algunos de los establecimientos con más solera de la ciudad, como el Herbolario del Rey, que proveía de remedios para la salud a la reina Isabel II y donde se rodaron escenas de la película El Perfume, o el restaurante Tobogán, donde se pudo practicar el autoservicio por primera vez en Barcelona. Conviven con otros, más recientes, que buscan vincularse con la intensa vida diaria de la que quizá es, la plaza más movida y diversa de la ciudad.

Entre restaurantes, cafés, bares y tiendas, en un bello piso situado en uno de los inmuebles, está la Fundación Setba, un centro cultural que ha organizado la exposición Memoria de la plaza, con motivo de su quinto aniversario, en la que rinde homenaje a esta ágora pública multiétnica y multicultural.

"Asunción de Ocaña al reino de los chulos", de Nazario.
"Asunción de Ocaña al reino de los chulos", de Nazario.SETBA

“Buscamos reubicar la plaza en las rutas habituales de los ciudadanos y ayudar a recuperar su esencia barcelonesa” señala Rosor Foret, una de las encargadas de esta galería. Para ello, Setba ha invitado a cinco artistas a participar en esta muestra de obras inspiradas en la plaza que estará abierta hasta el 11 de enero. Nazario, pintor y vecino, presenta dos obras. En una, el padre del cómic underground pinta la vista que divisa desde su ventana, mientras que en la otra, llamada Asunción de Ocaña al reino de los chulos, transforma a su gran amigo en una especie de virgen que asciende desde la plaza aupado por tres figuras de hombres, que sin duda no son ángeles por sus abultados sexos.

La artista plástica Guadalupe Masa, desde una mirada más abstracta representa la luz de este lugar durante las cuatro estaciones del año, por medio de imágenes nebulosas y fuertes colores. El fotógrafo José Antonio Sancho, inmortaliza las siete entradas a la plaza con fotografías que reflejan personajes y actividades de la vida cotidiana, mientras que el más joven de los artistas, Carles Piera, presenta figuras hechas con papel de periódico que asocia con conceptos como la memoria y el recuerdo.

Por último, el escultor y pintor Pep Camps dibuja sobre planos antiguos algunos de los hechos más determinantes de la historia de la ciudad. “Revisé temas como la desamortización, la quema de conventos y los muertos por cólera, episodios que han trazado innegablemente la historia de la plaza y de Barcelona” explica. Sus obras viajan a principios del siglo XIX para explicar la urbanización de la plaza, que como otros sitios de la ciudad surgió como consecuencia de la desamortización eclesiástica de 1835. El convento de los Capuxinos —que ocupaba el espacio donde hoy está la plaza— fue quemado y derribado y sobre sus restos se construyeron nuevos edificios, y en 1848 se le encargó a Francesc Daniel Molina diseñar un espacio cerrado y peatonal.

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Una de las pinturas de Camps explica como a finales del siglo XIX se instaló la fuente de hierro de las tres Gracias (Eufrosine, Aglae y Talía), protectoras de las artes que se instaló en el centro de la plaza y que es una réplica de otra existente en París. Al mismo tiempo se colocaron las farolas de Antoni Gaudí, primer encargo al reconocido arquitecto por parte del Ayuntamiento de Barcelona.

A la plaza Reial, primero se la quiso llamar Plaza de los Reyes Católicos, pero la sociedad catalana se opuso. Finalmente se le dio el nombre actual, al que, según Camps, artistas como Nazario y otros cercanos a él, le ha atribuido el calificativo de “realidad”, más que “realeza” por la confluencia de clases sociales y dinamismo cultural.

Para Camps, no hay duda que quién mejor ha definido la plaza ha sido el escritor Néstor Luján: “la plaza Reial es el ágora de la vida más turbia de la ciudad”.

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