Las cinco víctimas del Madrid Arena
Las tres primeras fallecidas compartían grupo de amigos Las otras murieron en el hospital, una cuatro días después y otra tras casi un mes Una de ellas era menor de edad
La muerte de María Teresa Alonso casi un mes después de la tragedia en el Madrid Arena eleva a cinco las víctimas de una fiesta de Halloween que ha puesto de relieve graves fallos de previsión y coordinación en la gestión de la macrofiesta. Estos son los perfiles de las cinco fallecidas.
María Teresa Alonso
La última fallecida vivía en el distrito de Chamartín de la capital, en las inmediaciones de la parada de metro Bambú. Era estudiante de Química en la Universidad Autónoma. Su madre, Pilar Vinatea, trabaja en la Biblioteca Nacional. Su padre, Fernando Alonso, es profesor de instituto. Tienen otra hija de 12 años, Matilde. La fallecida había estudiado en el colegio católico La Salle Maravillas, donde sacó muy buenas notas. "Era muy buena, con miles de amigas, muy simpática", cuentan sus allegadas, entre lágrimas.
Una de sus amigas, que la conocía "desde la guardería", explica que la misma noche de Halloween habló con ella y le dijo que estaba "muy contenta e ilusionada" con la fiesta. "No era muy de ir a ese tipo de macrofiestas, solo había ido a una antes y le había divertido mucho, por lo que decidió repetir", se lamenta. A la Thriller Music Park fue con otro grupo de jóvenes. "Sé de alguien que está igual que yo, contando las horas que faltan para esta noche", es el último mensaje que figura en el timeline de su cuenta de Twitter en la noche de la tragedia, enviado por una amiga. Entre las últimas fotos que subió está la entrada a la fiesta.
Llevaba casi un mes en estado de extrema gravedad en la UCI de la Fundación Jiménez Díaz, en coma y enganchada a un respirador que la mantenía con vida. Ha fallecido, según fuentes del hospital a causa de las "lesiones cerebrales severas" por aplastamiento que sufrió durante la avalancha.
Rocío Oña
La foto que Miguel, el novio de Rocío Oña, colocó la tarde del 31 de octubre en su perfil de Twitter es la última que se hicieron juntos tras casi un año de relación. Con sendas copas en la mano, la pareja posa rodeada de lo que parece un botellón como el que se celebró durante la noche de la tragedia en el exterior del Madrid Arena, el lugar donde esta joven madrileña de 18 años perdió la vida.
Rocío acudió a la macrofiesta de Halloween junto a su novio y un grupo de amigos, entre los que se encontraba Cristina Arce, otra de las jóvenes fallecidas. Al igual que ella, la mayor parte de su círculo íntimo vivía en Alameda de Osuna, un barrio residencial del noreste de la capital.
Se estaba sacando el carné de conducir y el pasado junio había terminado el Bachillerato en el instituto del barrio. Obtuvo muy buena nota en Selectividad y estudiaba en la Universidad. “Era muy buena estudiante y muy responsable”, según recordaba entre sollozos el día después de la tragedia Laura, una de sus mejores amigas, que se quedó sin ir a la fiesta porque sus padres la habían castigado. Pese a ello, había quedado citada con Rocío para verse y hacer planes durante el puente de Todos los Santos.
La noche de la macrofiesta Rocío prefirió no llevar disfraz. Según explicó su amiga Laura, el novio de la chica presenció el momento en el que quedó atrapada por la masa. “Estaban muy bien juntos”, contaba Laura.
Cristina Arce
Decenas de amigos, conocidos y algún que otro profesor de Cristina Arce se congregaron el 1 de noviembre a las siete de la tarde a la salida del metro de Alameda de Osuna, en Madrid, para rendir un emotivo homenaje a su compañera, fallecida en el pabellón municipal Madrid Arena.
Esta madrileña de 18 años estudiaba segundo de Bachillerato de la rama de Ciencias en el Instituto Alameda de Osuna, en el distrito de Barajas. “Era una chica muy despierta y cariñosa, siempre dispuesta a ayudar a sus amigos”, recordaba entre sollozos Miranda Tejero, amiga de la víctima y compañera de clase. Lucía Pascual, de 19 años, que conoció a Cristina en las clases de catequesis cuando eran pequeñas, quiso reseñar que era muy “amiga de sus amigos”.
Los jóvenes, consternados por la tragedia, quisieron recordar a sus amigas Cristina y Rocío Oña en el lugar donde solían quedar todas las tardes. Algunos no se podían creer que en menos de 24 horas sus amigas ya no se encontraran entre ellos.
Guiomar Serrano, de 16 años, se abrazaba a Marina Santamaría. Ambas estuvieron la trágica noche con las víctimas. “Fuimos como unos 200 colegas del barrio”, aseguraban. Los jóvenes colocaron una hilera de velas a la salida del metro y guardaron varios minutos de silencio por las víctimas. “Hemos amanecido con el corazón encogido”, se podía leer en una de las notas escritas por los chicos.
Katia Esteban
Katia Esteban Casielles, hija del exconcejal de Daganzo Ángel María Esteban Sanz, acababa de cumplir el pasado 4 de octubre 18 años. Vivía en este municipio de 9.000 habitantes en el este de la Comunidad de Madrid y, según su perfil en la red social Facebook, que es de acceso abierto, terminó la secundaria en el Instituto Lázaro Carreter de Daganzo el año pasado. Estudiaba en Alcalá de Henares primero de Bachillerato de Sociales. Su padre, natural de Monreal del Campo (Teruel), fue edil socialista en el Ayuntamiento de Daganzo hasta la victoria del PP en las elecciones de 2011. Su madre, Alicia, murió de cáncer hace dos años. Tenía una hermana, Tania.
La familia vive en un adosado cerca del instituto Lázaro Carreter de Daganzo, localidad a la que se trasladó hace 10 años, según relata Prudencio Méndez, encargado del cementerio y amigo de la familia. La primera corona que llegó al tanatorio de la localidad la envió el Ayuntamiento.
Alba Villar, amiga suya desde el colegio, contaba que Katia era muy sociable y divertida. Estuvieron juntas en un grupo de pop de la escuela de música de Daganzo. Otro amigo, João, relataba que estaba muy contenta con sus estudios. La noticia de su muerte, transmitida a través de Whatsapp, conmocionó a su círculo más próximo, que se trasladó al tanatorio durante la tarde del día 1.
Su padre, Ángel, es un comprometido activista de los movimientos ciudadanos, según explica su biografía en la página web del Partido Socialista de Daganzo, al que se unió en 2011 como independiente, además de un acérrimo defensor del software libre y del desarrollo de actuaciones en Internet que permitan e incentiven una participación activa de todo el mundo. Sus hijas, relata Prudencio, ya tenían la vida hecha y acostumbraban a desplazarse a Madrid en sus ratos de ocio.
Belén Langdon
Belén Langdon del Real, de 17 años, resultó herida de carácter crítico en el concierto del Madrid Arena la madrugada del 1 de noviembre, y murió a las nueve menos diez del día 3 en la unidad de cuidados intensivos del hospital Doce de Octubre de la capital. La menor no pudo recuperarse de las lesiones por aplastamiento que sufrió durante la avalancha. Sus padres, que se encontraban de viaje en Brasil y que regresaron de manera anticipada, donaron los órganos de la muchacha.
El personal del SAMUR que atendió a Belén Langdon diagnosticó desde el primer momento a la paciente como muy crítica, dado que el aplastamiento le había causado lesiones muy graves.
Belén Langdon fue identificada erróneamente porque su huella dactilar no coincidía con el carné de identidad que mostró a la entrada (solo los mayores de edad podían entrar en la fiesta). La chica era muy aficionada al deporte, en especial a las carreras de campo a través, y estudiaba segundo de Bachillerato en el colegio Aldeafuente, de la empresa Fomento, en la urbanización La Moraleja (Alcobendas).
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