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La cantera se luce en el escaparate

Las promesas sustentan el triunfo del Athletic Llorente se consolida como goleador europeo

El País
Fernando Llorente agradece las felicitaciones tras marcar su gol en Haifa.
Fernando Llorente agradece las felicitaciones tras marcar su gol en Haifa. oliver weiken (efe)

Las oportunidades se aprovechan debió pensar el ramillete de ilusionados promesas a quienes Marcelo Bielsa dio anoche la oportunidad de jugar en Europa. Su esfuerzo permanente y la frecuente creatividad vinieron a conjugarse con la eficacia rematadora de los profesionales Llorente y Toquero, que cumplieron con el oficio del gol. Entre ambos vasos comunicantes, el Athletic recuperó la sensación de ganar. Lo hizo con facilidad ante un rival mediocre, que tiene una crisis interna de complicado tratamiento.

Con su victoria, los rojiblancos recuperan una mínima parte del prestigio que se les ha ido por la alcantarilla de una prematura eliminación que hace daño deportivamente y que deja secuelas en la caja de Ibaigane. Después del partido de Haifa, todavía resulta más incomprensible recordar cómo en el partido de ida, allá por septiembre, el Athletic fue incapaz de ganar siquiera por un gol de ventaja.

Hapoel, 0 - Athletic, 2

Hapoel Kiryat Shmona: Amos; Gabai, Vahaba, Tsedek, Levi; Einbinder, Elisha; Sallalich (Mresat, min. 70), Tasevski (Mizrachi, min.57), Porokara (Abuhazira, min. 46); y Abed.

Athletic: Raúl; Ramalho, San José, Aymeric, Castillo; Morán; Igor Martínez (Undabarrena, min. 77), Toquero, Peña (Jonxa, min. 85), Isma López (min. 65); y Llorente.

Goles: 0-1, min. 34: Llorente. 0-2, min. 76: Toquero.

Árbitro: Rene Eisner (Austria). Mostró tarjeta amarilla a los locales Tzedek, Vahaba, Elisha y Gabai, y al visitante Peña.

Partido aplazado de la quinta jornada de la Liga Europa. Unos 4.000 espectadores en el estadio Kyriat. Asistieron Michel Plantini y Ángel Villar.

Bastó ayer que el equipo de la cantera de Lezama caminara por la senda de la normalidad para que el rival se deshiciera como un azucarillo, presa de su impotencia futbolística que le está llevando a derrotas continuas. Hubo mucha diferencia en las botas y en la cabeza de los rivales y de ahí que el Athletic jamas temiera por el primer partido de consolación que le queda. El último será el próximo jueves y la respuesta del público para ir a San Mamés dependerá mucho de la imagen del sábado en Barcelona. De momento, para curarse en salud ante un cemento llamativo en las gradas, la directiva de Josu Urrutia ha recuperado rápidamente la fórmula siempre agradecida de compensar con una entrada gratis a los socios que, entonces ilusionados, compraron el lote para seguir en casa esta fase de grupos que acaba con decepción.

Tampoco Llorente dejó escapar la ocasión. Era la referencia de un equipo plagado de suplentes y de esas promesas que seguramente le tienen como el santo y seña a imitar, al menos dentro del campo. El delantero internacional dejó su sello, al margen de que el esfuerzo no le suponga ningún rédito para jugar frente al Barcelona una vez que Aduriz ya está limpio de tarjetas.

Con su gol, Llorente se reivindica en Europa porque le permite consolidar su liderazgo en la clasificación de goleadores europeos de la historia del Athletic. Son ya 15 goles en la segunda competición más importante de la UEFA. Fue un gol tantas veces visto hasta esta temporada tan funesta para el jugador riojano. Esta vez, fue Ramalho quien botó un saque de esquina y Llorente se encargó de marcar. Algo habitual hasta que se rompió el encanto.

Hubo mucha diferencia

A partir de ahí, todavía quedaban demasiados minutos y, posiblemente, sobraban. Los locales eran incapaces de poner en aprietos a nadie. Por si acaso, Toquero también dejó su huella. Se sabe relegado más que nunca en esta temporada y era la oportunidad de levantar la mano para hacerse presente ante Bielsa.

Con todo, el entrenador argentino es muy probable que tuviera otras prioridades a la hora de analizar el partido. Preferiría quedarse con la solvencia de Aymeric en la defensa y con el desparpajo de Morán y de Peña, que supieron zarandear el centro del campo con la soltura suficiente como para hacerse notar. Y, además, todo transcurrió sin incidentes fuera del campo. La presencia de Platini y Villar era todo un aval para que el fútbol silenciara el conflicto bélico.

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