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El culto a Sébastien

Detrás del friki lunático que se midió con Chikilikuatre, se esconde un talentoso músico electrónico. Tellier es un hacedor de melodías perfectas, adorado más allá del ‘underground’ parisino, que resumimos en seis claves

Daniel Verdú
Sébastien Tellier en su última encarnación.
Sébastien Tellier en su última encarnación.MATHIEU TONETTI

El tipo de la barba y las gafas de sol, esa especie de loco siempre bien rodeado de bellas mujeres que representó en 2008 a Francia en el Festival de Eurovisión, en realidad sabe muy bien lo que se hace. Sébastien Tellier, de 37 años, esconde bajo el disfraz de genio chiflado y taciturno a un prolífico artista capaz de conmover con alguna de sus perfectas melodías. Todo está calculado. Al fin y al cabo, no hay tantos franceses capaces de atravesar el canal de la Mancha y conquistar al público de Reino Unido como lo hizo él. Pero el artista es también el amontonamiento de los personajes que ha ido construyendo en cada disco. Puede también que el tipo ni recuerde ya quién es realmente, como cuando tuvo que internarse en un psiquiátrico al ser incapaz de distinguir entre la realidad y sus oscuros aledaños. A propósito del concierto que dará esta noche en la sala But, recuperamos algunas perlas que dejó en una entrevista concedida a EL PAÍS la semana pasada para desgranar su personalidad a través de sus múltiples excentricidades.

 1. Cómo fracasar en Eurovisión y volver a casa reforzado. Quedar en decimoctavo lugar de un concurso formado por 25 frikis no le hace justicia a este músico. En 2008, Sébastien Tellier se presentó a Eurovisión con el single Divine, del álbum Sexuality. Sí, el mismo año que España lanzó a su Chikilikuatre para reírse de sí misma y del apolillado show. Palmó. Pudo confundirse con alguna de las otras horteradas patrias que se presentaron. Pero el francés, pese a su extravagante puesta en escena, iba muy en serio. No iba a despreciar la oportunidad de cantar mi canción delante de millones de personas, sería estúpido. Y funcionó. Eurovisión me aportó un gran público nuevo, menos intelectual, como chicas jóvenes que ahora vienen a mis conciertos a saltar y gritar. Aunque todo fuera como una inmensa broma, saqué grandes beneficios. Mi música es suficientemente poderosa para que la gente se olvide de todo eso. En Estados Unidos sucede así, mucha gente participa en ediciones de matinales, programas de todo tipo. Yo estoy completamente abierto. Porque hayas participado en Eurovisión no quiere decir que seas una mierda”.

2. ¿Una secta azul?. “Para nada, se trata de puro entretenimiento”. Tellier, aficionado a la composición de discos conceptuales, ha diseñado para su My God is blue una alianza azul. Un mundo de diversión y libertad para adultos en el que él es una especie de gurú con túnica y barba rodeado de mujeres. Muy al estilo de aquellos lascivos raelianos, para qué engañarnos. Todo el plan ha surgido de la “pócima” que le dio a probar un chamán en Los Ángeles y que le produjo una alucinación de caballo. “La alianza es una manera de hacer el sueño realidad. Cuando se escucha un disco en casa todo sucede en la cabeza, es una observación mental. Yo lo que busco es transformar la energía de mis canciones para crear algo real en la tierra. Un parque de atracciones para adultos estaría bien”.

3. Carne de psiquiátrico. Muy dado a confundir la realidad con su delirante mundo imaginario, hubo un día en que el joven Sébastien empezó a mezclar peligrosamente esas dos esferas de la percepción. Así que su familia lo internó en un psiquiátrico para frenar el asunto. Según cuenta, su hermana le llevaba galletas Pim’s a menudo para combatir el aislamiento. “Bueno, fue poco tiempo. Tampoco hay que imaginárselo como si fuera Alguien voló sobre el nido del cuco. Tengo un problema con los sueños y la realidad, y hubo un momento de mi vida en que se acentuó demasiado. Tenía problemas para distinguirlo. Pero debía confrontar urgentemente con la<TH>realidad porque era complicado vivir así. Me ahogaba en la locura”.

4. Ese loco es un genio.  A veces el excéntrico personaje (en ocasiones quizá al borde de lo impostado) puede confundir sobre la calidad de su música. Pero Tellier, capaz de tocar casi cualquier instrumento, es un artista hiperdotado para la composición de canciones y melodías. Basta acudir a la sencilla, repetitiva pero profundamente magnética y hermosa La Ritournelle para comprobarlo. Un tema remezclado e imitado hasta la saciedad: “No sé cómo lo hago. Estoy en mi sofá e imagino lo que me gustaría hacer, es muy sencillo. Voy al piano y cuando lo toco cierro los ojos, como un niño que no supiera tocarlo. De alguna manera interpreto al azar y espero que la canción llegue. Son las notas que me vienen a buscar”.

5. Uno de los nuestros. Enfant terrible del underground francés, supo relacionarse con los artistas más cool y listos de la escena. Sofia Coppola incluyó su tema Fantino en la banda sonora de Lost in translation. Tanto la pareja de Air —en cuyo sello, Record Makers, publicó en 2001 su disco de debut, L’incroyable vérité— como Daft Punk (los músicos debajo del eterno casco espacial), especialmente Guy-Manuel de Homem-Christo, le han aconsejado y apadrinado en su carrera. “Sí, doy fe de que Daft Punk no son robots. De hecho, Guy-Manuel viene mucho a mi casa”.

6. No quiere ser como AC/DC.  Ojo, porque entre tanta broma y alocada producción, el bueno de Tellier ha lanzado ya ocho álbumes de estudio. Además, todos poseen una estructura temática que comienza y acaba con la primera y última canción. La política, la sexualidad, la alianza azul… Con cada disco, la música y el personaje se reciclan y buscan un nuevo enfoque. En su ideario, el artista debe ser justo lo contrario al especialista. Nada de repetirse. Asegura que si no empezara de cero se aburriría. Sería un simple músico de rock como AC/DC.

Sébastien Tellier actúa esta noche, a las 21.00, en la sala But.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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