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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

#madrid

La semana deja en la Red dolor, interrogantes y el rastro decepcionante de una forma de ejercer el poder

Guiomar del Ser

El horror. Noviembre empezó con el golpe de unos fallecimientos prematuros que sumaron aflicción e interrogantes al coro, últimamente sombrío, con el que las redes sociales acompañan la vida real. En este caso, las redes fueron también la fuente principal de imágenes y testimonios sobre la tragedia de la noche de Halloween, un drama que los medios empezaron a narrar, ya con las luces del día, a base de unir los retazos grabados en los teléfonos móviles de algunos asistentes. Uno de esos fragmentos, la foto angustiosa del pasillo bloqueado por la acumulación de personas en busca de una salida, llegó a la cuenta de Facebook de EL PAÍS de manos de una de las atrapadas, a quien un amigo rescató antes de captar la imagen. También en vídeos y fotos más o menos borrosos pudimos ver una bengala entre el público y el fluir desordenado de gente por el Madrid Arena. Fragmentos elocuentes de una madrugada que no debió llegar.

El castigo. Entre tanta oscuridad, todos los focos se volvieron hacia la organización de una fiesta cuya cuenta de Twitter da también algunas pistas de lo que ocurrió en el escenario, especialmente el comienzo de la actuación del dj estrella de la noche, un reclamo que pudo provocar la entrada no controlada de público desde el exterior. A la espera de que la investigación termine de repartir culpas, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, se apresuró el viernes a prohibir las fiestas “de este tipo” en instalaciones municipales. La máxima de acabar con los problemas por elevación puede funcionar en algunos casos pero en política es un indicio nefasto de incapacidad para ejercer el poder. Algo así vino a decir la gente en Twitter bajo la etiqueta #AnaBotellaProhíbe, que entre la decepción y la broma, reunió más de 8.000 menciones entre el viernes y el sábado.

Otro modelo. Cuando el jueves nos sobresaltaron los sucesos de la Casa de Campo, aún estaba por digerir la sacudida al modelo de la sanidad pública que el presidente del Gobierno regional acababa de oficializar con sus presupuestos para 2013. Además del polémico euro por receta, el avance de la gestión privada en el servicio que vela por la salud de los madrileños abre un nuevo frente de compleja gestión que va incluso más allá del camino trazado por Aguirre. No hace mucho (marzo de 2011) que la expresidenta tuiteaba ufana que, en Sanidad, "pagar 1€ por algo que vale 100 no tiene sentido". Así de serpenteantes son los caminos de la política. —@guiomardelser

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Sobre la firma

Guiomar del Ser
Es redactora jefa de Producto Editorial y del LAB, el área que se dedica a explorar y aplicar mejoras en la forma de contar historias en la web de EL PAÍS. Lleva enredada en lo digital desde que los periódicos empezaron a navegarse, aunque también se maneja (y desayuna) con la versión impresa. Se entretiene arreglando cosas, también en la redacción

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