PSE de Álava: bomba de relojería
La aguda división interna llegó al Comité Nacional y amenaza con distraer el debate del próximo congreso.La continuidad de Prieto polariza la discordia
El PSE-EE tiene un grave problema de estabilidad en Álava. La profunda división interna entre el sector oficial que lidera el secretario general, Txarli Prieto, y el grupo de opositores aglutinado en torno a la figura del concejal vitoriano Juan Carlos Alonso, que evidenció su crudeza en el último Comité Nacional, amenaza con convulsionar el proceso previo al próximo congreso del partido. Ambas partes arguyen que el debate se reduce al terreno de las ideas, pero a nadie se le escapa que el precio último del botín gira, sobre todo, en torno al futuro de Prieto.
Celebradas las elecciones del 21-O, donde pareció existir un acuerdo tácito en favor del silencio, la batalla se recrudece. Los críticos sostienen que es “inadmisible” la ausencia de medidas correctoras tras los descalabros electorales del PSE-EE en Álava. Incluso subrayan la aportación del efecto Patxi López al encabezar la candidatura por Álava y suavizar, creen, el impacto de la caída sufrida en las últimas autonómica: 3 escaños y 17.300 votos. No obstante, pudo ser peor: el PP se quedó a menos de 900 votos de conseguir su sexto escaño y entonces estaría en condiciones de asegurar al PNV la mayoría absoluta. La soledad del PSE hubiera sido traumática en ese supuesto.
Por todo ello, los dos bloques en conflicto comparten la necesidad de un nuevo discurso, y, curiosamente, dicen que lo tienen. Desde el bando oficial, Txarli Prieto lo detalló en una propuesta de debate dirigida a los representantes de la izquierda en Europa porque entiende que la alternativa al efecto devastador del capitalismo “supera las fronteras locales y autonómicas”. Pero el líder de los socialistas alaveses sostiene que hay un interés mediático por “silenciar” estas alternativas al liberalismo, que hacen imposible trasladar estas propuestas a la ciudadanía. Además, Prieto entiende que el socialismo es víctima de las urgencias que exige la actual situación de paro y necesidad. “Nosotros aportamos una política de actuación concreta, unas ideas a aplicar ante la crisis, pero la gente apremia una solución para el desahucio de su casa, quiere que le den un trabajo al que está en paro y no tenemos la capacidad de esa medida concreta”.
Desde el lado crítico a Prieto, la reflexión empieza más atrás. Toma su origen en el concepto de entender el partido como un compendio de sensibilidades de izquierda donde “caben todos” y, por tanto, no pueden existir las exclusiones. Por ello, este sector desecha, de entrada, las etiquetas de chaconistas que ya se le atribuyeron en las vísperas del congreso extraordinario del PSOE en Sevilla. “También opinan como nosotros personas que defienden a Rubalcaba”, apunta uno de estos portavoces, que no disimulan su satisfacción por el “respeto” que dispensó el Comité Nacional a la exposición de los argumentos de este sector crítico. Desde este bloque todavía no estructurado “y sin consignas”, se busca la oxigenación del mensaje socialista en base a las exigencias de la calle y en el caso del País Vasco con una visión de futuro a partir de la realidad a la que se ha llegado. Y, claro, entienden que quien ha liderado el partido en Álava hacia la actual situación tan inquietante no puede continuar.
Las dos partes ven necesario proyectar un nuevo mensaje ante la actual crisis
En la órbita de Prieto, por contra, nadie duda de que “en una lucha por los reinos, solo se persigue cambiar al rey”. Desde el aparato, a su vez, se niega que el distanciamiento entre dos facciones en una afiliación de 600 carnés en todo el territorio responda a diferencias ideológicas. “No hay una cuestión de fondo, no hay un problema político”, dijo rotundo ayer el secretario general a este periódico. Para Prieto, la esencia radica en “el problema de respuesta que la izquierda tiene en toda Europa” ante la actual situación de crisis, donde la voracidad del capitalismo ningunea a la socialdemocracia. Es ahí donde ensalza la acción de gobierno de Patxi López, a quien sitúa de inmediato como “una de las dos referencias europeas junto a François Hollande para ofrecer un modelo alternativo con la diferencia de que ya se ha aplicado con medidas concretas aquí, en Euskadi”.
La elección de delegados para el Congreso del PSE-EE, en febrero, será la siguiente toma de temperatura para calibrar sus respectivas fuerzas como ya ocurrió cuando se desataron las hostilidades ante la cita de Sevilla. Ambas partes reconocen que ele resultado ninguneará el debate previo sobre las ideas.
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