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20.000 personas piden en Linares un plan industrial tras el cierre de Santana

Ciudadanos de toda la comarca se manifiestan para demandar empleo

Ginés Donaire
Un momento de la manifestación de este domingo en Linares.
Un momento de la manifestación de este domingo en Linares.JOSÉ MANUEL PEDROSA

El tiempo parece haberse detenido en Linares (Jaén). Ayer, unas 20.000 personas, según la Policía Local, se han echado a la calle este domingo para clamar contra la desindustrialización del municipio, agudizada tras el cierre de Santana Motor en febrero del año pasado. La manifestación rememoró a las que se vivieron en los primeros meses del año 1994, cuando la ciudad y toda la comarca escribieron uno de los capítulos más destacados de la lucha obrera del país tras el anuncio de la multinacional Suzuki de abandonar Linares.

La lucha de hace 18 años evitó el cierre de Santana —la Junta se hizo cargo de la compañía hasta el año pasado— y ahora la batalla es para que Linares deje de ser un desierto industrial. Las protestas de los últimos meses han servido para presionar a la Junta, que el pasado martes aprobó el decreto ley para el pago de las prejubilaciones a más de 1.000 antiguos santaneros y de su industria auxiliar.

La marcha recordó a las que se vivieron en 1994, cuando Suzuki anunció que dejaba Linares

Pero eso era solo una parte de los acuerdos firmados con los sindicatos el 14 de febrero de 2011. La otra pata era el Plan Linares Futuro, por el que la Junta se comprometió a atraer a media docena de empresas y recolocar a otros 240 trabajadores. La crisis ha frenado la llegada de esas industrias, vinculadas en su mayoría a las energías renovables, y las que sí han ocupado las instalaciones del viejo parque empresarial no han asumido los compromisos de contratación.

“La situación es parecida a la de 1994, pues la principal lucha ahora es por evitar la pérdida de empleo”, señalaba Damián Cámara, ex dirigente del comité de empresa de Santana, donde estuvo 39 años. La manifestación la convocaron los sindicatos pero, como ocurriera en 1994, su éxito hay que atribuírselo a la unidad de acción de todos los colectivos ciudadanos, sociales y políticos. “Debemos ir todos a una para evitar que Linares deje de ser un referente industrial”, subrayaba el alcalde, el socialista Juan Fernández, muy crítico con el Gobierno andaluz en las últimas semanas por la demora en el cumplimiento de los acuerdos de hace 20 meses. Líderes provinciales y parlamentarios de todos los partidos secundaron la protesta, que transcurrió desde las puertas de Santana a la plaza del Ayuntamiento.

La sombra de Santana Motor sigue siendo muy alargada entre los más de 62.000 habitantes de Linares. De alguna manera, como reconocía el alcalde, quizás se estén pagando ahora las consecuencias de no haber sabido diversificar la industria a tiempo. “En la última década, con los proyectos para fabricación de trenes o aerogeneradores, parecía que levantábamos cabeza, pero a la crisis que arrastrábamos del año 1994 se sumó la general”, dijo Fernández, flanqueado por el resto de ediles de la Corporación linarense. “Debemos concienciar a las administraciones de que cumplan sus compromisos y demostrar que Linares está en lucha, no nos pueden dejar en la cuneta”, remachó el portavoz del PP, Antonio Martínez.

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La marcha culminó con la lectura de un manifiesto por parte de la escritora linarense Fanny Rubio en el que se hacía un recorrido por el esplendor que Linares tuvo hasta no hace tanto tiempo. Primero fueron las minas de plomo y, desde la segunda mitad del pasado siglo, la presencia de Santana —que llegó a contar con 5.000 empleos directos y otros tantos indirectos— hicieron de esta ciudad uno de los principales polos industriales del norte de Andalucía.

Desde la nostalgia de aquellos tiempos, Andrés Martínez, de 76 años, 40 de ellos en las cadenas de montaje de Santana, no podía evitar el pesimismo: “Se está poniendo la cosa para coger la maleta”. Su compañero Antonio López, de 74 años, recuerda que él ya se vio obligado a emigrar a Valencia cuando cerraron la fábrica de harinas, junto al solar que hoy ocupa El Corte Inglés. “El problema es que ahora, a dónde se va la gente joven, como no sea a Alemania”, reflexiona en voz alta mientras enumera otros cierres de empresas emblemáticas en las últimas décadas.

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