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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El valor de la música

La OBC inauguró temporada con Arcadi Volodos al piano

Brahms está de moda. Si Palau 100 inauguró la temporada con dos de sus sinfonías interpretadas por la Filarmónica de Viena, ahora volvemos a encontrar al hamburgués en posición de salida en la inauguración del ciclo de la OBC, esta vez con su extraordinario Concierto para piano número 2,con el ruso Arcadi Volodos de solista.

¿Solista? Pocas veces en toda la literatura romántica para orquesta y piano está más justificada la duda que en el caso de esta página brahmsiana. Escrita a más de 20 años de distancia del primer concierto y en un largo proceso creativo de no menos de tres años, esta imponente obra subvierte como ninguna otra la relación solista-acompañante para establecer una más próxima a la de la sinfonía concertante, esto es a una sinfonía con dos solistas, uno de los cuales es la orquesta y el otro el aparente solista (o grupo de solistas). La contradicción en este segundo concierto se halla en el virtuosismo que Brahms exige al pianista (él mismo estrenó esta obra al piano, en Budapest, en 1881) y que tendería a convertirlo en solista en el sentido plenamente romántico. En fin, un concierto muy raro en este sentido. El propio Brahms reconocía la rareza cuando subrayaba a su editor que había incluido un cuarto movimiento (en lugar de los tres prescriptivos), un allegro appassionato en funciones de scherzo, de profundo aliento camerístico en medio del océano sinfónico (nueva contradicción), no menos que el andante, en el cual, como dijo un crítico perspicaz, el piano está en posición de instrumento obbligato, en pie de igualdad con el violonchelo.

El pianista ruso Arcadi Volodos estuvo muy sabio manteniendo esos tensos y difíciles equilibrios. Su limpio virtuosismo nunca se impuso con carácter solista, sino que fue tejiendo sin desfallecer complicidades con la orquesta, pulcramente llevada por su titular, Pablo González.

TEMPORADA DE LA OBC. CONCIERTO INAUGURAL

Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya.
Arcadi Volodos: piano.
Pablo González: director.
Auditori de Barcelona,
5 de octubre.

La segunda parte integró una primera audición en España de Plain-Chant, del compositor barcelonés residente en Londres Blai Soler (1977). Una obra bien escrita, compacta, de aliento único, de la que asustaban más los comentarios del propio autor en el programa de mano que la audición propiamente dicha. El empleo de cuartos de tono, en efecto, más que imponer la disonancia a toda costa, no pasa de conferir cierto aire orientalizante a la pieza, muy adecuado al carácter intimista y reflexivo que al cabo domina.

Acabó el concierto con la primera sinfonía de Shostakovic. Nueva coincidencia: también Riccardo Chailly, en su última visita a España con la Gewandhaus, asoció el compositor soviético a Brahms. En este caso, costaba dilucidar esa relación, porque si la pieza del alemán es la de un compositor adulto en pleno dominio de la escritura orquestal, en el caso de Shostakovic no pasa de una obra de juventud (la compuso con 19 años), con más valor prospectivo que intrínseco. No deja de ser, con todo, una página vital y optimista, ciertamente adecuada para cerrar con los mejores augurios un concierto inaugural de una temporada que por otros respectos se anuncia sombría. Como bien dijo Pablo González al principio de la velada: “La música no es un lujo. Es un valor”.

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