ETA ‘desaparece’ de la campaña electoral
La crisis, el 21-O y el pulso independentista aparcan la gestión del fin de la banda El Gobierno descarta dar ningún nuevo paso hasta después los comicios
Euskadi irá a votar el 21 de octubre un año y un día después de que ETA adoptase la decisión más importante de su historia, el cese definitivo del terrorismo, pero la marea de la crisis primero y el renacer de la polémica independentista después han dejado aparcado hasta después de los comicios todo el debate sobre la gestión de ese final. “No se va a mover nada hasta que pasen las elecciones”, opina un parlamentario socialista y en su impresión coinciden fuentes de las cuatro formaciones que se van a repartir el Parlamento de Vitoria, así como de los Gobiernos central y vasco.
De hecho, todo lo relativo a ETA y sus presos casi se ha evaporado en vísperas de esta campaña recién iniciada, la primera en unas autonómicas sin la amenaza terrorista, incluso en los principales mensajes de EH Bildu, centrados en la crisis y la independencia. Fuentes de la coalición defienden los “ritmos de campaña” de Laura Mintegi, uno de cuyos ejes, insisten, es la “normalización”. La discusión política transita por otros caminos, pero también ha contribuido la propia dinámica de una sociedad acostumbrada a la paz tras más de tres años si atentados mortales en España y con el terrorismo en mínimos históricos en los índices de preocupación ciudadana.
La izquierda abertzale y la propia banda siguen reclamando movimientos al Gobierno, acogidos al argumento de que con la Declaración de Aiete y el cese de actividades ya han hecho lo que tenían que hacer. El Ejecutivo ya ha mostrado, a riesgo de abrir disputas internas y con las víctimas como las vividas con el caso Bolinaga, que va a limitarse a cumplir la ley en materia de presos, a mantener su exigencia y a seguir presionando a la banda con detenciones. ¿Está la situación en un punto muerto? Aunque no todos los consultados coinciden en ese término lo que tienen claro ambos Ejecutivos, socialistas y PP es que “los nuevos pasos que hay que dar le corresponden a la banda”. En lo que no hay duda entre todos los consultados es en que el final del terrorismo es irreversible.
Urkullu trasladó en junio a Rajoy una posible ‘hoja de ruta’ sobre el proceso
Dirigentes populares y fuentes del Gobierno de Mariano Rajoy recalcan que hasta después de las elecciones no va a haber novedad de ningún tipo en materia penitenciaria y que la presión del Ejecutivo “les tiene que llevar a dar pasos más pronto que tarde”, que han de ser hacia su desarme y disolución definitiva. No habrá ningún caso Bolinaga con los otros 13 presos enfermos cuya libertad demanda la izquierda abertzale. “El Gobierno está en una posición cómoda y el problema lo tienen ellos”, tercia un parlamentario popular, máxime cuando en las cárceles se ha vuelto a imponer el sector duro tras las expectativas, luego frustradas, que alentó la exBatasuna. El Ejecutivo está dispuesto a hablar “de todo” sobre la política penitenciaria siempre en el marco legal. “El camino nunca va a ser el de las soluciones colectivas ni las reivindicaciones de ese mundo”, añade
Rajoy “sigue muy de cerca la situación”, según otras fuentes populares, pero todo su tiempo lo ocupa la situación económica y el posible rescate de España. No habrá “ningún gesto extraño”.
La información que maneja el Gobierno es que ETA no va a dar pasos hacia el desarme antes del 21-O, en lo que coinciden medios independentistas. ¿Querrá hacerse presente como en otras campañas con un comunicado? “Es perfectamente posible”, apunta un responsable peneuvista. En las filas socialistas se piensa que cualquier pronunciamiento etarra causaría ahora problemas a una izquierda abertzale que quiere “dejarse llevar por la corriente sin asustar a nadie”.
Iñigo Urkullu, al que todos los sondeos dan como favorito para ganar en las urnas al frente del PNV, remitió en junio pasado a Rajoy un documento de unas ocho páginas con una propuesta basada en tres patas: víctimas, presos y concesiones de terceros grados y la reinserción “cuando corresponda” junto a la normalización de la convivencia en su conjunto. “Puede ser una vía para avanzar tras las elecciones hacia una solución definitiva”, apuntan fuentes de su partido. El hecho de que, más allá de esos principios, no haya trascendido el contenido concreto de esa posible hoja de ruta —“no lo hemos visto filtrado por ninguna parte”— les lleva a considerar que el Gobierno “lo estará tratando con mimo”. Mientras, “se sigue trabajando con la discreción necesaria”.
De gobernar, no haremos algo distinto de lo que hemos hecho”, dice el PNV
¿Cambiará la situación si Urkullu llega a Ajuria Enea? “No vamos a hacer cosas distintas de las que hemos hecho si nos toca la responsabilidad de gobernar”, contestan medios del PNV. “No va a cambiar sustancialmente ni se van a distorsionar los consensos básicos. El PNV no podrá acelerar mucho porque sabe que también se la juega en su choque con la izquierda abertzale”, coinciden en el PSE y el Gobierno vasco. Los populares creen, en cambio, que si el PNV se ve condicionado tras los comicios por la coalición soberanista ello le abocará también a una deriva en esta materia.
Una de las cuestiones que deberán dilucidarse en la próxima legislatura es si EH Bildu se integra en la ponencia parlamentaria de paz que la izquierda abertzale recibió como un “absoluto fraude”. Fuentes de la coalición consideran que es “mucho correr”, aventurar ahora cuál será su postura. Tampoco el PP se ha planteado por el momento qué haría en ese caso, pero quienes han participado en sus trabajos en los últimos meses consideran que ha creado “un suelo democrático de mínimos” sobre el que ya no caben rebajas ni marchas atrás.
Ponencia sí o ponencia no, “con un Parlamento completo uno de los grandes retos será integrar a la izquierda abertzale y normalizar sus relaciones con el PP”, apuntan colaboradores de Urkullu. Cuando a finales del año pasado ya se daba por hecha la llegada de Rajoy a La Moncloa y después, la exBatasuna hizo llegar mensajes al PP vasco para abrir un diálogo reservado. Tras el rechazo que recibió no ha vuelto a hacer nuevos intentos. “Ni nos hemos sentado ni nos vamos a sentar a negociar políticamente con ellos”, enfatiza un miembro de la ejecutiva de los populares vascos. Y el propio Rajoy se ha comprometido pública y solemnemente en varias ocasiones, la última de ellas hace apenas dos semanas ante un auditorio de víctimas en que “nunca” negociará con la banda.
Fuente próximas a la izquierda abertzale trazan su propia hoja de ruta, que sitúa la resolución de las “consecuencias del conflicto” por delante incluso de la reclamación de independencia. Ese trazado tendría tres pasos: conseguir que los presos salgan a la calle “de forma definitiva” con una “gestión colectivizada de la salida”, es decir, sin buscar soluciones personales como las de la vía Nanclares; el “reconocimiento de las víctimas generadas por el Estado” y finalmente el desarme etarra.
A partir de ahí es cuando se plantearía “un acuerdo general definitivo” de los partidos sobre la soberanía de Euskadi.
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