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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ahogarse en las contradicciones

El PSC, en vez de preguntar qué independencia, dice directamente no a la independencia mientras muchos de sus votantes miran otras opciones

Josep Ramoneda

El PSC se ahoga de modo lento pero seguro en sus contradicciones. Un partido que siempre se ha autoproclamado catalanista pone todo tipo de reparos al referéndum e invita a los ciudadanos a votar no si un día les preguntan si quieren que su país tenga un Estado propio. Y muchos de sus votantes buscan otro acomodo. Un partido que ha ido siempre con la etiqueta de progresista, ante un momento excepcional de cambio se sitúa a la defensiva como defensor del statu quo. En vez de preguntar qué independencia, dice directamente no a la independencia. Y muchos de sus votantes miran otras opciones.

Un partido que pretendía ser depositario del agnosticismo en materia nacionalista, cuando se acerca la oportunidad de que la división identitaria deje de ser el eje de la política catalana, se alinea con el nacionalismo español para evitarlo. Y muchos de sus votantes miran a otros lados. Un partido que algún día se presentó como socialdemócrata y de izquierdas no hace los deberes y es incapaz de asumir la responsabilidad de crear una izquierda catalana que reequilibre un sistema político escorado a la derecha. Y muchos de sus votantes dicen basta.

Este sistema de contradicciones no es nuevo. Y en tiempos de ambigüedades tenía sus réditos, hasta el punto de que permitió al PSC alcanzar grandes cuotas de poder. Su máxima acumulación de capital coincidió con el fin del pujolismo. El PSC no se enteró de que aquel cambio político era la expresión de una evolución de fondo del país y entró en decadencia. Quizás el pujolismo era el hábitat natural del PSC y fuera de él no ha sabido encontrar su lugar. Curiosamente, CiU se ha adaptado mucho mejor al pospujolismo que el PSC.

¿Cómo se llega a la invisibilidad en política? Borrándose de todas las batallas, por incapacidad de resolver las propias contradicciones

Un candidato invisible para un partido invisible. Si en algo coinciden encuestas y resultados es en que el PSC se ha convertido en Cataluña en un partido invisible. Pues bien, como si asumiera la invisibilidad como naturaleza propia, el PSC acaba de escoger un candidato invisible, de rostro inexpresivo y palabra lenta y escasa. Contumacia en el error: hay precedente. No parece la mejor receta para salir del marasmo. Pero no es casualidad: expresa la incapacidad del PSC de asumir posiciones claras y confesables.

¿Cómo se llega a la invisibilidad en política? Borrándose de todas las batallas, por incapacidad de resolver las propias contradicciones. La habilidad para hacerse invisible es tan grande que el PSC lo fue incluso gobernando. El guirigay del segundo tripartito se componía del griterío de Esquerra y de Iniciativa y del silencio del PSC. La última demostración de esta pasmosa facilidad para desaparecer de la escena la dieron los socialistas en la sesión parlamentaria que clausuró la breve legislatura de Artur Mas. La elección era sencilla: a favor o en contra de un referéndum de autodeterminación, algo que solo tiene una respuesta: sí o no. Pues bien, el PSC consiguió no decir sí ni no: se abstuvo. La convocatoria del referéndum será el punto de encuentro de los partidos catalanistas en las próximas elecciones. ¿Qué consigue el PSC quedándose a mitad de camino?

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Para sacar cabeza en el escenario electoral necesita convertir su abstención en algo positivo. Pero el problema de los discursos contra la independencia es que operan en negativo. ¿Cuáles son los principales argumentos que hemos oído? La inoportunidad, por la crisis; el desastre económico que el proceso de transición supondría para Cataluña; la ilegalidad de los procedimientos y sus consecuencias; los riesgos para la cohesión social, es decir, los discursos del miedo. Es difícil contrarrestar un movimiento al alza solo con argumentos negativos.

La única incógnita de estas elecciones está en si existe o no un voto oculto de malestar por las políticas de austeridad. De ello depende que CiU se acerque o se aleje de la mayoría absoluta. Y lo mejor que le puede pasar al Gobierno es que este voto se vaya a la abstención. En vez de dar batalla en este terreno, el PSC entra en el planteamiento plebiscitario de CiU. Buscando visibilidad a la desesperada, Navarro pronuncia un no rotundo a la independencia, con lo cual achica su propio espacio. Da a las elecciones el carácter refrendario que CiU busca, renuncia a ganar votos en el catalanismo y se centra en la disputa con el PP. El país necesita con urgencia un partido de izquierda fuerte como contrapeso de CiU. Todo indica que estas elecciones servirán para que sepamos definitivamente que este partido no será el PSC, empeñado en estar en terreno de nadie: en Cataluña (donde es invisible), en España (donde no pinta nada).

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