Arte en las yemas de los dedos
El Bellas Artes de Bilbao presenta una muestra de cinco de sus obras en relieve para que puedan apreciarlas los invidentes
Manuel Moreno es ciego, pero sus manos recorren el cuadro en relieve de Ribera enumerando lo que tocan como si lo viese con nitidez: “Los ángeles sostienen la palma junto al rostro de la mujer. Aquí están las cejas, los ojos…” Ante el estupor de los presentes, responde que no es un acertijo: “¡Estoy en la certeza de que son las cejas!”
Por su trabajo como director del Museo Tiflológico, el centro que reúne en Madrid el patrimonio cultural de la ONCE, le invitan a muchas inauguraciones. “El arte a veces duele, porque te enamora pero no llegas a captarlo”, cuenta. “Hasta ahora me tenían que describir los cuadros, pero esa sensación de impotencia y de pena ha desaparecido con este proyecto. Me faltan las palabras; es un sueño”, añade.
“Este proyecto” se llama Arte para tocar, y es el resultado palpable —literalmente— de tres años de investigación. Ayer llegó por primera vez a un museo, el Bellas Artes de Bilbao, materializado en una exposición permanente de cinco obras de su propia colección copiadas en relieve con sus correspondientes audioguías. Para su director, Javier Viar, “es un gran paso en la accesibilidad” que “muy pronto” imitarán otros museos.
“Hace años hablaba con Viar sobre la posibilidad de socializar el arte y hacerlo accesible a las personas con discapacidad”, comentaba Alfonso Menoyo, director de Relaciones Institucionales de Iberdrola, que patrocina esta iniciativa, Iberdrola. “Se habían dado pasos en lo laboral, en lo deportivo, pero faltaban los museos. Y ahora, la tecnología y la innovación se han puesto al servicio de la solidaridad”, apostilló.
La técnica empleada para darle relieve a las obras recibe el nombre de didú y es una patente de la firma bilbaína Estudios Durero. Su director, Ander Soriano, se hallaba exultante: “Por fin es una realidad. Ya hemos empezado a recibir llamadas interesadas desde centros de arte y esto no ha hecho más que empezar”.
“¡Siempre te he dicho que esto tiene vocación de cruzar el charco!”, le espetaba Juan Torre. En el camino hasta llegar aquí la ayuda de este veterano fotógrafo, quien perdió un 92% de visión por una enfermedad, ha sido vital para Soriano y su empresa. Torre ha elaborado las audioguías que organizan la exploración táctil de los lienzos junto con Eneko y Alicia, también discapacitados visuales. Ella se quedó con las ganas de entrar al MoMA en una reciente visita a Nueva York. “No había nada para nosotros”. Ayer, acudió con su perro guía a la inauguración de Arte para tocar, visiblemente emocionada.
Moreno puntualizaba que la audioguía resulta clave: “Te haces una representación mental de las formas y los colores y el cuadro se te queda grabado”. Basta con colocarse un antifaz opaco y unos cascos para ponerse en su lugar, aunque las yemas de los dedos no cuenten, ni de lejos, con su habilidad. “Lo mejor de todo es que personas que ven y que no ven comenten juntas una obra, cada una desde su autonomía. Eso es la leche”, concluye Torre.
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