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crítica | rock
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Como si no hubiera pasado el tiempo

The Dream Syndicate llena la sala El Sol en un mítico concierto

El ambiente era el de las grandes ocasiones, y no por capricho: se dirimía un episodio con visos de pasar a la posteridad. El Sol agotó el papel (asistieron hasta dos entusiastas holandeses) para vivir el reencuentro de The Dream Syndicate, una de esas formaciones que desmienten la supuesta fatuidad de los ochenta. Ellos extendieron la religión del rock underground por la costa Oeste, se ganaron la amistad de correligionarios más amigados con la fortuna (R.E.M.) y tiraron la toalla en 1988, tras cuatro álbumes de los que solo el primero logró verdadera trascendencia.

Anoche, 24 años después de aquella capitulación, el gran Steve Wynn retomó la historia de este Sindicato del Sueño como si el tiempo no hubiera pasado. El ilustre rockero angelino se mantiene elegante, furioso, sin casi atisbo de pinceladas blancas en los rizos. Esa voz rasposa y cáustica, la mejor réplica del Lou Reed de Velvet Underground, sigue arañando como esperábamos, salvo algún puntual naufragio (Loving the sinner) con la afinación. En realidad, puede que a Wynn solo le atormente que ninguno de sus trabajos solistas haya rozado la acogida del memorable The days of wine and roses, de cuya publicación se celebra esta semana el trigésimo aniversario.

Steve no quiso jugar solo esa baza y abrió con ocho temas de trabajos posteriores. Pero tras Boston (con cita de Tupelo honey, de Van Morrison,) llegaron los nueve cortes que le reservaron un hueco en el altar de Kurt Cobain y tantos adolescentes de la época. Tell me when it’s over, la emotiva When you smile, el solo de guitarra en Halloween, el épico tema central… La velada quedó registrada para un futuro álbum que merecerá la pena atesorar.

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