Una formación “de lujo”
El coste de los másteres públicos, que cursan más de 17.000 alumnos, se ha disparado El precio de las tasas dobla el del curso pasado
“¿Hacia dónde diablos caminamos?”. Eva Fernández, que quería matricularse en un máster completo, terminaba así la carta que envió a EL PAÍS semanas antes del inicio de curso. A mitad de verano, cuando se disponía a echar la matrícula para Teoría y Crítica de la Cultura en la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), se encontró con la sorpresa: el precio era el doble del año anterior. “¡Qué es esto! ¡5.850 euros! ¡Pero si costaba 2.250 euros!!”, escribía expresivamente en su queja, en la que explicaba que intentaba protestar frente a una universidad cerrada por vacaciones y cuestionaba que los rectores de la enseñanza pública madrileña permitieran la “brutal subida”. “¿Por qué nos han dejado malgastar nuestro tiempo pensando qué queremos ser de mayores?”, añadía.
Fernández, que repite varias veces que su caso es uno de muchos, ha decidido matricularse de algunas asignaturas en lugar de cursar el postgrado completo. “Estaba decidida a no hacerlo, no solo por la cuestión económica, sino porque es humillante”, explica al teléfono esta licenciada en Sociología, que quiere enfocar su carrera hacia la investigación, aunque ahora tendrá que hacerlo más despacio.
El Ministerio de Educación aprobó una subida de tasas para las universidades públicas que supuso hasta más del 50% de subida en los grados y que ha disparado los precios en los posgrados en un momento en el que tanto desde los sectores académicos como de los políticos se apunta a la especialización y la investigación como herramientas clave para dejar atrás la crisis económica.
El ministerio que dirige José Ignacio Wert fijó que el alumno debe cubrir la mitad del precio del máster de su propio bolsillo. Luego las comunidades autónomas y las universidades se pusieron a hacer cuentas y llegó el verano. La Comunidad de Madrid publicó el 30 de julio, en plenas vacaciones y con las ventanillas de reclamaciones de las universidades cerradas, las nuevas tarifas de los másteres, cuyos precios se han disparado. Entre los 30 más solicitados en los campus públicos madrileños (ver cuadro), 11 casi doblan su precio y otros 13 se encarecen todavía más, hasta multiplicar por 2,5 la cuota. Los rectorados aplican a regañadientes esta subida con varios temores: perder alumnos por una oferta cada vez más dirigida a las élites, que los precios acaben equiparados a los de la oferta privada, y que los futuros investigadores se marchen a otros países de Europa o incluso frenen sus carreras.
Alumnos de posgrado por universidades
En las seis universidades públicas madrileñas estudian 200.380 alumnos, más otros 15.000 matriculados en centros adscritos, según los datos oficiales disponibles en la web de la Comunidad de Madrid, correspondientes al curso 2010-2011.
Otros 50.000 se matricularon en universidades privadas y de la Iglesia católica. El resto optó por la formación a distancia, con 41.500 matriculados en la UNED y 1.829 en la Universidad a Distancia de Madrid (Udima)
Más de 17.000 estudiantes cursaron un máster el curso pasado en la pública, según estimaciones de las universidades. Fueron 5.248 en la Complutense; 3.489 en la Rey Juan Carlos; otros 2.500 en la Autónoma; 2.329 en la Carlos III; 2.002 en la Politécnica y 1.813 en la Universidad de Alcalá de Henares.
Más de 17.000 estudiantes cursaron un máster el año pasado en alguna de las seis universidades públicas madrileñas, según estimaciones de los campus. Los rectorados calculan que el incremento que se ha aplicado a las matrículas provocará que entre 900 y 1.000 estudiantes (del 5 al 10% del total) renuncien este año a apuntarse. La subida de precios, sumada a los recortes en la educación, ha provocado un tenso inicio de curso con protestas previstas a final de mes por los sindicatos mayoritarios y la amenaza de una huelga indefinida que, de momento, solo respaldan centrales minoritarias como CGT y algunas plataformas de docentes y estudiantes. Entre las movilizaciones, surgió una propuesta de “desobediencia civil” que conmina al alumnado a reclamar becas de forma masiva con el objetivo de retrasar el pago de las matrículas y, de paso, frenar temporalmente una de las vías de financiación de los campus, que han perdido 175 millones de euros en el recorte del presupuesto regional que aprobó la Comunidad de Madrid en julio.
En la mayoría de los casos, las universidades afirman que entienden las protestas de los estudiantes y el clima de confrontación, aunque no comparten las formas. El 3 de septiembre, en la inauguración oficial del curso académico celebrado en el aula magna de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), varias decenas de estudiantes con pancartas boicotearon la ceremonia al grito de “¡Vuestras tasas no las pagamos!”, “¡Vergüenza!” o “¡Huelga indefinida!”. La protesta incluyó insultos a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que no asistió al acto. “Espe no te vayas, muérete”, se podía leer en una pancarta por la que la dirigente anunció que emprendería acciones legales.
Los alumnos repartieron folletos en mitad de la concentración con tablas en las que se reflejaban las subidas en los grados y en los másteres. “Aunque entienda las reivindicaciones, el discurso no es razonable, hay frases que no se deben decir”, señala Juan Ramón Velasco, vicerrector de posgrado de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH). “Increpar a los rectores es confundir los motivos”, añade su homólogo en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), José María Alunda. “Mi rector no puede saltarse la ley aunque no la comparta”, añade.
Las universidades defienden que los precios -con un mínimo de 65 euros por crédito y de 35 en los másteres que habilitan para ejercer una profesión, como profesor o abogado- les vinieron dados, que los fijó la Comunidad de Madrid sin negociación. Todas coinciden en que no pudieron negociar las cuotas. La Complutense y la de Alcalá añaden incluso que enviaron a la Administración cuotas más bajas para los estudiantes que, según sus cálculos, cubrían la mitad del precio total como exige el Ministerio: 50 euros por crédito. “Nuestras estimaciones resultaron más baratas pero no nos dejaron aplicarlas: quieren que actuemos como recaudadores”, señala Alunda (UCM).
Un portavoz de la Consejería de Educación asegura que se hizo un cálculo “tomando los datos de las propias universidades” y que cobrar 50€ por crédito “incumpliría” el decreto ministerial. La Comunidad de Madrid defiende “un modelo en el que los precios de los másteres en España vayan aproximándose al coste real”, añade el citado portavoz. El Gobierno regional aboga por complementar este modelo con un sistema de créditos bancarios a los estudiantes para que los alumnos “de rentas más bajas con méritos académicos acreditados tengan igualdad de oportunidades”.
Para las universidades, la igualdad de oportunidades llega con las ayudas públicas, no con los bancos. “El gran talón de Aquiles del nuevo sistema es que no lleva aparejada una buena política de becas”, señala Isabel Gutiérrez, vicerrectora de postgrado de la UC3M. “Hay que luchar por un sistema de becas que garantice la equidad”, defendió el pasado viernes el presidente de los rectores madrileños, Daniel Peña, en una entrevista digital con los lectores de elpais.com
“Los másteres universitarios se han convertido en un objeto de élite para el ministerio”, apunta el adjunto al vicerrector de postgrado de la Politécnica, Francisco Javier Elorza. Calcula que las becas cubrirán un 10% de las solicitudes y no al completo. “El precio sube para los estudiantes, pero la cuantía de las ayudas se ha congelado”, denuncia Velasco (UAH).
Los vicerrectores temen no poder garantizar el acceso de todos los estudiantes que lo merezcan, y que la gran perjudicada sea la investigación. “Si pongo como barrera de entrada un mínimo de 4.000 euros, ¿quién va a investigar en determinadas áreas?”, añade Velasco. Desde la Consejería de Educación replican que la calidad investigadora “no guarda relación directa” con el precio de un máster. “Si fuera así, los campus españoles llevarían años arrasando en los rankings mundiales, y la Universidad de Stanford o el MiT [el Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Boston] estarían a la cola”, según el citado portavoz.
Rebeca G., de 34 años, tiene doble licenciatura en Derecho y Periodismo. Esta mujer, que pide figurar sin apellido, se quedó en paro y decidió retomar su vieja idea de hacer un doctorado para investigar la interacción entre redes sociales, jóvenes e identidad. La subida del máster que quería cursar, Teoría y Crítica de la Cultura en la UC3M, le ha dejado sin opciones. No tiene recursos para pagarlo y se queda sin beca pese a su buen expediente, explica. “Ya no depende del nivel académico, sino del expediente económico”, se lamenta. “Si hubiera encontrado estos precios cuando empecé a estudiar, estoy segura de que ahora no tendría dos licenciaturas. Van a conseguir que la universidad se convierta en un bien de lujo”.
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