Un festival confortable que roza el milagro
El Dcode, que cambia de fechas, trae a la Universidad Complutense a The Killers
La principal novedad del Dcode es que ha cambiado de fecha. Si su primera edición se celebró en junio de 2011, esta segunda se ha trasladado al 14 y 15 septiembre. “Tenemos que hacerlo en un periodo que no moleste a la actividad docente”, explica Ramón Martín, codirector del certamen.
Es lo que tiene haber pillado el chollo de la ciudad: el Complejo Deportivo Cantarranas, en terrenos de la Universidad Complutense. Dcode es el único festival que se celebra en el área urbana del municipio de Madrid que puede prolongar su horario hasta la madrugada, hasta las cuatro, para ser exactos. Alguna contrapartida tenía que tener.
Aunque, reconoce Martín, no es el único motivo. “Este año se ha mezclado que teníamos otro gran festival”. ¿Se refiere al Día de la Música? “No, no, no. Rock in Rio”, corrige. “Con el Día de la Música hablamos el mismo lenguaje y nos podemos poner de acuerdo en caso de conflicto, pero con Rock in Rio, no”.
Había dos problemas con Rock in Rio. El primero, que uno de los socios del Dcode, la promotora Live Nation, lleva también la dirección artística y contratación del evento de Arganda del Rey, con lo que coincidir en fechas sería hacerse la competencia. Una lucha en la que tienen todas las perder. “Es un festival que gasta mucho en comunicación, se mueve muy bien con los sponsors y te puede opacar”, explica, antes de confesar. “El sponsoring, a nuestro nivel, está desaparecido”.
Es más optimista en cuanto a la venta de entradas. “Nosotros estamos por encima de nuestras expectativas. Entendiendo todo: la que está cayendo, la incertidumbre. Yo comprendo que, para una persona de nuestro perfil, hacer el ejercicio de ahorrar un poquito para comprar la entrada es difícil, y es algo que agradecemos mucho”.
Lo más destacado del cartel
- Django Django. El debut de estos cuatro escoceses, publicado este año por el sello francés Because, el mismo que tiene en nómina a Metronomy, es una infecciosa mezcla de ritmos quebrados, melodías pegadizas y voces a lo Beach Boys. Divertido, original y sexi en ocasiones. Es su primera visita a España.
- Kimbra. Kimbra Johnson es una neozelandesa de 22 años asentada en Melbourne. Su primer disco, Vows, fue editado en Oceanía en 2011, y en el resto del mundo hace apenas dos semanas, el 29 de agosto. Todo porque como voz femenina del celebérrimo Somebody that I use to know, de Gotye se ha convertido en una cara y una voz reconocible en todo el mundo y en pretendiente al trono de nueva diva pop.
- Sigur Ros. El excéntrico colectivo islandés, liderado por Jonsi, es uno de esos éxitos comerciales inesperados que se dan de vez en cuando. Atmosféricos hasta lo hipnótico, traen un espectáculo visual propio. Valtari, su último disco, ha sido un parto complicado que casi acaba con el grupo, según han confesado. No venían a Madrid desde 2008.
- The Killers. Brandon Flowers, líder y cara visible del cuarteto de Las Vegas, es tan ambicioso como sensato. Por eso, consciente de que su intento de carrera en solitario no salió tan bien como esperaba y eso significaba bajar de nivel comercial con respecto a su grupo, decidió volver a lo ya conocido. Llegan a Madrid tres días antes de publicar su nuevo álbum, que se llama Battle born (Nacido en la batalla).
- Justice. Circula por Internet una fotografía en la que estos dos músicos electrónicos franceses pinchan en un festival visiblemente intoxicados y con su mesa desenchufada. Aun siendo dudoso cuánto de su espectáculo va en directo y cuánto pregrabado, no hay que olvidar que es eso, espectáculo.
Según sus estimaciones, el viernes, noche en la que los principales atractivos son el grupo islandés Sigur Rós y el dúo francés de electrónica Justice, acudirán 15.000 personas. El sábado, día en el que actúan The Killers, el grupo de mayor tirón popular de la veintena que aparecen en el cartel, esperan alrededor de 20.000 personas.
“Nos pilló desprevenidos”
Teniendo en cuenta que los abonos cuestan 90 euros, y la entrada para cada uno de los días, 60, la venta cubriría, en el mejor de los casos, 2,1 millones de euros. Para llegar a ingresar los 2,5 presupuestados deberán confiar en las barras. Y siempre cabe esperar que, en una comunidad autónoma de cuatro millones de habitantes, la venta se acelere en el último minuto. “A pesar de que la subida del IVA nos pilló desprevenidos y sin posibilidad de reacción, en agosto hemos vendido más de 3.000 entradas, cosa que nos ha sorprendido bastante”.
El Dcode, sin embargo, cuenta con varias ventajas a la hora de asentarse, algo que en esta ciudad roza lo milagroso. La primordial, que es un festival con vocación de ser confortable ya desde su localización, un recinto verde, bien situado y comunicado. Y el cambio de fecha hace que las infernales temperaturas del verano madrileño den paso a un clima mucho más llevadero y agradable. “Esta es una ciudad exigente y lo sabemos, pero el cartel ha mejorado mucho desde el año pasado. Los horarios están pensados para que se pueda ver prácticamente todo, que es lo mínimo que le debemos a alguien que ha pagado su entrada”.
Festival Dcode. Días 14 y 15 de septiembre. Complejo Deportivo Cantarranas de la Complutense.
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