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El líder de los Casuals afronta 53 años de cárcel por torturas a ‘narcos’

El fiscal relata la “inhumana crueldad” del grupo liderado por Ricardo Mateo

Jesús García Bueno
Uno de los casuals detenidos en la operación policial de 2010.
Uno de los casuals detenidos en la operación policial de 2010.ALBERTO ESTÉVEZ (EFE)

Los Casuals, la facción más violenta de los Boixos Nois —los seguidores radicales del Barça— se estrenaron como organización criminal robando y extorsionando a traficantes de drogas. Bajo el férreo mandato de su líder, Ricardo Mateo, un grupo de hombres agresivos se unió para dar palizas por encargo y apoderarse de la droga de los narcos haciéndose pasar por policías. La próxima semana se sientan en el banquillo de los acusados por asociación ilícita, torturas y lesiones, entre otros muchos delitos. Como jefe de la banda, Mateo afronta la pena más elevada: el fiscal solicita para él 53 años de cárcel.

Más de la mitad de los acusados pertenecen a los Casuals y estuvieron en prisión provisional por aquellos asaltos. Pero las rejas no les impidieron seguir cometiendo delitos; por ejemplo, dando palizas en prisión. Al quedar en libertad, organizaron una red de extorsión que tuvo en jaque a decenas de dueños de discotecas de Barcelona. Los Mossos d’Esquadra les detuvieron de nuevo en 2010 en un caso en el que hay más de una treintena de imputados.

Los nombres se repiten en ambos casos: además de Mateo, entre los acusados hay viejos conocidos como Antonio Torn, alias Antoñito, y Carlos Muñoz. Antoñito fue, presuntamente, responsable de las amenazas de muerte al expresidente del FC Barcelona Joan Laporta, después de que este vetara el acceso de los hinchas radicales al Camp Nou. Muñoz fue condenado por el asesinato a puñaladas de un joven a la salida de la discoteca Nick. Ocurrió en 2005, apenas seis meses después de dejar la cárcel.

El escrito de acusación del fiscal Gerardo Cavero sitúa los asaltos a traficantes en torno a 2002. Los acusados “aparentaban un despliegue policial” para apoderarse de la droga. Iban pertrechados con chalecos, uniformes y placas que les proporcionaba uno de ellos, Manuel González, que entonces trabajaba en el servicio de información de la Guardia Civil de Girona. Los presuntos asaltantes “amedrentaban” a los narcos con toda clase de armas “con las que les infligían palizas con una inhumana crueldad” y un trato “despiadado”, relata el fiscal.

A principios de 2003, Mateo, el guardia civil y otro acusado abordaron a dos hombres en Cambrils (Baix Camp) y les detuvieron. Les mostraron placas de policía, les sujetaron las muñecas con grilletes e incluso les leyeron sus derechos. Después les llevaron a un descampado y les introdujeron en una furgoneta, donde les propinaron golpes con objetos cortantes para que confesaran dónde estaba la droga. Como una de las víctimas no hablaba, los acusados colocaron en su boca el cañón de una pistola y jugaron con él a la ruleta rusa. Después amenazaron con cortarle los dedos. Los acusados, sigue el fiscal, blandieron un hacha, colocaron la mano derecha del traficante en una tabla de madera de carnicería y le seccionaron por completo el dedo índice.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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