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TEATRO

Terapia tragicómica con Charo López y Javier Gurruchaga

'Carcajada Salvaje’, escrita en los 80 por Christopher Duran, llega mañana a Bilbao

Charo López y Javier Gurruchaga, en la presentación en Bilbao de ‘Carcajada salvaje’
Charo López y Javier Gurruchaga, en la presentación en Bilbao de ‘Carcajada salvaje’FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

En la obra de teatro Los Días Felices, escrita por Samuel Beckett hace medio siglo, cierta frase dice: “Soltó una carcajada salvaje en medio de la más dolorosa aflicción”. Ese es el espíritu que mueve a Carcajada salvaje, que llega mañana a Bilbao protagonizada por dos monstruos de las artes escénicas, Charo López y Javier Gurruchaga. Los dos se erigen en portavoces del texto de Christopher Duran, escrito a finales de los 80 como una tragicomedia sobre la condición humana. Y a los dos les sobran ganas de reír y hacer reír, pese al momento que atraviesa la cultura.

La puesta en escena, explica López, “está inspirada en esas terapias escénicas en que el paciente se desahoga en el escenario”. De ese modo los protagonistas, dos neuróticos “que chocan con el mundo”, a punto de explotar y hacer cualquier locura, no se comunican entre ellos hasta el acto final.

“Christopher Duran ha hecho un fotomatón de los tiempos en que vivimos”, cuenta Gurruchaga, “y muchos se verán retratados”. El polifacético actor y músico donostiarra acaba de regresar de tocar en el mítico antro de Liverpool donde empezaron los Beatles, The Cover, con la Orquesta Mondragón. “Los días deberían tener más de 24 horas”, bromea, aunque se siente agradecido: “El trabajo es un gran refugio, y más si es para hablar de las miserias humanas con una sonrisa”.

Para Charo López, “el gran misterio de la interpretación es que tienes que salir al escenario y dar lo mejor de ti misma aunque tus problemas estén gravitando”. La veterana actriz reconoce que no se cansa de repetir obra: “Porque no me canso de vivir”.

Dirigida por Josep Costa, la esencia de Carcajada Salvaje es, según Gurruchaga, “lo poca cosa que somos”. De ahí la impotencia para denunciar la que está cayendo, dice, y concluye: “Porque al final, por muy solos que estemos, solo nos queda respirar”.

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