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CARLOS HIPÓLITO| Actor

“La música añade emotividad a los personajes”

Carlos Hipólito se incorpora en Bilbao al reparto del musical 'Sonrisas y lágrimas' encarnando al capitán Von Trapp

Carlos Hipólito.
Carlos Hipólito.LUIS ALBERTO GARCÍA

El actor Carlos Hipólito (Madrid, 1956) se incorporó ayer en Bilbao al reparto del musical Sonrisas y lágrimas encarnando al estricto capitán Von Trapp, partidario de educar a sus siete hijos a golpe de silbato. Después de una carrera profesional de más de 25 años, este el segundo musical en que trabaja después del estreno este mismo año de Folies.

Pregunta. ¿Cómo se siente en el papel del antipático Von Trapp?

Respuesta. Muy a gusto. Es antipático al principio, pero es un personaje con una gran evolución. Llega a resultar entrañable porque, en su dolor al haber perdido a su mujer, construye una relación con sus hijos a través de la disciplina. Maneja la casa como si fuera un barco, hasta que llega María. La obra en inglés se titula The Sound of Music (“El sonido de la música”) porque María trae la música, que es una metáfora de la vida y el amor. Con ella se abren las ventanas y entra la luz, y la posibilidad de dar cariño. No me resulta tan antipático. Creo que le entiendo y lo puedo contar bien.

P. ¿Qué supone el musical en su carrera?

R. Es un sueño cumplido. Tengo una vinculación emotiva con la historia de Sonrisas y lágrimas porque vi la película de pequeño y me encantó. Tiene algo que me atrapa. Me permite seguir con lo que empecé con Folies: trabajar en el teatro musical, un género que como espectador me gusta mucho y que hasta ahora no había podido hacer. La música, el canto, me aportan una energía añadida como intérprete.

P. ¿Más que una dificultad?

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"Sonrisas y lágrimas’ es interesante porque es un clásico”

R. Por un lado es una dificultad porque exige prepararte y una disciplina vocal, pero añade un componente de emotividad a los personajes, que ayudan a empatizar con el público. Todos sabemos del poder evocador de la música, que al escucharla te provoca emociones, recuerdos. La posibilidad de usar la palabra, un arma maravillosa en el escenario, acompañada de la música es, realmente, muy grato. También es arriesgado. Yo he dado un salto mortal a estas alturas de mi carrera.

P. ¿Por qué lo ha hecho después de alcanzar el éxito en televisión y en el teatro?

R. Porque no me gusta nada estancarme. Cuando ya parece que he encontrado un sitio acomodado, pego el salto y me salgo de ahí. Creo que es la gimnasia imprescindible para cualquier intérprete.

P. ¿Qué tiene más peso en esta versión las sonrisas o las lágrimas?

R. Está muy equilibrado porque creo que Jaime Azpilicueta [el director] ha conseguido agudizar el sentido del humor de algunas escenas y ha ayudado a que la comicidad surja de manera espontánea, y, por otro lado, la parte más emotiva está hecha a fondo, con una filigranita para conseguir que haya mucha verdad en escena. El peligro que tienen estas historias con un componente romántico importante es que pueden llegar a lo cursi, a lo almibarado, enseguida La única manera de huir de eso es la verdad en la escena.

P. ¿Cómo han conseguido mantener el interés de una historia tan conocida?

R. Es interesante porque es un clásico. Es producto de una época, pero el conflicto del que habla es eterno. Habla de la familia, de política, de amor, de valores éticos que no van solo por ser buen padre, buen marido o buena monja, sino que también está hablando de ser un buen patriota y no aceptar la ocupación de tu país, que es lo que hace el capitán Von Trapp.

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