La ‘miseria’ cerca las Glòries
En el último año ha aumentado el número de vendedores ilegales alrededor de Els Encants Vecinos y comerciantes creen que el mercado de la miseria perjudica la imagen del barrio
Ocho zapatos sin sus respectivas parejas, dos collares de bisutería, un reloj de pulsera de tres esferas y una batidora añeja. Todo se expone encima de una manta que no supera el metro cuadrado. Son los productos que Rachid, un treintañero magrebí, intenta colocar a los transeúntes que pasan por las inmediaciones de recinto de la feria de Bellcaire, en Barcelona, popularmente conocido como Els Encants Vells, uno de los mercados más tradicionales de la ciudad.
Nada de lo que vende Rachid supera los cinco euros y la procedencia de sus productos es dudosa. “Todo son cosas robadas o recogidas de la basura”, denuncia Pedro García, de 57 años y vecino de la zona. Rachid forma parte de lo que se ha denominado coloquialmente mercado de la miseria, que desde hace algunos años se coloca en la zona de la plaza de las Glòries los lunes, miércoles, viernes y sábados, coincidiendo con los días que abre el mercado de Els Encants.
Al lado de Rachid, un compatriota suyo vende todo tipo de objetos. Ambos se encuentran en la confluencia de la calle Independència y la avenida Meridiana. No son los únicos; hasta una cincuentena de comerciantes se agolpan en hilera mientras los posibles compradores rebuscan entre las montañas de artículos. Cada vez hay más clientes. A los jubilados con pensiones nimias, se han unido las familias que han visto como su sueldo mermaba en los últimos años.
La localización del mercado de la miseria es indefinida. Se mueven alrededor del Els Encants buscando las zonas en las que no haya presencia policial. “Nosotros ahora estamos vigilando esta zona [en referencia al cruce de la calle del Dos de Maig y Consell de Cent] y no hay nadie vendiendo, pero no todas las áreas están controladas”, relata un agente de la Guardia Urbana que el pasado viernes 17 de agosto custodiaba la periferia del mercado. Jordi Vilasaló, sargento del mismo cuerpo, asegura que toda la periferia de la plaza de las Glòries está vigilada.
“Todo lo que venden es robado o de la basura; esto es una porquería”
Vilasaló asegura que el problema que tienen para controlarlos está motivado por los horarios, ya que los manteros se colocan al mediodía y por la tarde, cuando los agentes hacen los cambios de turno.
A pesar de que en los últimos meses ha habido un aumento de la presión policial en la zona, el número de vendedores ilegales ha crecido desde el verano pasado, denuncia Diego Escámez, presidente de la Asociación de Comerciantes de Els Encants. Escámez matiza que el tamaño del mercado ilegal varía. “Hay veces que no se pone nadie y otras que hay muchísimos vendedores”, relata. En la última operación contra los manteros se decomisaron 350 kilos de material, mientras que solo se interpusieron nueve denuncias por venta ambulante. “No les importa lo que venden, cuando nos ven corren y dejan todo el material”, argumenta Vilasaló, que los define como “no agresivos”.
Durante el mes de julio del año pasado la presión policial sobre otro mercado de la miseria en Badalona, gobernada por el popular Xavier García Albiol, provocó el éxodo de centenares de comerciantes ilegales hacia la periferia de Els Encants. “Llevan muchos años por aquí, pero desde entonces hemos notado un aumento muy significativo de manteros”, revela Escámez. A pesar de esto, el presidente de los comerciantes no quiere hablar de pérdida de ventas derivada de la competencia: “Ahora se gana menos, pero no sé si por culpa de los vendedores ilegales”.
En la última redada la Guardia Urbana decomisó más de 350 kilos de material
Tanto el vecindario como los comerciantes se han declarado en contra de estos “mercadillos llenos de porquería”, lo define García. “No los queremos aquí”, afirma Escámez. Todos los perjudicados coinciden en que esta práctica degrada la zona y da sensación de inseguridad. Están de acuerdo, sin embargo, en que muchos de los vendedores ilegales lo hacen por “necesidades extremas”.
Rachid espeta con resignación que es lo único que tiene para vivir. “Nada de lo que vendo es robado; lo encuentro por la calle”, afirma. La crisis del ladrillo ha empujado a muchos de estos vendedores a salir a la calle a buscar sustento de cualquier forma. Ellos consideran que no hacen daño a nadie, aunque los comerciantes de Els Encants denuncian que es competencia desleal. Escámez paga cerca de 500 euros mensuales por su tienda en el interior del mercado.
El presidente de los comerciantes de Els Encants reconoce que hay otro problema que deriva de la presencia de los vendedores ilegales: “Muchos compradores aseguran que lo que han adquirido es de aquí cuando en realidad se lo han comprado a los manteros”, apostilla. Y recuerda: “Todo lo que vendemos nosotros es legal y son productos de calidad; allí fuera no siempre es así; esto perjudica nuestra imagen”.
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