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Será que no lo necesitan

Los tres toreros dejaron pasar una oportunidad ante un aprovechable encierro de La Quinta

El diestro Antonio Ferrera en su segundo toro de la tarde, ayer en Vista Alegre.
El diestro Antonio Ferrera en su segundo toro de la tarde, ayer en Vista Alegre.FERNANDO DOMINGO-ALDAMA

¡Qué poca ambición! Tres toreros que están lejos del círculo de las grandes ferias y que dejaron pasar la oportunidad de reivindicarse. La corrida no fue para cantar alabanzas, pero los seis toros fueron para cortarles orejas y llamar a las puertas de otras ferias.

Es cierto que en el toreo moderno los contratos se hacen en los despachos y luego se cumplen en el ruedo, pero la condición de los espadas de ayer, tres toreros que deben abrirse paso, no concuerda con lo que hicieron en la arena. Y se fueron satisfechos, con la sensación del deber cumplido.

Un apoderado de antaño habría desatado una tormenta con su torero a la llegada al hotel. Ayer, no sabemos si hubo tempestad, pero no es de recibo la pasividad de estos actuantes en las Corridas Generales.

Y la gente, sufrida parroquia de Vista Alegre, buena, benévola, hasta hizo saludar al final de algunos trasteos. Debieron saludar, pero para despedirse y que usted no vuelva.

LA QUINTA / FERRERA, GALLO Y MORENITO

Seis toros de La Quinta, bien presentados, justos de fuerza, pero con calidad. Antonio Ferrera, estocada caída (saludos) y pinchazo, estocada corta y descabello (saludos). Eduardo Gallo, estocada haciendo guardia y estocada desprendida (saludos) y estocada y descabello (silencio tras aviso). Morenito de Aranda, pinchazo bajo y dos descabellos (silencio) y tres pinchazos y estocada desprendida (silencio).

Plaza de Bilbao. 19 de agosto de 2012. Menos de media entrada. Segunda de las Corridas Generales.

Los santacolomas de La Quinta lo fueron de hechuras. Corrida bien presentada, en tipo, seria de cara y con el problema de estar escasos de fuerzas, pero embistiendo y queriendo meter la cara; con poquitos problemas que resolver salvo el quinto. Ninguno sacó ese tan denostado picante del encaste que asusta a las denominadas figuras.

Toros para ponerlos de lejos. Como hizo Ferrera en el caballo, allí respondieron para acudir al cite a pesar de que no recibieran excesivo castigo. Toros para darles sitio y citarlos de lejos con la muleta, que vinieran con alegría y no abochornados en la corta distancia.

Pues en los cinco primeros nadie quiso reparar en ello y optaron por las cercanías, donde los de La Quinta se sentían impotentes. Alguien se lo debió advertir a Morenito de Aranda en el sexto, también de nombre Morenito, y lo llamó de lejos. A pesar de que las series no fueron limpias, hubo muletazos buenos. Tuvieron que pasar dos horas para darse cuenta de dónde estaban las claves del triunfo.

El lote de Antonio Ferrera fue bueno; el primero con fijeza y noble, mientras que el cuarto tuvo una gran calidad tanto por su alegría para arrancarse como para meter la cara. Se fue con media faena para adentro. Sólo quedará para el recuerdo la original manera de interpretar el tercio de banderillas, en el que alternó el uso del capote y las banderillas sin necesitar para nada a su cuadrilla.

El extremeño es ya un veterano y está curtido en mil batallas, pero Eduardo Gallo y Morenito de Aranda tendrán que pensarse mucho las razones por las que no aprovecharon las condiciones de sus enemigos, aplaudidos en el arrastre. El salmantino nunca se puso de verdad en su primero, a pesar de sufrir un revolcón sin consecuencias, y en el quinto fue incapaz de estar con solvencia, desarme incluido, ante el único astado que mostró ciertas complicaciones.

Por todo ello, la tarde fue sosa. Los espadas se empeñaron en torear bonito, pero debían haberse propuesto hacerlo bien y no como en otras anodinas tardes. Con los tendidos abandonados en cierto número por la competencia del fútbol liguero, los aficionados estaban remisos a aplaudir el toreo fácil y los silencios protagonizaron una tarde que debió ser importante para los acartelados ayer, que se dejaron pasar una gran oportunidad. Ellos sabrán por qué, quizás no la necesiten.

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