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Una comedia cruel

"Anfitrión" de Plauto, es un espectáculo sobre el abuso de poder dirigido por Juan Carlos Pérez de la Fuente en los jardines de Sabatini

Javier Vallejo
Un momento de la obra Anfitrión.
Un momento de la obra Anfitrión.JERO MORALES

“¿Una comedia? ¿Quién dice que Anfitrión es una comedia”, se preguntaba retóricamente Calixto Bieito cuando montó la versión de Molière, con el Teatre Lliure. El mito del general micénico exiliado en Tebas en compañía de Alcmena, su prometida, que no consiente en acostarse con él hasta verle llegar vencedor de quienes mataron a sus hermanos, tiene un pathos terrible. La misma noche en que Anfitrión vuelve victorioso de la guerra contra los Tafios, dispuesto a gozar por fin de su amada, Júpiter, caprichoso picaflor de todos los pistilos, decide hacerse pasar por él en su lecho y dejar de paso embarazada a Alcmena. De su vientre nacerá Hércules, que no se parece en nada al novio cornudo. Los dioses le han jugado una mala pasada.

Ni la pareja engañada, ni su criada, ni mucho menos el malévolo y atrabiliario Júpiter son tipos de comedia. Por mucho humor que Tito Macio Plauto quisiera ponerle a su recreación, la historia del hombre suplantado por un dios injusto resulta a la postre profundamente cruel: el comportamiento divino y el destino de Anfitrión y el de su criado Sosias acaban helando en los labios la sonrisa que en principio producen.

Que el tema de Anfitrión da para mucho más que una mera farsa de cuernos lo confirma el que Sófocles y Accio lo utilizaron antes en sendas tragedias, de las que se conservan unos pocos fragmentos, y el que Eurípides también colocó a Alcmena como protagonista de una tragedia, hoy perdida.

La versión de Eduardo Galán, estrenada anteanoche en los Jardines de Sabatini, convierte a Júpiter y a Mercurio, su hijo, en sendos representantes del poder arbitrariamente ejercido: ver a Anfitrión reclamando al dios supremo de los romanos que desenmascare a quién le suplanta en su alcoba, sin imaginar que éste es el propio Júpiter, es como ver a quienes no pueden pagar sus hipotecas pidiendo clemencia al banco que los desahucia.

Galán introduce tiradas enteras de texto referidas a la actualidad, con voluntad incisiva pero en tono amable: "Al final, el que tiene el poder compra y paga voluntades, hace lo que le da la gana y encima no va a la cárcel. ¡Qué mundo has creado, Júpiter! Un mundo en el que todo se infla", se lamenta Alcmena mientras su vientre se hincha cual burbuja inmobiliaria en cuestión de segundos.

A pesar de que Juan Carlos Pérez de la Fuente, su director, conduce la tragicomedia como si fuera una farsa, la gravedad del tema acaba imponiéndose al tratamiento que se le da: aunque se escucharon pocas risas durante el estreno, el público siguió la peripecia de principio a fin con suma atención. Dos enormes “Aes” mayúsculas inclinadas hacia el centro del escenario, cuyas cúspides sirven de Olimpo a estos dioses paganos, recuerdan con toda intención las Torres de Kio, símbolo del poder de otros dioses menores pero implacables. Metáfora obvia, el reno gigante con una cornamenta mayor todavía, que, cual escultura de rotonda, ocupa un pedestal en el centro del escenario, parece sin pretenderlo el logo de una marca de juguetes nórdica. El vestuario, resulta poco favorecedor, el femenino especialmente. Dentro del tono general de las interpretaciones, que se atiene al estilo que el director marca, Juanjo Cucalón, en el papel de Sosia, se mueve con más soltura. En resumen, un espectáculo éste, creado para el Festival de Mérida, ligero, divulgativo y veraniego.

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Anfitrión

Autor: Plauto. Versión: Eduardo Galán. Intérpretes: Roberto Álvarez, Natalia Millán, Jorge Roelas y Juanjo Cucalón. Dirección y escenografía: Juan Carlos Pérez. Jardines de Sabatini. Del 17 al 19 de agosto.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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