Crimen resuelto con 10 años de retraso
La policía detiene gracias a los avances en identificación de huellas a cinco atracadores Están acusados de matar en 2002 a un empleado de una empresa de Tarragona
El caso del asesinato de Juan Antonio López ha sido cerrado 10 años después. Varios encapuchados le mataron a tiros delante del almacén de bebidas en el que trabajaba, en Tarragona. La policía tenía certeza de quiénes habían sido sus verdugos, pero no las pruebas suficientes para encerrarles. El pasado mes de abril, los avances tecnológicos en la identificación de huellas dactilares y en la elaboración de perfiles genéticos permitieron detenerles y sustentar, ahora sí, la acusación.
No hicieron falta más investigaciones ni detalles. Un nuevo análisis de cuatro huellas —dos halladas en los cristales de un Opel Corsa, una en el maletero y otra en un CD— y un pelo en un pasamontañas fue suficiente para que el juez ordenase atrapar a cinco atracadores de una banda de L’Hospitalet de Llobregat.
El crimen se cometió el 25 de julio de 2002. Pasadas las siete de la tarde, varios encapuchados se presentaron en la empresa Discoda, dedicada al comercio al por mayor de bebidas, en el polígono tarraconense de Entrevías. Robaron en las oficinas y ya se marchaban cuando López se encaró con ellos. A uno incluso intentó levantarle el pasamontañas, según publicó el Diari de Tarragona.
Los ladrones le dispararon en la cabeza con una escopeta de cañones recortados y huyeron dejándole tendido en el suelo, muerto. Al día siguiente, la policía halló el Opel Corsa que usaron en el golpe, abandonado en la estación de servicio de la AP-7 de Roda de Barà. En el interior había varios objetos robados, un teléfono móvil, la escopeta y un revólver. El coche había sido sustraído poco antes en la zona del Garraf.
A través de las llamadas registradas en el móvil a un conocido traficante de droga de la zona de L’Hospitalet, los agentes siguieron la pista de los ladrones. El juez ordenó escuchas telefónicas y se estrechó el círculo, pero el análisis de las huellas dactilares resultó incompleto y no permitió identificarles.
La policía detuvo a los últimos atracadores en abril de este año
Las pruebas no eran de suficiente peso. Por eso, el Juzgado de Instrucción número 2 de Tarragona ordenó el sobreseimiento provisional de la causa y los cinco atracadores siguieron libres. Hasta que en 2010 el avance en las tecnologías de detección dactilar y de perfiles genéticos permitió resolver el caso, aunque la policía tardó casi dos años en detenerles.
El nuevo examen demostró que los atracadores viajaron en aquel coche, que sirvió para asaltar Discoda y matar luego a López, y que el pelo hallado en un pasamontañas pertenecía a otro de los acusados. Pero no solo eso. Los investigadores descubrieron con las nuevas evidencias que dos de los ahora detenidos habían participado también en una reyerta en Sant Boi de Llobregat (Baix Llobregat) que acabó con tres muertos.
10 años de investigaciones
» El 25 julio de 2002, varios encapuchados matan a tiros a un empleado de la empresa Discoda, en Tarragona.
» Al día siguiente, la policía halla el Opel Corsa que utilizaron en el golpe abandonado en la AP-7, en la estación de servicio de Roda de Barà.
» El análisis de las huellas dactilares y de los restos biológicos con los métodos existentes no es concluyente.
» En 2010, un nuevo examen de las huellas y los restos biológicos identifica a los atracadores.
» Entre marzo y abril de 2012, la policía detiene a los cinco implicados en el asesinato del empleado de Discoda. Dos de ellos vivían en Alicante, escondidos, tras una reyerta entre clanes, con tres muertos, en Sant Boi.
Ocurrió en noviembre de 2009. Dos clanes gitanos de la zona, los Heredia y los Castro, habían concertado la boda de una menor de 15 años. Una desavenencia entre las familias acabó en una reyerta. Murieron el padre y un hijo de los Castro, y el presunto autor material de los disparos contra ellos, un Heredia, que fue acuchillado. Los dos detenidos participaron también en la pelea y cumplieron prisión preventiva por ello, según fuentes policiales.
Los crímenes de Sant Boi provocaron tal cisma entre las familias que los Heredia tuvieron que huir del municipio. Muchos de ellos emigraron a Madrid. Otros, como los dos atracadores, se escondieron en Valencia. La policía dio con los dos primos en una barriada de Villena, en Alicante, a finales de abril de este año. Contra ambos pesaban órdenes de detención por varios robos.
El tercer detenido por el homicidio de Tarragona vivía en L’Hospitalet de Llobregat. Cuando los agentes se presentaron en su casa, intentó zafarse, oponiendo “una gran resistencia”, según una nota de la Jefatura Superior de Policía de Cataluña. Al cuarto y al quinto integrante de la banda no hizo falta ir a buscarles: se encontraban ya en la prisión de Can Brians.
Los cinco hombres arrestados una década después formaban parte de una peligrosa banda de atracadores y en el tiempo en que actuaron conjuntamente perpetraron cerca de 80 robos violentos en Barcelona e inmediaciones. A todos ellos se les acusa de asesinato, robo con violencia e intimidación, asociación criminal, robo de vehículo y tenencia ilícita de armas. Los agentes han detenido, además, a un traficante de drogas al que acusan de recibir objetos sustraídos por la banda a cambio de la droga que les suministraba.
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