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FERIA DE LAS COLOMBINAS

Competencia e insólito suceso

El mano a mano entre El Juli y Talavante fue muy divertido porque ambos toreros se esmeraron en una bonita competencia

Antonio Lorca
El Juli recibe con el capote a uno de los toros que lidió ayer.
El Juli recibe con el capote a uno de los toros que lidió ayer.julián pérez (efe)

El mano a mano entre El Juli y Talavante fue muy divertido porque ambos toreros se esmeraron en una bonita competencia, como debe ser en una corrida de este tipo. Otra cosa es que brillara el buen toreo. No hay que ser exigentes, que no están los tiempos para pedir peras al olmo. Divertido, sí. Se nota que los dos toreros son amigos y vinieron a Huelva a pasarlo bien y entretener al público, que es su primera obligación.

El suceso ocurrió en el sexto de la tarde. Estaba el sobresaliente Fernández Pineda hablando con El Juli, cercanos ambos a las tablas, mientras se procedía a picar al animal. Cuando sale del caballo, el toro fija la vista en el grupo y a la velocidad de un meteoro volteó al sobresaliente y lo empitonó contras las tablas. Aunque en un principio parecía que no había sido herido, el torero fue trasladado a la enfermería por las asistencias, y, felizmente, solo se le apreció un fuerte golpe en una rodilla. Se da, además, la triste paradoja de que Fernández Pineda, un torero que despertó ilusiones en sus inicios, no había dado un solo capotazo en toda la tarde, tal y como ya ocurrió en el mano a mano entre Tomás y Morante, con los que también hizo el paseíllo.

El sobresaliente, que no dio un pase, resultó cogido con espectacularidad

El momento culminante llegó en el segundo tercio del tercer toro, el segundo de El Juli. Hizo este un quite por saltilleras, su compañero le respondió por gaoneras, y volvió el madrileño por zapopinas. Ya estaban los tendidos emocionados cuando el diestro titular manda que se retiren los subalternos y toma las banderillas; pero antes de irse hacia el toro invita a su compañero, que no es experto en estas lides. Dos pares puso El Juli asomándose al balcón, y uno, al quiebro, Talavante, al tiempo que la plaza hervía de emoción y mostraba su contento con palmas por bulerías. Emocionante tercio, sin duda, y divertidísimo. En el cuarto toro hubo también competencia en quites, por delantales Talavante, y muy ajustadas chicuelinas las de El Juli, pero optaron por no tomar los garapullos a pesar de la petición de los tendidos, que es que la gente no se cansa de pedir. Talavante, entonces, le brindó la muerte del toro a su compañero, y este le devolvió el detalle en el quinto. Y todos tan contentos.

Como se puede apreciar el mano a mano fue una fiesta entre amigos, a la que colaboraron los toros de Núñez del Cuvillo, de correcta presentación y juego muy desigual; nobles la mayoría, pero con escaso fuelle en las entrañas, lo que, quizá, impidió faenas de alto voltaje.

Porque lo del buen toreo es otro cantar. Ninguno de los dos amigos se esmeró a la hora de la hondura, el empaque y la pureza con los engaños entre las manos. No hubo un lucimiento exquisito con el capote si se exceptúan las chicuelinas de El Juli al cuarto y un quite por zapopinas de Talavante al sexto. Abundó la disposición, pero poco quedó para el recuerdo.

Más brilló el divertimento, que no es mala cosa, que el buen toreo

Tampoco brilló el toreo de muleta si no se olvidan algunos naturales, tres en concreto, de Talavante al segundo de la tarde. Aprovechó las buenas condiciones del último y trazó varias tandas de naturales estimables y unas ceñidas bernardinas finales que emocionaron al respetable. Y poco más. El Juli se las vio, en primer lugar, con un toro violento y con genio que se las hizo pasar canutas. Dificultosa lidia la de ese animal, y el torero tuvo que emplearse a fondo para salir airoso del complicado envite. Es verdad que mostró entrega, seguridad y poderío, pero toda su labor resultó muy despegada, más propia de alguien que sabe vender bien su mercancía. Se rajó pronto el noble tercero —comprensible, quizá, después del esfuerzo realizado en los quites—, y su nobleza no fue suficiente para que la faena levantara el vuelo. Tampoco permitió excelencias el quinto, con el que solo pudo mostrar su habitual suficiencia ante otro animal agotado en el tercio final.

Alejandro Talavante se sintió solidario con su amigo y tampoco derrochó toreo del bueno. Agrado, todo, pero superficialidad, a borbotones. Quizá, sea la mala costumbre de una larga temporada en la que abunda el triunfalismo y no la exigencia. Los dos toreros salieron a hombros cargados de orejas. Muchas, sin ninguna duda, pero el público se pasó en grande, que tampoco es mala cosa.

DEL CUVILLO/EL JULI Y TALAVANTE, MANO A MANO

  • Toros de Núñez del Cuvillo, bien presentados, blandos y de juego desigual; violento el primero y nobles los demás, aunque rajados en la muleta. Al tercero se le dio la vuelta al ruedo.
  • El Juli: estocada (oreja); estocada trasera (dos orejas); estocada (oreja).
  • Alejandro Talavante: media estocada (oreja); estocada caída (dos orejas); estocada caída y trasera (ovación)
  • Plaza de Huelva. 4 de agosto. Tercera corrida de feria. Lleno.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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