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Romanticismo bajo la luna llena

Paul Anka tiró de recuerdos y amistades en su sentimental concierto en Calella de Palafrugell

Paul Anka en el Festival de Cap Roig.
Paul Anka en el Festival de Cap Roig.JOSÉ IRÚN

La noche rememoró juventudes en muchos casos ya lejanas, y en el entorno ensoñador de los Jardins de Cap Roig, con la luna llena flotando en el cielo como si se tratase de la secuencia cenital de película romántica, Paul Anka se encontró con el ambiente idóneo para dar una pizca de alegría a la madurez, oxigenar con optimismo una noche de verano y recordar junto a un mar de estaño que mientras queden recuerdos nada mejor que apurar el presente para construir las deseables nostalgias del futuro. Ensoñaciones junto al mar. Podría ser el título de una canción de Paul Anka.

El cantante de origen canadiense tiene perfectamente tomada la medida a su profesión y como enterteintment no tiene fisura. Durante dos horas sonrió constantemente, anduvo de una punta a otra del escenario mostrando un estado de forma más que regular, bajó a platea, allí, en un gesto juvenil, se subió a unas sillas para ser mejor visto, saludo, estrechó manos, invitó a bailar a una señora y siempre se mostró seductor, simpático y seguro de sí mismo. Su aspecto, un poco “berlusconiano”, con un moreno de cubierta de velero, los cabellos, sin duda con nombre propio cada uno de ellos, cuidados con el esmero destinado al green de St Andrews, entonó con su traje oscuro con chaleco, zapato de pisar alfombras y ese aire general de galán simpático al que un marido jamás daría la espalda. Siendo prosaicos, a Paul Anka se le notó encantado de trabajar. Y lo hizo bien.

Su espectáculo fue una continuo reivindicar su figura e importancia por medio de una agenda de amistades a las que homenajear en público. Así cantó junto a la voz grabada de Michael Jackson y reivindicó la coautoría de “This is it”; recordó a Sammy Davis Jr, quien cantó con él desde una pantalla la preciosa “I’m not anyone”, partitura de Paul Anka, quien recordó que también compuso “It doesn’t matter anymore” para Buddy Holly y, por supuesto, se reivindicó como el adaptador que dio a “My way” la forma con la que Sinatra la haría clásica. De paso cantó “New York, New York”, una estupenda versión de “I’ve Got You Under My Skin” y toda una ristra de éxitos en los que no faltó “Diana”, una de sus canciones más melifluas junto a “Put Your Hands On My Shoulder”, pieza en la que Anka estuvo cómplice al recordar aquellos abrazos en la parte de atrás de los coches; “Let My Try Again”, “Lonely Boy” o “She’s a Lady”. Un paseo en toda la regla por un cancionero poco menos que eterno en el que también hubo paradas en el rock y de manera especial en el campo de los recuerdos. Argumentos más que de sobra para pasar un buen rato con un artista que se mostró espléndido en facultades. Y, recuérdese, no faltó a la cita ni la luna llena sobre un mar encalmado.

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