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Auto sacramental al desnudo

Llega a El Escorial ‘El gran teatro del mundo’, sacro barroco en un bosque de tubos de órgano Lo escribió Calderón, Calixto Bieito lo puso en escena y Carles Santos le dotó de música.

Una imagen de la versión de Bieito y Santos de 'El gran teatro del mundo'.
Una imagen de la versión de Bieito y Santos de 'El gran teatro del mundo'.

El mundo como gran escenario, la vida y la eternidad como una obra en la que humanidad y divinidad se encuentran frente a frente. Cada hombre, del rey al labrador, y cada virtud, de la hermosura a la discreción, tienen un papel en El gran teatro del mundo, el auto sacramental de Pedro Calderón de la Barca que esta noche revisan en San Lorenzo de El Escorial Calixto Bieito y Carles Santos. Una alegoría que parece muy lejana pero que refleja que los problemas del siglo XVII siguen vivos hoy.

“Calderón es uno de mis autores de referencia. Me trae muchos recuerdos, desde que fui con el colegio a ver su primera obra. Estamos ante una figura que preconizaba la obra de arte total mucho antes que Wagner”, opina Bieito. En su visión del auto sacramental, que se estrenó hace un año en la ciudad alemana de Friburgo y que hace un mes pasó por las tablas del Grec barcelonés, hay un tremendo órgano invertido cubriendo el escenario, cuerpos semidesnudos que se contorsionan y claroscuro barroco. “Es un espectáculo muy personal en el que trato lo que me inquieta. Es un texto que está vigente, Calderón mirado con ojos de nuestros días”, comenta el director de escena. Tan vigente que Bieito compara al personaje del Pobre con los indignados de la Puerta del Sol.

Lo de ponerle música —este espectáculo se define como “cantata experimental”— no es nada realmente rompedor. El propio Calderón pide música en sus acotaciones a lo largo de la obra, pero nadie se la había concedido hasta ahora. Hasta que llegó el compositor Carles Santos, que desde un respeto absoluto a la obra, construyó una serie de arias y partes instrumentales para el libreto alegórico. “Me costó mucho, fue un trabajo muy lento para una obra fantástica. Fue duro porque era un material poco habitual al que ponerle música, pero le encontré una solución”, cuenta Santos. Y esa solución va desde la inspiración de las músicas del barroco a las vanguardias de los años setenta —dos de sus “maestros” son Bach y Ligeti—, pasando por un tributo a la música de Cabanilles, maestro de capilla de la catedral de Valencia.

Pero la gran pregunta sigue flotando en el aire: ¿Cómo se representa un auto sacramental en pleno siglo XXI? Carles Santos asegura que en su música ha respetado el clima religioso de la obra, mientras que Bieito ha recortado el texto en alguna parte para “eliminar el alegato a favor de la Iglesia católica frente a la protestante”. Por lo demás, se ha respetado todo. “Yo no soy católico practicante, pero mi cultura es profundamente católica y eso no puedo obviarlo”, explica Bieito, que afirma que uno de los mensajes de la obra es “la duda existencial, la necesidad de una cierta fe aunque sea en la nada o en el polvo”.

Una obra, dos lenguas

En un principio, Calixto Bieito concibió su visión de El gran teatro del mundo como una obra en alemán, debido a su estreno mundial en la ciudad germana de Friburgo. Sin embargo, cuando se decidió que su calderón se iría de gira, consideró introducir un cambio. “Cuando supe que iría a Barcelona, metí partes en castellano para los personajes inmortales como el Mundo o el Autor, dejando a los mortales con los textos en alemán”. A lo largo de su carrera Bieito ha trabajado en muchas lenguas, desde el sueco al inglés.

Algunos pueden escandalizarse por ver tanto torso desnudo en una obra profundamente religiosa y pueden pensar que la música tan característica de Carles Santos —recuerden las fanfarrias de los Juegos Olímpicos de Barcelona: son obra suya— no es la adecuada para Calderón. El compositor lo tiene claro: “No se pueden aplicar los esquemas de siempre para algo que es totalmente nuevo. Siempre hay que navegar en la novedad, pero sin darle la espalda al público”.

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Para Bieito es su segundo calderón, tras su visión de La vida es sueño estrenada en el teatro Romea hace ahora 12 años, que dirigió en inglés dos años antes para el Festival de Edimburgo. “En Calderón hay muchos mensajes, es un autor complejo que fue el favorito de Schopenhauer. Pero creo que en España se tienen muchos prejuicios respecto a su obra, a pesar de que hizo de todo, desde zarzuela hasta auto sacramental. A Calderón nunca se le lee lo suficiente”, concluye Bieito.

El gran teatro del mundo. Esta tarde en el Teatro auditorio de San Lorenzo de El Escorial a las 20.00. Entrada: 25 euros.

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