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Excelencias del estilo

Solo se pueden manifestar sinceros elogios ante la 'La Bella Durmiente' del Moscow City Ballet

'La bella durmiente', en el Teatro Compact Gran Vía.
'La bella durmiente', en el Teatro Compact Gran Vía.MONDELO (EFE)

Solo se pueden manifestar sinceros elogios ante el rigor y la belleza de esta puesta en escena de La Bella Durmiente, el mejor de los tres montajes que ha traído a Madrid en su primera visita el Moscow City Ballet.

Smirnov-Golovanov ha ido a las fuentes en el fondo y en la forma. Los diseños de escenografía y vestuario respetan la idea de “oro y gran rocalla” que marca la tradición, y su trabajo de reponer la coreografía ha centrado el esfuerzo tanto en la lectura como en el estilo, pues La Bella tiene su propio signo estético, su marca aristocrática y ciertos detalles que la caracterizan. Aún dentro de ese todo, hay otros microestilos deliciosos (y complejos) como es El pájaro azul en el tercer acto, donde vimos una princesa Florina exultante y poderosa.

LA BELLA DURMIENTE

Moscow City Ballet. Coreografía: Victor Smirnov-Golovanov; música: P. I. Chaicovski; escenografía: N. Povago; vestuario: E. Dvorkina. Teatro Compac Gran Vía. Hasta el 5 de agosto.

La bailarina Alevtina Lapshina es la gran sorpresa de esta visita: su baile, su físico proporcionado, sus maneras (a pesar de cierta ansiedad en el ataque que a veces le perjudica el fraseo) le permiten categorizar como una estupenda princesa Aurora; su pareja, Talgat Koshabaev, es impulsivo aunque atento al baile en dúo y cumple en el rol del príncipe Desirée.

El cuerpo de baile, las solistas encargadas de las hadas, el papel de carácter del hada mala Carabosse (encarnada con fuerza y mímica feroz por un hombre travestido), estuvieron todos en un nivel de baile alto y adentrándose en una versión de la obra que no elude dificultades.

Fue una buena función de ballet académico que se agradece y se necesita, y se les imagina con tan precisos elementos plásticos, en un escenario mayor.

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