De la ilusión al abatimiento

Es el mundo del toro reflejo de muchos refranes de la cultura popular y ayer en Azpeitia se reprodujo el de “Días de mucho, vísperas de nada”. Tras la exitosa e intensa tarde de los palhas del martes, llegó el fiasco de la corrida de Valdefresno para cerrar la feria.

Si había algún festejo especialmente mimado por la empresa para este ciclo era el de ayer. El esfuerzo de reunir en el mismo cartel a tres de los jóvenes toreros con más proyección merecía mejor suerte. Iván Fandiño y David Mora tuvieron su oportunidad en Azpeitia cuando apenas contaban con oportunidades y ahora que son toreros consolidados y considerados en Las Ventas querían corresponder en un coso donde siempre se ha confiado en ellos. El remate del cartel con Daniel Luque consiguió cerrar una atractiva terna ante la que había que oponer una de las ganaderías del gusto de los matadores importantes, los toros de Valdefresno, uno de los hierros de la familia Fraile.

Pero todos los propósitos salieron rana por el pésimo juego de los toros. Un encierro descastado, siempre huyendo de los engaños y sin ningún interés por embestir. Una mansada que hundió las esperanzas de los ilusionados espectadores, deseosos de volver a vivir una tarde tan intensa como la del día anterior.

Sin toros, no puede haber lucimiento y ayer no hubo toros. Las faenas se convirtieron en un querer y no poder, en labor de enfermería en algunos casos para mantener a los morlacos en pie y, en otros, a perseguir las rajadas huidas hacia la zona de toriles. Desesperante.

Fandiño sabía que podía reeditar éxitos pasados junto a Loyola, pero se topó con un primero inválido al que, tras un trasteo soso, estoqueó con buena nota y con un cuarto sin ninguna emoción ni transmisión. El de Orduña ligó varias tandas con técnica, pero sin ninguna opción de conmover.

David Mora se enfrentó a un toro de escasa presencia que tuvo dos tandas buenas por el pitón derecho, pero que se rajó espectacularmente para abortar los augurios despertados. En el quinto, un manso que buscó la huida insistió demasiado tiempo cuando no tenía nada que rascar. Un quite por chicuelinas muy ajustado fue su única nota para recordar.

Daniel Luque tuvo el único toro que se dejó, el tercero. El sevillano ligó muletazos que llegaron a los tendidos, pero no acabó de componer una faena firme. Su fallo a espadas diluyó cualquier premio.

El protestado sexto, fue el resumen de una corrida espesa y sosa, que acabó por hacer olvidar la alegría con la que la gente acudió a la plaza, aún con el recuerdo del día anterior. Con la decepción en el rostro abandonó la bombonera de Azpeitia el público, en buena medida trasladado desde diferentes localidades del País Vasco.