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Una exposición reúne casi la mitad de los asistentes al Año de las Culturas

El Gobierno calcula que 115.000 personas participaron en las actividades del primer semestre

La consejera de Cultura, Blanca Urgell, ayer, flanqueada por el viceconsejero Antonio Rivera (izquierda) y el gerente de la Fundación 2012, Peio Gutiérrez.
La consejera de Cultura, Blanca Urgell, ayer, flanqueada por el viceconsejero Antonio Rivera (izquierda) y el gerente de la Fundación 2012, Peio Gutiérrez.F. DOMINGO-ALDAMA

La exposición La maleta mexicana, la actividad inaugural de 2012 Año de las Culturas por la Paz y la Libertad, tuvo cerca de 54.000 visitantes a lo largo de los tres meses y medio que permaneció abierta al público en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. El interés por la muestra — compuesta por los negativos del trabajo realizado por los fotoperiodista Robert Capa, David Seymur Chim y Gerda Taro en la guerra civil española, perdidos durante cinco décadas — ha captado a casi la mitad de los asistentes a los seis primeros meses del programa, impulsado por el Departamento de Cultura para conmemorar el 75º aniversario del bombardeo de Gernika y el nuevo escenario abierto en Euskadi con el fin del terrorismo de ETA. Los cuatro días del festival de poesía Askoren Izenean: Pido la paz y la palabra, con actos en las tres capitales vascas, solo sumaron 2.500 asistentes, algo menos que el encuentro Ideas para cambiar el mundo, que reunió a 2.800 a lo largo de tres jornadas en el palacio Euskalduna, en Bilbao.

El balance de los seis primeros meses del Año de las Culturas que ayer realizó la consejera Blanca Urgell se centró más en la oferta que en la demanda. El primer semestre contó con la participación de 33 fotógrafos, 60 poetas, 30 intelectuales y 16 artistas plásticos. Los eventos organizados han requerido de la colaboración de una treintena de entidades e instituciones. Además de las actividades citadas, el programa también incluyó la exposición itinerante de fotografía Guerra y paz: una visión personal, conciertos, proyecciones de cine, danza y espectáculos multimedia, y la inauguración la pasada semana del proyecto de intervenciones artísticas en Urdaibai Sentido y sostenibilidad.

Las desiguales cifras de asistencia a los actos del programa estrella del Departamento de Cultura en la legislatura no ensombrece la valoración realizada por la consejera, que considera los resultados del primer semestre como “un éxito rotundo”. En su opinión, se han alcanzado los objetivos de “implicar a los artistas en la consolidación de la paz”, “ofrecer a la ciudadanía cultura a pie de calle para que piense, medite y se comprometa en nuevos escenarios de convivencia”, y “demostrar que invertir en cultura es rentable socialmente”.

El festival de poesía solo tuvo 2.500 espectadores en cuatro jornadas

El Año de las Culturas por la Paz y la Libertad cuenta con un presupuesto de cinco millones de euros, de los que el 44% se ha destinado a actividades de producción propia y el 9% al sostenimiento de la fundación organizadora. Urgell destacó el papel de la inversión en cultura en épocas de crisis por su capacidad para “dinamizar la economía y lograr la participación ciudadana”. “Invertir en cultura es invertir en ciudadanía”, defendió. “A través de la cultura se generan espacios y emociones que permiten crear nuevos escenarios de convivencia y crecimiento”.

En el segundo semestre el programa disminuye su actividad, aunque todavía queda por inaugurar una exposición de artistas locales en Bermeo y la celebración de un congreso sobre la relación entre el arte y los valores democráticos, entre otras incitativas.

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En septiembre el artista chileno Alfredo Jaar presentará una intervención dispersa por el País Vasco en recuerdo de las víctimas del bombardeo. La inauguración del memorial Gernika que le encargó el Gobierno, anunciada para septiembre cuando fue presentado el Año de las Culturas el pasado mes de enero, ha quedado fuera del programa. Jaar — autor de La geometría de la conciencia (2010), la obra que recuerda en Santiago de Chile a las víctimas del régimen de Pinochet— reconoce que la complejidad del proyecto le supera y no conseguirá tenerlo listo antes de cinco años.

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