_
_
_
_
_
SOUL | Erykah Badu
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La diva sin pedestal

Erykah Badu, durante su actuación en el Circo Price.
Erykah Badu, durante su actuación en el Circo Price. CARLOS ÁLVAREZ (GETTY )

Erykah Badu se ha vuelto tan recurrente en los escenarios madrileños como el estupor en los ánimos de la ciudadanía. Quizás haya algo de síndrome Curro Romero en nuestra fascinación por la tejana: no es la mejor cantante de soul, pero sí la más impredecible. Y ella ejerce de diva caprichosa con mucho esmero; el mismo que a veces le falta para enriquecer el repertorio con temas merecedores de tanta parafernalia.

En algo es más sencillo acertar el pronóstico con Erica Wright: sus conciertos siempre empiezan tarde. Ayer se retrasó media hora, pero no defraudó a la parroquia (1.100 personas en el Price) en el apartado de atuendo estrafalario: sombrero, gabardina con capa y alitas doradas en cada muñeca. Parecía avecinarse otra noche de teatralidad hierática, pero no fue así. A partir de la cuarta canción, la sacerdotisa se despojó de casi todo y se dispuso a sudar una camiseta de tirantes con el lema “Estoy loca perdida”.

Y así, la enigmática dama descendió del pedestal para arrimar su exuberancia a la plebe. Erykah merodeó por las primeras filas, les prestó el micrófono, se zambulló sobre el público, apagó las luces para que aflorasen los mecheros, hasta dedicó un tema “al orgullo de los mineros”. Lástima que esa cercanía no se traslade a sus canciones, que avanzan a trompicones, lastradas por recurrentes frenazos en el ritmo. Ni a su voz, hermosa pero sepultada bajo toneladas de reverberación. La concupiscencia (Um hmm) es solo ocasional, por mucho que algunos títulos (The healer, Soldier) aspiren a convertirse en himnos contestatarios.

Ah: el contacto de las diosas con los humanos debe de ser restringido. A los 70 minutos, los músicos compusieron la frase “I love you” con sus camisetas (una letra por músico)... y volaron. Solo quedó el dj para amenizarnos el desalojo del local con Bob Marley. Ese sí que era carnal.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_