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Celtas de ojos achinados

Los japoneses rivalizaron con tres bandas gallegas: Alén de Ancos, Avelaíña y Rastrexos Proyect

Los ecos del Festival del Mundo Celta de Ortigueira han llegado hasta el país del sol naciente. En 34 años de historia y 28 ediciones, ningún japonés había tocado música de raíz en el festival de Ortigueira. Ayer lo hicieron cuatro: Yoshito Kiyono en la armónica, Aiko Obuchi con el violín irlandés, Koji Nagao en la guitarra y Toshi, con el bodhram.

Son las cuatro patas de Harmónica Creams, la banda que ha causado furor entre los folkies —asiduos al festival— que los seleccionaron por delante de otros 40 grupos para competir en la final del certamen Runas para músicos noveles. En su debut, echaron el cierre a la primera de las cuatro jornadas de conciertos de este macrofestival de la música de raíz que cada año arrastra hasta la localidad a miles de personas.

La maqueta que enviaron desde Japón fue una de la más votada por los internautas en la web —-unos 15.000— y su particular estilo céltico oriental también ha sido muy aplaudido por el jurado. El apoyo virtual y masivo de los folkies les valió el pasaporte directo a la gran final que se disputó la noche del jueves sobre el escenario de Estrella Galicia, eterno patrocinador de un festival en el que se bebe más que se baila.

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Los japoneses rivalizaron con tres bandas gallegas: Alén de Ancos, Avelaíña y Rastrexos Proyect. Estos celtas de ojos achinados no se atrevieron a soplar el fol pero con la armónica y el violín como bases rítmicas han dado personalidad a un proyecto arriesgado que combina los sonidos célticos con el blues. Aunque son prácticamente unos desconocidos en el mundillo folk, la banda que lidera Kiyono publicó en 2011 su primer trabajo, Analyse de toucher. Si ganan, volverán a tocar en 2013 y se embolsarán un premio de 3.000 euros.

Con una semana de retraso para adaptarse al calendario universitario y que ningún estudiante se quede en casa apurando los exámenes, ayer arrancó la XXVIII edición del festival más popular de Galicia que ha dado otra vuelta de tuerca al cartel para ceñirse a la música de raíz y desterrar los experimentos fallidos de ediciones anteriores.

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La crisis no ha hecho excepciones con esta fiesta que llegó a su techo de presupuesto y público hace un lustro. Desde 2007, ha caído en afluencia y subvenciones y, progresivamente, ha tenido que quitar escenarios, reducir conciertos y recortar el número de artistas y bandas invitadas. También se ha modificado la normativa municipal para acabar con las carpas dance que se habían adueñado de la acampada de Morouzos y que desvirtuaron un festival que nació pegado a la gaita y que había derivado en un macrobotellón a golpe de bafle para disgusto de vecinos y puristas.

Fiesta de Interés Turístico Internacional, el Mundo Celta se estira este verano del jueves al domingo con 14 conciertos en 96 horas de música con bandas de Escocia, Irlanda, Gales, Bretaña, Japón, Andalucía y Galicia. Lo organiza el Ayuntamiento con las aportaciones de empresas privadas, la Xunta y la Diputación. Esta año manejan 400.000 euros, una cifra similar al presupuesto de 2002 y lejos de los 700.000 de 2008.

El festival sigue siendo gratuito pero el municipio cobra de 10 a 15 euros por aparcar en una zona vigilada que antes era gratis aunque mantiene los autobuses lanzadera al centro de una localidad que el año pasado recibió a 70.000 folkies, 10 veces más que su padrón habitual.

El plato fuerte de esta vigésimo octava edición es el debut de Blazin' fiddles (Escocia) y Jamie Smith's Mabon (Gales), el viernes, y de los irlandeses Electric Ceilii, el sábado. Desde la organización del festival destacan que la “furia de violines” de Blazin' pondrá a toda Ortigueira a bailar, mientras que el quinteto liderado desde el acordeón por Jamie Smith se alzó con el premio al mejor album instrumental en los Spirit Awards del 2011 y es “la fiesta asegurada”.

El cartel de este año lo componen al 50% bandas extranjeras y gallegas como Crema de Gaita y la Escola de Gaitas de Ortigueira, que fiel a una tradición de tres décadas, abre el festival con un concierto y cierra con un desfile. “Se ha buscado una programación más coral y traer a grupos cañeros que no habían actuado nunca aquí”, subrayan desde la organización.

Una feria de artesanía, una muestra de instrumentos tradicionales y un curso de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) sobre el papel de la gaita en el folclore gallego completan un festival que este año estrena la Suite Ortigueira compuesta por Ernesto Campos y el sábado proyecta el documental Defol XXI en el teatro de la Beneficencia.

Aprovechando el tirón del festival, el Ayuntamiento ha creado por segunda vez una bolsa de empleo para ofrecer a sus parados contratos temporales en limpieza, hostelería y montaje de escenarios o equipos. 160 personas, entre agentes y voluntarios, se encargarán de la seguridad.

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