“El defecto de la economía verde es que no ha puesto precio al carbono”
El profesor echa agua sobre la recién celebrada cumbre de Río de Janeiro y el concepto de economía verde
Ottmar Edenhofer es un afable profesor alemán con aspecto de afable profesor alemán y las ideas claras. Con tono didáctico, acentuado por unas doctorales gafas de cristal redondo, este economista, copresidente del grupo de trabajo de la ONU que estudia cómo limitar las emisiones de gases de efecto invernadero en el marco del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), expresa reparos sobre el concepto de la economía verde: “Hay un riesgo de que al final no sea más que una ilusión”.
Edenhofer es también subdirector y economista jefe del Instituto para la Investigación del Impacto del Cambio Climático de Postdam, y en esa doble condición pasó hace unos días por A Toxa para participar en la quinta edición del Workshop Atlántico, unas jornadas sobre economía energética y ambiental organizadas por el centro de investigación privado Economics for Energy en el que participan la Universidade de Vigo y la Barrié.
El profesor echa agua sobre la recién celebrada cumbre de Río de Janeiro y el concepto de economía verde, según el cual el crecimiento económico y la protección del medio ambiente pueden ir de la mano. “Como la gente estaba decepcionada con los resultados de los acuerdos internacionales sobre el clima se empezó a pensar en una nueva historia que contarle al público. Se decía: ‘Intentemos aumentar la eficiencia energética, demos subsidios a las renovables, hagamos una política de innovación tecnológica, apostemos por el gas no convencional. El resultado es que tendremos un mayor crecimiento económico, seguridad energética y de paso, sin proponérnoslo, habremos resuelto el problema del clima'. Esa historia tiene una defecto estructural: no se ha establecido un precio para el carbono”, señala.
Si no se fija un precio para las emisiones de CO2, Edenhofer entiende que la bajada del coste de los combustibles fósiles anulará los beneficios que se consigan en eficiencia energética, con lo que la tasa de crecimiento de las emisiones seguirá aumentando. “No digo que el concepto sea equivocado, pero es ambiguo, no está bien definido y parece como si se quisiese evitar cualquier referencia a las políticas internacionales sobre el clima”, critica.
Con tres o cuatro décadas de margen para evitar que la atmósfera se sature de carbono y el aumento de la temperatura media en el planeta rebase los dos grados centígrados, la cuestión es cómo convencer a los países occidentales en crisis y a los emergentes para que limiten sus emisiones. “Imaginemos que hay diez personas caminando por un desierto y dos de ellas se beben la mitad del agua que llevan. Cuando se dan cuenta de que no les queda suficiente se les ocurre la idea de repartir lo que queda entre todos equitativamente. Los ocho restantes no están de acuerdo y se enzarzan en un debate enorme sobre los principios de la justicia que al final da igual, porque se mueren”, dice.
“En Europa la crisis es fundamentalmente fiscal. Los Gobiernos necesitan ingresos de los impuestos, y la cuestión crucial es qué gravar. Subir los impuestos al capital y al trabajo no parece la mejor idea, lo mejor sería gravar los recursos no renovables, como las emisiones de carbono. De modo que no habría contradicción entre implantar una política climática razonable y resolver la crisis”, razona. Entiende que es necesaria una política de crecimiento pensada con detenimiento. “Lanzar un programa de inversión ingente en vivienda no sería lo mejor para España, ni tampoco para Alemania”, advierte.
Edenhofer confía en que la publicación en 2014 del informe del grupo de expertos sirva de impulso a la batalla por la reducción de emisiones. Al final, resuelve, el que los gobiernos apuesten decididamente por la cuestión dependerá de que la presión de la sociedad civil sea mayor que la resistencia de los grandes grupos de interés que orbitan en torno a los combustibles fósiles.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.