“Se giró, sacó el arma y le pegó el fogonazo”
Carlos Monje Hidalgo está acusado de matar a dos personas en la discoteca Heaven Palace El acusado sostiene que el arma con la que disparó tras recibir una paliza no era suya Un testigo, sin embargo, declara que le vio disparar contra un portero con su propia pistola
Carlos Monje Hidalgo, de 40 años y acusado de haber matado a Catalin Stefan Craciun (un portero de nacionalidad rumana y de 31 años) y Alejandro Muñoz Rojas (relaciones públicas de la sala Joy Eslava) en la madrugada del 12 de enero de 2009 en el distrito de Centro, ha negado —durante la segunda sesión que se celebra contra él en la Audiencia Provincial de Madrid— que llegara a la discoteca Heaven Palace portando un arma de fuego propia. Según su testimonio, la recogió del suelo. “Cogí el arma y disparé por encima del hombro sin saber sobre quién lo hacía. Después salí corriendo hacia la calle del Arenal” ha afirmado el imputado.
Su testimonio contradice el de un testigo del suceso: “Hizo como que se iba a ir. Se giró, sacó el arma y le pegó el fogonazo a la altura del estómago”, ha relatado Atanas. Después, cuando la víctima estaba cayendo, acercó el cuello al arma y le descerrajó un nuevo disparo, según su relato. “Me quedé impactado, bloqueado” ha destacado el testigo, que ha destacado que no había habido ninguna pelea ni agresión previa al presunto homicida. El herido quedó tirado en el comienzo de las escaleras de subida de la discoteca, malherido. Los empleados le subieron a la calle hasta la llegada del SAMUR, mientras el supuesto autor de los disparos huía andando tranquilamente, según el testigo. “Le intentamos reanimar. Catalin luchaba por su vida. Estaba agonizando”, ha destacado.
Otro testigo que también trabajaba en Heaven esa noche, Daniel, salió detrás del acusado junto con otros porteros. Este salió por la calle del Arenal y, a la altura de la calle de Hileras, se giró y disparó de nuevo contra las personas que le seguían. Dos de ellas lograron refugiarse en una sucursal bancaria y detrás de una moto. En el grupo también se encontraba de forma accidental un relaciones públicas de la discoteca Joy Eslava, Alejandro Muñoz-Rojas. Este chaval también intentó refugiarse. Se dio la vuelta para salir corriendo calle arriba, pero no tuvo tiempo, según Daniel. “Carlos levantó el arma, le apuntó durante unos dos segundos y le disparó al menos dos veces. El Rojas, que era el único que se podía proteger, cayó al suelo malherido, con gesto de mucho dolor. Cuando regresé, le estaba atendiendo dos personas hasta que llegó el SAMUR”, ha concluido el testigo. La víctima murió a los pocos minutos.
El testimonio de Daniel ha sido especialmente duro para el padre del fallecido, que también ha declarado en la segunda sesión del juicio. Ángel Muñoz se ha tapado la cara con las manos ante el relato y no ha parado de mover la cabeza en señal de negación. Según su declaración acudió a la discoteca Heaven Palace alrededor de las dos y media de la madrugada porque había quedado con una conocida suya, llamada Laura, en una fiesta privada. Cuando bajó las escaleras del local, en la calle de Priora cercana a la plaza de Isabel II, se encontró con tres porteros de gran corpulencia. Siempre según su relato, les dijo que quería pasar, pero los vigilantes le contestaron que no podía. Él les entregó el DNI y les ofreció pagar la entrada, a lo que le respondieron —siempre según su versión—, que no iba bien vestido (llevaba pantalones vaqueros, jersey de pico y abrigo de espiga). “Me dijeron que tenía dos opciones: o irme o irme al hospital. Yo les contesté que ellos no eran quiénes para decirme como debía ir vestido. A partir de ahí, me apalizaron”, ha destacado el acusado.
El primer golpe le dejó noqueado y aturdido, sostiene. A partir de ahí, recibió una patada y una sucesión de golpes. Monje intentó salir corriendo escaleras arriba pero le agarraron y le tiraron al suelo. Entonces cayó al suelo el arma de fuego, una Glock modelo 19, y él la recogió. Después efectuó dos disparos sin saber sobre quién lo hacía. “Salí a la calle y busqué la vía más transitada. A esas horas era la calle de Arenal. Pasó un taxi, pero no me paró sobre todo al ver el estado en el que me encontraba, con la nariz rota, la boca sangrando y con los ojos enrojecidos”, ha destacado el acusado.
Detrás de él salieron unas diez personas que efectuaron algún disparo contra él, dice. Intentó refugiarse bajo unos setos en la plaza de las Descalzas, pero sus perseguidores le descubrieron. Él pegó un tiro al aire y salió corriendo, según su versión, hacia su coche, que estaba aparcado en la plaza del Celenque. Allí le rodearon y le impidieron que subiera al vehículo. De nuevo hizo dos disparos en dirección a un conocido centro comercial, en cuyas cristaleras impactaron las balas. En ese momento llegó la policía y le detuvo sin que opusiera resistencia, según ha declarado. Monje, que en todo momento se ha mostrado tranquilo y hasta irónico con las preguntas del fiscal y de las acusaciones particulares, ha señalado que lleva tres años y medio en prisión.
Monje se enfrenta a una petición del fiscal de 52 años de prisión por dos delitos de homicidio consumado, otros tres en grado de tentativa y otro delito de tenencia ilícita de armas. Según el relato del ministerio público, Monje mantuvo una discusión con Catalin Stefan Craciun. Le disparó en el cuello y en el abdomen, causándole la muerte casi en el acto. También mató a Alejandro Muñoz Rojas, relaciones públicas de la discoteca Joy Eslava, cuando estaba en la calle del Arenal. Le descerrajó un tiro en el hemitórax. También abrió fuego contra Roger López Uría, cliente de la discoteca; Aurelian Albu, Virgil Dociu y Abraham Redondo en al menos dos ocasiones.
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