Desoxidando el autogobierno
Hay que contar con auténticos comandos administrativos para facilitar el trabajo a los inversores
La Xunta de Galicia es la campeona autonómica del ajuste fiscal. Pero se ha olvidado de algo: de ejercer el autogobierno para construir. Me cuesta mucho pensar en cosas relevantes que se hayan hecho en lo que va de legislatura. Es cierto que la coyuntura financiera que le ha tocado padecer es la peor de la historia autonómica y que es del todo imposible intentar competir en logros cuantitativos con el bipartito. En la legislatura anterior el gasto crecía cerca del 10% anual. En la presente caemos un 10% al año, una vez que se tienen en cuenta los recortes en el presupuesto inicial, los recortes a lo largo del año y el progresivo adelanto de la orden de cierre de ejercicio, que no es un mecanismo para acumular facturas en el cajón sino de no generarlas. De facto, un instrumento de recorte del gasto.
La pregunta subsiguiente es inevitable. ¿Qué se puede hacer cuando no se tiene dinero? La respuesta va encadenada.
En primer lugar, buscar recursos. Agotado el acceso al endeudamiento ordinario y con un ya relevante endeudamiento extra-presupuestario vía fórmulas de colaboración público-privada, quedan impuestos y tasas por el lado de los ingresos. Entiendo que por aquí el Gobierno del PP de Galicia no puede transitar. Bastante tiene con no cumplir con sus promesas de rebajas de impuestos. Hay que seguir buscando. La solución más inmediata: alterar la composición del gasto. Gastar menos en algo para poder gastar más en otras cosas. Primera sugerencia: recortar la inversión en infraestructuras de todo tipo. Es cierto que existe una financiación condicionada para su ejecución y que esa financiación suele conllevar la obligación para la Administración autonómica de poner su parte. Pero también es verdad que se pueden reprogramar temporalmente intervenciones y se pueden aplazar sine die proyectos con una rentabilidad social discutible. Volveré sobre ello. La segunda sugerencia puede ser más impopular: cerrar el grifo de subvenciones y transferencias a los municipios que cobran tasas e impuestos por debajo de un umbral razonable. Si se empeñan en ser Administraciones pobres, que lo sean de verdad. Con ambas medidas, ya tendríamos unos cuantos millones para trabajar.
En segundo lugar, pensar en hacer cosas que cuestan poco, pero que son muy relevantes en el momento económico que vivimos. Es urgente revisar toda la normativa autonómica que dificulta la creación de empresas. Es fundamental contar con auténticos comandos administrativos para facilitar y agilizar al máximo el trabajo a todos los inversores, y en especial a las multinacionales que evalúan la posibilidad de instalarse en Galicia. Es perentorio incorporar a la Administración los recursos necesarios para filtrar los proyectos que se presupuestan y planifican. Basta ya de elefantes blancos. Cualquier empresa privada da vueltas y analiza sus decisiones de inversión. Las propias familias no gastan 6.000 euros sin pensárselo bien y estudiar alternativas. En lo público cualquiera puede decidir invertir 100 millones en una infraestructura cultural, que luego se desvía a 800 sin que existan estudios de rentabilidad social solventes e independientes. La intervención general de la comunidad no puede dedicarse solo a verificar que se cumple la ley. Debe servir para evaluar y transparentar el sentido y la eficiencia social de las decisiones políticas. Y lo debe hacer con más independencia que en la actualidad y con la ayuda técnica externa que precise. Necesitamos una Administración tributaria propia, que devuelva al espacio de gestión pública los tributos que hoy se gestionan privadamente, como si la Xunta fuese un pequeño municipio incapaz de hacerlo per se.
En tercer lugar, utilizar los recursos desviados en apostar por la I+D+i, por la educación por la internacionalización y el emprendimiento. Todo ello con programas específicos, que pongan condiciones exigentes a sus beneficiarios potenciales, que discriminen positivamente al que más se esfuerza, y que identifiquen bien lo que hay promocionar. Que busquen la interacción entre conocimiento y empresa. Es triste ver los cientos de trabajos de fin de grado y de máster que se presentan todos los años en las universidades gallegas y su nula traslación al mundo económico. Hace falta apoyar más y mejor a los jóvenes emprendedores potenciales. Y hace falta hacerlo de forma coordinada entre las instituciones y simple para los receptores del apoyo.
Hace falta más imaginación y valentía.
@SantiagoLagoP
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