Cantaoras de distinto cuño

María Toledo y Yasmin Levy ocuparon la programación de la noche de ayer en la Suma Flamenca. Fue una noche sumamente interesante, por las distintas características de las cantaoras: la primera, de nuestras tierras; la segunda, israelí.

María Toledo se acompaña, ya es sabido, al piano, y creo que es el único caso en que esto ocurre. Lo hizo, en el recital, alternando un bloque de acompañamiento pianístico con un bloque de acompañamiento convencional, y en ambas modalidades estuvo brillante. Tiene una gran voz, tiene conocimiento del cante clásico, tiene una profunda gravedad interpretativa, de tal manera que cada tema suyo es una estupenda recreación. Hizo, por ejemplo, varios títulos de La Niña de los Peines –la cantaora mujer a la que admira en primer lugar, declaró-, lo que nos da idea del nivel a que la propia María sitúa su arte. Hizo también la siguiriya Reniego, de su hermano Tomás Pavón.

Se volcó por alegrías y por soleares, y por bulerías las mezcló con cuplés con notable acierto. En fin, María Toledo continúa creciendo en el flamenco, y por ahora su carrera nos parece imparable.

Yasmin Levy es un caso sorprendente. Israelí de Jerusalén, vino a España y se quedó prendada de nuestro país, instalándose aquí. Cultiva el ladino, la lengua de los judíos españoles que se mantiene entre sus descendientes desde hace 500 años, cuando fueron expulsados de entre nosotros por los Reyes Católicos. Yasmin canta también en el español moderno, y cantó temas en las dos lenguas, más algún otro en turco tradicional, ya que esta es la tierra de sus antepasados. Hizo canciones originales, aunque no siempre se le entendieran bien, porque el micrófono distorsionaba bastante su voz. Pero, ciertamente, es un valioso hallazgo en el panorama musical español. No canta flamenco, desde luego, salvo alguna pincelada ocasional, pero tiene una forma de entonarse sumamente personal. Con María Toledo al piano las dos hicieron juntas una versión de La hija de Juan Simón, realmente memorable.