El mantón del ensueño
Noche conmovedora para Blanca del Rey, que en teoría se había retirado del baile
Noche conmovedora para Blanca del Rey, que en teoría se había retirado del baile el año pasado en La Unión, pero que sigue ahí, porque el director de la Suma Flamenca le hizo ver —contaron los dos— que ella se había formado en Madrid y que se debía al público de Madrid. Lógicamente este planteamiento despertó el entusiasmo del respetable, que aplaudió largamente, y no faltaron los claveles para arrojarle al final de la actuación, ni las lágrimas de emoción y gratitud de la homenajeada. Es decir, todo ajustado al guión.
Blanca bailó la soleá del mantón, obviamente, y lo hizo con su maestría habitual. Con más recogimiento, quizá, por lo excepcional de la situación. ¿Qué podemos decir, a estas alturas, de esa creación suya por la que pasará a la historia del baile flamenco? Poca cosa, ciertamente. El compás de la soleá, la grandeza de la soleá, también la ternura de la soleá, se manifiestan bajo los vuelos del mantón, manejado genialmente por la bailaora. Un mantón de ensueño, que parece tener vida propia, que se nos antoja vivir penas y alegrías, la tristeza infinita, la reflexión profunda... Pero ojo, que no es solo el mantón. Debajo de él hay mucho baile, Blanca se vuelca en el baile por soleá con grandeza y belleza sorprendentes. Es siempre una reina del estilo mágico de su Córdoba natal.
El último vuelo del mantón
Baile: Blanca del Rey. Cante: Yeyé de Cádiz, Pedro Ximénez, Perrete, y Cuquito de Barbate. Toque: Felipe Maya, Antonio, El Muñeco y Pino Losada. Teatros del Canal. 7 de junio.
El resto del programa fue interpretado sucesivamente por los artistas del colmao El Corral de la Morería, propiedad de la familia Del Rey. Quizás alguno más. Como dijo Blanca, son el flamenco de hoy y de mañana, y merecen toda nuestra atención y nuestro respeto. El talento, sin embargo, fue desigual, pues junto a gente realmente importante o encaminada a serlo prontamente, hubo algunos que no lo fueron tanto.
Me detuve con sumo agrado en la caña que bailó Jesús Fernández, quien hizo una versión llena de ritmo y frescura, sin fallos, verdaderamente notable; fue un ejemplo de baile que desde hace tiempo se hace raramente, y que sin embargo este bailaor conoce con auténtica propiedad. Olga Pericet y Marco Flores formaron una pareja de éxito notable, que esta noche interpretaron caracoles con precisión y elegancia, lo que les valió el aplauso del público. Que en realidad aplaudió todo, con benevolencia. A Mónica López, a Manuel Liñán...
Y después de las palabras de Blanca, la fiesta. Una excelente muestra por bulerías, en la que participó con enorme acierto todo el plantel. Un broche de oro, en fin, para un homenaje, repito, conmovedor. Y respecto a Blanca del Rey, el baile sigue por ahora.
Una consecuencia de la que debemos estar encantados, porque la clase de Blanca del Rey tiene aún mucho recorrido.
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