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Conciertos ambulantes entre trenes y terrazas

La Casa Encendida y el CA2M se hermanan en el proyecto ‘Sol y sombra’ Pretenden unir sus programaciones y sus públicos a través de tres directos

Hyperpotamus actúa en el tren a Móstoles en una muestra de los conciertos ambulantes.
Hyperpotamus actúa en el tren a Móstoles en una muestra de los conciertos ambulantes. CRISTÓBAL MANUEL

En el andén, un joven espera al tren de Cercanías que une Madrid con Móstoles. Lleva un altavoz a cuestas y arrastra una maleta roja. Se sube al vagón junto a los demás viajeros que están ajenos al comportamiento del chico del equipaje, que entra y no toma asiento. Abre su maleta y en un minuto y medio monta una buclera, o lo que es lo mismo, un aparato que graba pistas cortas de audio creadas para ser repetidas a golpe de pie. Con los cables rodeándolo y un micrófono en la mano, comienza a hacer sonar su voz. Melodías sin sentido envueltas en un surrealismo electrónico invaden el espacio. Pausa. Golpe de pie. Otra melodía que se superpone a la que ya suena en el aparato. Y así sucesivamente.

Este joven es Hyperpotamus, nacido bajo el nombre de Jorge Ramírez-Escudero, un artista que forma parte de este particular combinado, Sol y Sombra, creado especialmente por La Casa Encendida y el Centro de Arte 2 de Mayo de la Comunidad de Madrid (CA2M), con la colaboración de Renfe. Es una actividad que mezclará, cómo un buen cóctel listo para agitar, sonidos reinventados de músicas tradicionales, electrónica en solitario y postpunk cercano al anti-pop.

Los conciertos, que valen cinco euros con el billete de tren incluido, empezarán de día en La Casa Encendida y terminarán de noche en el CA2M, recorriendo el atardecer en ese mismo Cercanías con Hyperpotamus, que deleitó el miércoles al público con una pequeña muestra de lo que será la cita, que se celebrará mañana a partir de las siete de la tarde. Un aperitivo para ir haciendo boca.

Del sol a la sombra musical

  • Día. The Family Elan: El discurso de la banda redibuja las fronteras del mestizaje y logra que el público viaje de Anatolia a Azerbaiyán pasando por Baluchistán y Bollywood.
  • Atardecer. Hyperpotamus: Su voz crea ritmos y melodías que se mueven por el funky, el soul o el hip hop, sin que falten toques absurdos. Canta, gesticula y golpea lo que le rodea.
  • Noche. Prinzhorn Dance School: Este dúo minimalista rara vez suena más de tres instrumentos a la vez. Su estilo es festivo y bailable. Una buena opción para cerrar estos conciertos ambulantes.

“No vengo a pedir dinero”, anunció Ramírez-Escudero antes de comenzar. Los viajeros, sorprendidos por el espectáculo, lo fotografiaron y le aplaudieron espontáneamente al grito de “¡otra, otra!”. “Es algo diferente y original. He disfrutado mucho del trayecto”, reveló David, un joven que se encontró con el concierto improvisado de camino a casa.

Maral Kekejian, organizadora del evento por parte de La Casa Encendida explicó que la idea de viajar en tren de un centro de arte a otro estuvo clara desde el principio. “Los dos centros tenemos programación musical en nuestras terrazas. El CA2M ofrece sus sesiones Picnic mientras que nosotros tenemos los Soundays. Ellos vienen mucho a nuestras actividades y viceversa, lo que nos llevó a preguntarnos por qué no nos habíamos unido todavía”, continúa. “Es un hermanamiento y una manera de que la gente conozca el camino hasta Móstoles”, manifiesta añadiendo que desde la parada de Embajadores “solo se tardan 24 minutos en llegar”.

El pistoletazo de salida lo dará La Casa Encendida con el concierto de The Family Elan, una banda procedente de Glasgow que experimenta con el folk, el trance y la fiesta en su estado más puro. Tras despertar los sentidos del público, Hyperpotamus los transportará, literalmente, desde La Casa Encendida a Móstoles por el mismo camino que recorrió en el aperitivo. Solo, actuará con su música de hombre orquesta y con la voz y sus posibilidades como compañeras de viaje. Para terminar, el CA2M cerrará la jornada con el directo de Prinzhorn Dance School, un arrebato de baile postpunk muy en la onda británica que hará bailar a los asistentes.

Los conciertos ambulantes no llegarán al alba. Habrá que esperar a que las terrazas, ya hermanas, ofrezcan sus habituales directos veraniegos. “Esperamos que funcione y, de verdad, haber logrado que nuestro público sea compartido”.

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