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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Incompetencia

Lo que hace falta son gestores viriles, como los de Bankia; gente audaz que no se pare en barras a la hora de mentir y falsear

Lo anunciaban este diario y otros en sus ediciones del pasado martes: el Partido Popular de Cataluña (PPC) va a poner en marcha, la semana entrante, una campaña para denunciar la “incompetencia”, la “parálisis”, la “ineficacia” y la “pasividad” del Gobierno de Artur Mas que, supuestamente engolfado en la quimera del pacto fiscal, tendría abandonadas sus obligaciones ejecutivas.

A fecha de hoy, no es mucho lo que conocemos sobre el contenido de dicha campaña. Pero, según adelantó Alicia Sánchez-Camacho, los populares catalanes piensan “divulgar” la inacción gubernamental de Convergència i Unió y su falta de impulso a “las políticas sociales, laborales, económicas y financieras”. Y, a tenor de lo dicho y escrito por el portavoz parlamentario Enric Millo, se tratará de explicarle a la ciudadanía que, en vez de “proponer soluciones para salir de la crisis”, el Gobierno catalán se dedica al cultivo “del victimismo y del lloriqueo de siempre”. A partir del próximo lunes, pues, el PPC va a combatir tales “falacias con argumentos, porque los catalanes tienen derecho a saber toda la verdad”.

Mientras espero impaciente esa verdad revelada desde el Sinaí de la calle del Comte d’Urgell, no puedo evitar la impresión de que el plan de trabajo esbozado por doña Alicia y don Enric para su inminente campaña resulta demasiado modesto, casi tímido, muy por debajo de las ambiciones de un partido que manda tantísimo en España y que, también en Cataluña, reivindica con tanta vehemencia la centralidad y el poder. Aquí van pues, gratis et amore, algunas ideas que, a mi modesto juicio, darían al despliegue propagandístico del PPC una eficacia, una credibilidad y un empaque irresistibles.

Si de lo que se trata es de subrayar la incompetencia del Gobierno catalán, no hay método mejor que el del contraste con la destreza gestora de otros Ejecutivos. Así pues, sugiero a la señora Sánchez-Camacho que organice a toda prisa un gran acto de masas en el Palau Sant Jordi —a ser posible, transmitido en directo por TV-3— e invite a él a sus correligionarios, los presidentes de Castilla-León (Juan Vicente Herrera) y de Madrid (Esperanza Aguirre), incluso al expresidente valenciano Francisco Camps, para que entre los tres aleccionen a los catalanes sobre cómo se administra una autonomía con rigor, veracidad y solvencia. Eventualmente, podrían traerse como refuerzo a don Antonio Beteta, hoy secretario de Estado de Administraciones Públicas y ayer consejero de Economía de la Comunidad de Madrid, capaz sin duda de darle sopas con honda a Andreu Mas-Colell en materia de contabilidad creativa y de camuflaje del déficit.

Tiene toda la razón el diputado Millo: ya estamos hartos de este Gobierno de lloricas y nenazas que solo sabe hacerse la víctima y reclamar, como un niño malcriado, esos 2.000 millones de euros, esa fruslería que la Administración central debe a la Generalitat y se niega a pagar. Aquí, lo que hace falta son gestores viriles, como los de Bankia; gente audaz que no se pare en barras a la hora de mentir y falsear cuentas de resultados, y que, si al final el castillo de naipes se cae, dejan —nos dejan— un agujero de tamaño proporcional a su grandeza: 20.000 millones de nada.

Discúlpenme el entusiasmo, pero es tal mi admiración ante lo sucedido con Bankia, que me atrevo a brindarle a la cúpula del PP catalán otra idea para su inminente ofensiva contra la “ineficacia” de Artur Mas: deberían montar en Barcelona un seminario sobre cómo salir de la crisis, cómo crear empleo y cómo hacer que fluya el crédito. ¿Los ponentes? Rodrigo Rato, Miguel Blesa, José Luis Olivas, la injustamente olvidada Mercedes de la Merced, etcétera. Ya puestos, podría asistir también al evento, en el papel de coro de la tragedia, lo más granado del palco del Bernabéu…

O sea que si la anunciada campaña del PPC se limita a unas vallas y unos eslóganes, no va a ser por falta de propuestas. Y luego doña Alicia dirá que no la quiero bien.

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