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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El tiempo como metáfora nacional

"El meteorólogo de guardia cumple también un papel de terapeuta y así, si hace frío, anuncia una posible subida de las temperaturas y si hace calor, un previsible descenso"

Ahora que vienen días y semanas de exaltación del espíritu nacional vía balompédica, de glorificación de una selección que encarna los valores de la patria, convendría que reparáramos también en la otra gran representación simbólica de España: los mapas del tiempo. El asunto cobra especial relevancia en un período de crisis prolongada de las instituciones que no solo afecta a los partidos políticos sino también al poder judicial, a la banca y a la mismísima Monarquía, que viven sus horas más bajas desde la Transición.

Todo mapa, en la medida en que acota la representación de un territorio, tiene un alto valor simbólico. Y los mapas del tiempo no solo no son menos metafóricos, sino que tienen además el valor añadido de la repetición. Todos los días, incluso varias veces al día, nos aparecen tras el telediario correspondiente como si fueran el escudo o la bandera nacional en unos espacios que han conseguido situarse entre los más vistos de toda la televisión. Esa representación, obviamente, no es neutral ni, por mucho que sea su rigor meteorológico, responde solamente a criterios de análisis y predicción atmosférica. Tiene también una acotación y una gradación que ofrecen una sutil lectura política. La primera carta del tiempo nos sitúa a España en primer plano, formando parte de Europa. A esta sucede otro mapa en el que aparece la España peninsular e insular ocupando toda la pantalla, como un todo, una unidad sobre la que diserta brevemente el comentarista de turno antes de pasar a una explicación más pormenorizada. Explicación que se fragmenta en la representación de las 17 comunidades autónomas en las que el régimen del 78 organizó el Estado. Sin embargo, sea por mor de rigor geográfico, pero también de sutil reunificación política, se nos muestran agrupados por bloques. Así Galicia se analiza unida al Principado de Asturias. El País Vasco con Navarra, sí, pero también, unido a Cantabria y, para que no haya dudas, anclado también a una Rioja de la que se olvida que geográficamente forma parte de la depresión del Ebro. Esa reagrupación de los territorios autonómicos evita también cuidadosamente todo lo que pueda evocar los llamados Països Catalans. Cataluña se analiza con Aragón. La Comunidad Valenciana aparece junto a Baleares, pero también con Murcia. Y así región por región, como dice el meteorólogo de turno.

Es difícil encontrar otra televisión europea que dedique más atención al tiempo que TVE, al punto de que llevada por su éxito de audiencia, ha conseguido recursos para desarrollar toda suerte de gráficas y colorines capaces de convertir a cualquier despistado en un experto en la materia.

Pero la cosa no acaba ahí, el meteorólogo de guardia cumple también un papel de terapeuta de los rigores y agobios sociales y así, si hace frío, siempre anuncia una posible subida de las temperaturas en los próximos días y si hace mucho calor, un previsible descenso en las jornadas siguientes.

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