Más tribu, menos resentidos
2.000 personas secundaron en Ourense el homenaje a la banda de Antón Reixa
La consigna resultó infalible, contra todo pronóstico. “A tribo toda baila” pasó de ser un verso suelto en Música feliz, himno crepuscular de Os Resentidos, a darle título al doble regreso en su treinta aniversario: un disco de tributo y el concierto que el sábado secundaron unas 2.000 personas en Expourense, según los promotores. La guerra en curso demandaba versos menos amables y el cancionero de Antón Reixa y compañía los tiene a puñados, pero el eslogan acabó pareciéndose bastante al escenario. La tribu se dio a sí misma un concurrido pero discreto homenaje.
Repasaron todos sus discos, sin excepción. Se llevó más minutos Fracaso tropical (1988) que cualquier otro, pero no quedó desatendida ninguna arista del repertorio. Cayeron los grandes éxitos, los temas más agrestes, los himnos tardíos y los hallazgos de su aventura latina. De todo, pero nada como entonces. Mientras interpretaban Sector naval, el sábado lanzaban confeti. En 1985 la munición era menos inofensiva: disparaban en solidaridad con los trabajadores de Astano.
Empezaron algo inseguros, como si faltasen ensayos, y con un ojo en el atril
Aparecieron de negro y casi puntuales, sobre las once y media de la noche, después de Novedades Carminha y O Sonoro Maxín. De los originales comparecían tres: Antón Reixa en la voz, Rubén Losada al saxo y Javier Soto con la guitarra. Como refuerzo estaban Xavier Camba (batería), Álex Salgueiro (teclados), Pablo Vidal (bajo), Anxo Graña (percusión y gaita), Rafa Fernández (guitarra), Manu Paino (vientos) y Roberto Sobrado doblando al presidente de la SGAE al micrófono.
Empezaron con Danza dos mil resentidos y a medio gas. Algo inseguros, como si faltasen ensayos, y con un ojo en los atriles. Así, solos, tocaron la mitad del repertorio: Adrede, Economía sumerxida, Por aquí, por alá, Abdul, Manda carallo, Tumbao y Galicia Express. El resto fue una romería. Un ir y venir de invitados, algunos más justificados que otros y no siempre acertados. Que Julián Hernández subiese (con chuleta) a hacer Camarada Sitting Bull era de libro, pero no salió bien. Encajó mejor Uxía Senlle al cierre con Música feliz, aunque pareciese inverosímil.
Alberto Torrado, el guardián de las esencias en Os Resentidos, fue el primero en subir para Galicia caníbal. A Xosé Manuel Pereiro le tocó Rock esquimal y aprovechó para deslizar unos versos de su hermano, el poeta Lois Pereiro (Narcisismo). Miguel Costas, de Siniestro Total y Aerolíneas Federales, se incorporó para cantar Alcohólica, y un eufórico Tonhito de Poi escoltó a Reixa en Sector naval.
Y así hasta la despedida: Xosé Manuel Budiño en Jei, Bieito Romero (Luar na Lubre) en Estamos en guerra, Luis Tosar y Piti Sanz con traje tradicional en Galicia Sitio Distinto, María Xosé Silvar (Sés) para Sex O`Clock y Xurxo Souto y Rómulo Sanjurjo en Cumbia china. Mucha tribu.
El público congregado en el recinto de Expourense parecía recordar mejor las letras, aunque también fue discreto. Bailó y coreó cuando tocaba, pero racionando el entusiasmo. Nadie se dejó la garganta rogando un bis. Tampoco hizo falta. Os Resentidos volvieron y encadenaron Atlántico, Están aquí y la segunda Galicia caníbal de la noche. Salieron todos a decir adiós, unos más derechos que otros y Julián Hernández en calzoncillos. Mientras se aplaudía, el 15M llenaba de nuevo docenas de plazas en el estado español. El líder de Os Resentidos no se acordó de los indignados. Si estamos en guerra, Expourense fue neutral.
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