El 15-M está vivo
Los manifestantes toman la plaza del Ayuntamiento de Valencia y obligan a recoger la ‘mascletà’ El concejal de Seguridad Ciudadana califica el acto de "barbarie"
Miles de personas salieron ayer a las calles de las tres capitales de la Comunidad Valenciana en una demostración de que el movimiento del 15-M, que ahora cumple su primer aniversario, sigue vivo. Cristina, una joven que participaba en la manifestación de Castellón resumió el espíritu que animó a los asistentes a echarse de nuevo a la calle: “El 15-M no puede desaparecer”.
La normalidad y la ausencia de acciones violentas caracterizaron la jornada. El único incidente se produjo en Valencia, cuando un grupo de manifestantes tomó la plaza del Ayuntamiento donde se había instalado una mascletà que se iba a disparar en honor de la Virgen de los Desamparados, que se celebra hoy domingo.
Los jóvenes, al grito de “Esta plaza es del pueblo”, derribaron las vallas que delimitaban el perímetro de protección para el disparo de fuegos artificiales y entraron en la zona restringida. Minutos después, una furgoneta de la pirotecnia Martí retiraba los kilos de pólvora para evitar cualquier accidente. Un grupo de manifestantes desplegó una tienda de campaña, pese a la prohibición expresa de la Delegación del Gobierno de celebrar acampadas en el aniversario del 15-M.
"El movimiento tuvo
Miquel Domínguez, concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Valencia, calificó el acto de “barbarie” e insistió en que la acción ha supuesto "un gran riesgo y una gravísima irresponsabilidad". La autorización con la que contaban los organizadores, según Domínguez, no estaba recogido el que ocuparan la parte central de la plaza. "La plaza del Ayuntamiento es muy amplia y los manifestantes tenían mucho espacio, pero han decidido, de manera irresponsable y arriesgada, desmontar a manotazos la mascletà", declaró.
Tras los hechos, representantes de los organizadores manifestaron que no suscriben lo ocurrido, aunque señalaron comprender las razones tras el cambio de ubicación de la mascletà. A su juicio, ha sido el Ayuntamiento el culpable al haber programado el disparo en la plaza como "provocación".
Más de 10.000 pesonas participaron en las diferentes manifestaciones convocadas en la Comunidad Valenciana. La más numerosa tuvo lugar en Valencia donde se dieron cita algo más de 8.000. En Alicante fueron 3.000 y en Castellón superaron las 1.500 personas. Las cifras de los organizadores y de la policía, como es habitual, difirieron de forma notable. El 15-M cifró la asistencia en Valencia en 30.000 manifestantes y las fuerzas de seguridad los redujeron a 4.000. En Alicante, los organizadores hablaron de 15.000 y la policía los rebajó a 1.800; mientras que en Castellón la horquilla estuvo entre los 3.000 y 800, según las fuentes. También en Elche se manifestaron algo más de mil personas.
Los jóvenes eran mayoritarios en todas las concentraciones, que se desarrollaron de forma festiva. La crisis económica, las críticas a los banqueros y el paro fueron los ejes de la mayoría de las reivindicaciones que, pese a demostrar que el espíritu del 15-M sigue vivo, no fueron tan masivas como las que se celebraron hace un año cuando la Spanish revolution llamó la atención de todo el mundo. Esta menor capacidad de convocatoria no desanimó a los asistentes.
"Estamos peor que hace un año"
El carácter festivo que los indignados imprimieron a las manifestaciones no ocultaba la preocupación de los manifestantes por la crisis económica y social. Antonio, 33 años y monitor de educación, se quejaba de la falta de afluencia a la manifestación: “Debería haber más gente. Estamos peor que hace un año, y lo que nos espera”. “El movimiento sigue vigente, mientras los recortes se hagan sobre la sanidad y la educación y no en la Iglesia o el Ejército”, añadió.
"Me he acercado a apoyar
Las marchas aparecieron salpicadas de banderas republicanas, que pusieron de manifiesto el descrédito acumulado por la Casa Real tras los episodios de la cacería en Botsuana y, sobre todo, el caso Urdangarín. Entre los gritos coreados por los jóvenes se pudieron escuchar lemas como “¡Urdangarín, a trabajar al Burguer King!”
Varias batucadas alegraron en Valencia una marcha distendida y multicolor. Caretas de Anonymous, camisetas contra los recortes en educación, pancartas contra la corrupción, lemas contra los banqueros y la amnistía fiscal y gritos contra Rajoy y Rubalcaba se alternaban en una especie de maremágnum. La escena la completaban los transeúntes, turistas e invitados de gala que esperaban la salida de los novios en iglesias como las de Sant Martí en la calle de San Vicente. Recién casados que eran saludados con aplausos de los manifestantes y gritos de “¡No te cases, únete!”, entre risas de unos y otros.
La secuencia continuada de manifestaciones contra la política de recortes llevada a cabo por el Gobierno de Mariano Rajoy explicaría la menor presencia de indignados que en otras ocasiones. Pero ello no fue obstáculo para la reivindicación de la validez del movimiento ciudadano.
Elisabeth, una joven de 29 años en el paro que se trasladó desde Madrid a Castellón “porque es más barato”, constataba que “por lo menos el movimiento sigue vivo. El año pasado vivía en Madrid y estuve en \[la plaza del\] Sol, pero hoy, pese a que Castellón es una ciudad pequeña, veo a mucha gente manifestándose y de todas las edades”. Cristina, también de Castellón, se sumó a la manifestación sobre la marcha: “Les he visto y me he acercado a apoyar porque el 15-M no puede desaparecer”.
Hernar Molpefeseres, profesora, explicaba que “hemos vuelto a las calles porque esta sociedad sigue siendo injusta. La justificación de porqué el 15-M sigue siendo válido era una constante entre los manifestantes. “Creo que en el último año, a pesar de la demostración de inconformidad ciudadana, no hemos logrado ninguna voluntad de entendimiento”, apunta Guillermo, un hostelero de 31 años, “pero tenemos que seguir luchando porque, aunque seamos muchas minorías, se gobierna para todos”.
David, 38 años, vecino de El Campello (Alicante), padre de tres hijos y en el paro afirmaba estar “indignado por todo y decepcionado con la raza humana. El 15-M tuvo y tiene sentido. La gente sale a la calle porque tiene hambre”. Alejandro, 41 años, trabajador metalúrgico amenazado por un ERE, defendía la justicia de las reivindicaciones del movimiento: “El 15-M tiene que seguir”. María, de 24 años, profesora de instituto, no contenía su rabia: “He venido porque estoy hasta los cojones de todo. Sobre todo de los recortes en Educación”. Nuria, profesora de instituto, menos explícita, pero igual de contundente: “No estoy de acuerdo con nada de lo que están haciendo”.
“Esta protesta es un impulso a la conciencia ciudadana ante el ataque de la democracia en el mundo”, destacaba en Valencia Diego González, un estudiante de 25 años, “exigimos que se haga efectivo el artículo de la Constitución que indica que la soberanía es del pueblo y que los gobierno no son los títeres de los mercados”, sentenciaba.
El hombre elige, el esclavo obedece, rezaba un cartel que portaban un grupo de jóvenes. “La situación es terrible y es importante reivindicar que queremos una solución”, recordaba Mireia, de 16 años, “eso sí: el pueblo seguirá quejándose. Nos tendrán que escuchar”.
Lemas acuñados hace un año: “No nos representan” o clásicos: “El pueblo unido jamás será vencido” fueron coreados por los asistentes a la manifestación en Valencia que iba encabezada por una pancarta en la que se podía leer Somos el 99%. Las consignas más coreadas en las manifestaciones fueron “No es crisis, es capitalismo”, “Políticos al paro, banqueros a la cárcel”, “Menos corrupción, más educación”, “Banqueros a prisión, tenemos la solución”, “Banqueros culpables, no más rescates”, “Banqueros al banquillo”, “A ti que estás mirando, también te están robando”, “Son maleantes, los que cazan elefantes”, “No es una crisis, es una estafa”. Las pancartas decían “La juventud, condenada a la miseria”, “Si no tenemos ninguno bueno, para que queremos un banco malo”. Los políticos de Compromís y Esquerra Unida se hicieron visibles en la cabecera de la manifestación, donde se pudo ver a las diputadas Mònica Oltra y Marga Sanz, entre otros cargos de las citadas formaciones.
Esta información ha sido elaborada por Joaquín Ferrandis, Alberto G. Palomo, Lorena Ortega y Santiago Navarro.
El protagonismo es de los ciudadanos
El escritor Vicente Verdú califica al Movimiento 15-M en su último libro, La hoguera del capital, como una iniciativa "emocional" que "sabe lo que quiere, pero es incapaz de proponer un deseo superador". Esta superación, no obstante, sigue presente. Al menos, en la intención de mantener su estructura horizontal que genera nuevas ideas.
Esta iniciativa popular, nacida hace un año sin intenciones de convertirse en partido político y con el “No nos representan” en cabeza, ha retomado a lo largo de estos meses —atravesados por dos comicios, municipales y generales— la concepción de la palabra “ciudadano”. Su explosión en la Puerta del Sol madrileña y su eco en casi todas las ciudades del territorio nacional supuso un revés a la metodología piramidal de hacer política. Muchas de sus propuestas llegaron a inocularse en los programas electorales de algunos partidos, como las listas abiertas en los grupos políticos o la reforma de la Ley Electoral. Y otras han salido a la luz después de haberse presentado en asambleas de barrio.
Un año después, este grupo regresa con varios ases en la manga. Tras las acusaciones de su desaparición al desmantelar las acampadas en las plazas, la profesora de Derecho Adoración Guamán explica que “el 15-M no puede desaparecer porque no es una organización, sino una politización de la vida cotidiana, un clima, una sinergia y un aprendizaje colectivo. A los poderes establecidos les conviene que pensemos que no hemos conseguido nada. Todo esto es lento, pero el cambio se está produciendo en el plano personal y va creciendo poco a poco”.
Esta alternativa se ha desarrollado en varios focos. Por un lado, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), constituida antes del 15-M pero ligada posteriormente a él, ha conseguido la paralización de más de 250 desahucios. Las comisiones de barrio han seguido manteniendo citas periódicas y, aunque los resultados electorales muestren una marea azul absoluta, algunos partidos pequeños han ascendido en número de votos. Según indica la Coalición Compromís, su resultado en las elecciones municipales de 2011 se multiplicó por 12. Una cifra que asocian a un movimiento social que “busca lo mismo” sin apropiarse “como grupo” de él.
Por eso, para la primera marcha del año convocada de forma global y como aniversario de este levantamiento popular, sus miembros apuestan por mantener ese espíritu de espontaneidad del que se apropió en sus inicios. “Lo importante es tomar el pulso de la gente. Percibir cómo se desarrolla la marcha y dejar que todo fluya”, recuerdan.
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