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El cierre del asilo de Pontevedra amenaza con desalojar a 160 ancianos

La orden religiosa clausura el centro con 100 años de antigúedad por falta de fondos

El asilo de ancianos de Pontevedra cierra sus puertas y pone en situación límite a sus casi 160 internos, que no tienen garantizado un nuevo destino. Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, propietarias del centro, anunciaron ayer a los familiares que en un plazo máximo de dos meses el edificio, en servicio desde hace más de un siglo, será clausurado porque la congregación no tiene dinero para acometer una reforma estructural y porque el descenso de las vocaciones lleva a que no haya suficientes monjas para hacerse cargo de los enfermos.

 Algunos de los familiares que asistieron al encuentro aseguraron que la congregación achacó de entrada el cierre al fin de un plazo fijado por la Xunta para modernizar las instalaciones. El Gobierno autónomo lo negó. “La Xunta envió a unos inspectores que hicieron unas recomendaciones para el bienestar de los usuarios, pero no se tomó ninguna medida cautelar ni se impusieron sanciones económicas. No hay ultimátum, es una decisión interna del asilo”, aseguró un portavoz. Uno de los abogados de la congregación, Jaime Fernández, confirmó que el cierre no les fue impuesto e incluso admitió que la Xunta había sido permisiva a la hora de exigir que las instalaciones se adaptasen a la ley de servicios de dependencia, pero aseguró que igualmente es necesaria una reforma “prácticamente completa” del edificio para la que no tienen fondos. También aseguró que no hay "ningún plan de futuro" para el centro, que quedará clausurado.

“Aún no he asimilado este bofetón, no podemos buscarnos la vida por nuestra cuenta”, protestaba amargamente por la tarde Miguel Ángel, residente desde hace cuatro años en el asilo junto a su esposa que desconoce si le podrán realojar, aunque espera que le puedan encontrar plaza en alguna de las otras instalaciones de las Hermanitas en la provincia en Cambados, Caldas o Tui. La Xunta, por su parte, avisa de que no los reubicará a todos. “El asilo no tiene una sola plaza concertada. Se podrían estudiar casos puntuales de personas sin familia, pero la mayoría tendría que seguir el proceso para reservar plaza”.

Con el paso de los años, algunas monjas de la congregación han pasado de encargarse de los ancianos a necesitar ellas mismas de los cuidados del personal. “De 14 que hay, ocho son inválidas”, comentaba Miguel Ángel. Menos de una decena de trabajadores contratados se repartían el cuidado de los internos en peores condiciones en la planta superior del edificio, a la que los residentes se refieren como “la enfermería”. “Hay muchos casos en los que las familias no se pueden hace cargo. Esto es un cristo”, describía.

Muchos de los familiares acudieron a la reunión sin conocer para qué se les requería. “Me llamaron el miércoles por teléfono para que viniese y solo me dijeron que era urgente”, se quejaba una mujer llegada desde A Coruña tras la reunión, que señaló que su familiar abonaba las tres cuartas partes de su pensión al asilo. Otra mujer, con cinco familiares, resumió el sentir general de los afectados. “El que más y el que menos está en shock”. Ahora planean organizarse para "hacer lo que haga falta” para detener el cierre o encontrar una solución al problema que se les viene encima. De momento han convocado para el lunes en el propio asilo otra reunión en la que analizar posibles alternativas. “Esta es una institución que no debe desaparecer de Pontevedra”, remachó.

El alcalde, Miguel Anxo Fernández Lores, lamentó el cierre, del que señaló que llega “en el peor momento posible” y volvió a reiterar la apuesta municipal por el sistema público de atención a los mayores, aunque recordó que el Ayuntamiento ha dado ayudas directas al asilo. También ofreció las instalaciones de la antigua residencia de la ONCE para reubicar a los afectados y ofreció a la Xunta terrenos para construir un centro público, según recoge Europa Press.

El presidente de la Diputación, Rafael Louzán, incidió a su vez en que el ente provincial destinaba 15.000 euros anuales al asilo por su “magnífica labor”. Se refirió, por otra parte, a las salas velatorias anexas al edificio. “Como locales públicos deberían reunir unas condiciones óptimas, pero cuando se entra parece un tugurio claustrofóbico”, criticó.

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