Os Resentidos preparan su concierto de regreso, el sábado en Ourense
“Ni nos fuimos por la pasta ni volvemos por la pasta”, insisten los músicos
El cuartel general de Festicultores en Conxo, a las afueras de Santiago, parece una romería. Es aún más difícil largarse que aparcar. O esperas turno o preguntas uno a uno de quién es el familiar, le importaría mover el rojo, que con un poco ya salgo, y así sucesivamente. A pelo, sin megafonía. Desde el portón de la finca se oye cantar a Xurxo Souto un estribillo: “Esquinas de amor urxente, tatuaxes e tacóns altos”... Más cerca se distingue también el hilo de voz de Antón Reixa: “Ai, que ten o chino de Vigo”. Hay una docena de músicos repartiéndose el oxígeno del local. Suena Cumbia china y en la puerta esperan Xosé Manuel Pereiro y Tonhito de Poi. Todavía no se van. Les toca entrar en un rato.
Os Resentidos fueron cinco, en distintas épocas y alineaciones. Solo Javier Soto, Rubén Losada y Reixa han aceptado el desafío: juntarse de nuevo para tocar el próximo sábado en Expourense. Hace 30 años de la ocurrencia y vuelven para promocionar A tribo toda baila, el disco de tributo que le ha dedicado una veintena de bandas gallegas. A Xavier Debesa no le apetecía, dicen que le van a echar de menos, y Alberto Torrado tampoco ha podido sumarse al núcleo duro. Soto lo disculpa: “Vive en Madrid y está muy liado, pero aparecerá en algunas canciones”.
“Reixa decía que estaba jodido pero no era para tanto: ha respondido muy bien desde el principio”, bromea Losada en una pausa del ensayo. “Nunca fui un gran cantante”, responde el otro, por alusiones. “Lo único que puedo garantizar es que ahora no canto peor. Otra cosa es cómo me aguante el cuerpo, pueden llegar a ser dos horas de directo”. Tras años de relación “fraternal pero discontinua”, desde marzo se vuelven a ver las caras al menos un par de veces a la semana.
Fueron cinco pero solo Losada, Soto y Reixa han aceptado el desafío
Juran que lo suyo no es un regreso. “Ni nos fuimos por la pasta ni volvemos por la pasta”, repiten. El de Ourense no será su último concierto este año, pero tampoco habrá otro tan concurrido. La banda se ha multiplicado. Recupera viejos aliados, como Xavier Camba, y recluta un combo de nuevos resentidos. Son Rafa Fernández, Manu Paino, Anxo Graña, Roberto Sobrado, Pablo Vidal y Álex Salgueiro. Una anécdota elocuente: “El otro día debatían apasionadamente la estructura de un tema mientras nosotros tres hablábamos de nuestras próstatas en el otro extremo del local”.
La tropa de invitados va a ser aún más numerosa, de ahí la romería. Estarán Xurxo Souto y Rómulo Sanjurjo, de Os Diplomáticos, y Xosé Manuel Pereiro, de Radio Océano. También Tonhito de Poi, líder de Heredeiros da Crus, y dos de Siniestro Total, Julián Hernández y Miguel Costas. De Di Elas irán Luís Tosar y Piti Sanz, y de Luar na Lubre, Bieito Romero. Completan Uxía Senlle, Xosé Manuel Budiño y María Xosé Silvar, vocalista de Sés. Carlos Blanco hará de chófer y abrirán el sarao dos de las bandas enroladas en el tributo: Novedades Carminha y O Sonoro Maxín.
Unos debaten sobre un tema mientras otros hablan al lado de sus próstatas
“Como no toco ningún instrumento ni canto bien, me he vuelto a ocupar del repertorio para justificar el salario”, explica Reixa. “Repasaremos casi todos los discos, desde Vigo capital Lisboa (1984) hasta Están aquí (1993), además de dos temas que estaban en el recopilatorio Delikatessen (1991): Economía sumerxida, que era una versión de Eddy Grant, y la sintonía del programa Sitio distinto. Primero las canciones más definitorias de lo que fueron Os Resentidos, incluida Galicia caníbal, luego las más rotundamente pop, después las hiphoperas y al final lo tropical”.
Hay unanimidad en el trío: el mejor disco fue el primero. “Sobre todo por la aventura de hacerlo”, dice Losada. Lo grabaron en 1984 en Lisboa. GASA, el que luego sería su sello durante 10 años, había puesto 200.000 pesetas. “Creíamos que iba a ser el último, por eso aparecemos todos en los créditos. Por si acaso. De coña, nos pusimos Expósito como primer apellido, y algún crítico creyó que éramos hermanos”, recuerda Reixa. “Creo que el peor fue el tercero, Música doméstica (1987). Había mucha presión después del éxito de Galicia caníbal”. El resto asiente.
Aquel sencillo de Fai un sol de carallo (1986) fue un récord de ventas. El primero y el último de la banda. “El otro día estuve en un local en San Sebastián y la pincharon dos veces”, dice Soto, “hay que reconocer que era un hit”. Los colegas de Reixa en la SGAE, añade, también lo recuerdan: Miguel Ríos, Rosendo Mercado, los de Duncan Dhu. Fuera de Galicia arrasó. Todavía los persigue hoy en día, aunque el disco favorito de la crítica fuese otro. “Si la gente hubiese escuchado el Jei (1991) en un bar de showgirls en Nueva York, como hice yo, con tipos metiendo dólares en los tangas, entendería que lo más emblemático no siempre es lo mejor”.
Todavía no saben si les influyó David Byrne o fue al revés. Losada insiste en que la línea de bajo de Minusválida la encontró “después, y no antes”, en una canción de Talking Heads, y Reixa asegura que ellos llegaron primero a la cosa tropical. Admiten a Cabaret Voltaire, Derribos Arias, Brian Eno y Devo como animales de compañía en la primera época, pero para tótem, el de Reixa: “Guardo como un tesoro unas declaraciones de Robert Wyatt, el de Soft Machine, al que siempre he seguido. Decía que en la música española le interesaban sobre todo dos cosas: la rumba y Os Resentidos”.
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