_
_
_
_
ENTREVISTA | VICENTE VERDÚ

“Tenía sentido votar a una ideología cuando la había, pero no ahora”

El economista, sociólogo y colaborador habitual de EL PAÍS ha ganado el Premio Temas de Hoy con 'La hoguera del capital'

Vicente Verdú.
Vicente Verdú.JOSÉ JORDÁN

 La hoguera del capital es un libro de escritura ágil que parece haber salido a su autor, Vicente Verdú (Elche, 1942) de un tirón, al menos en la primera parte. “Creo que ningún otro libro me ha resultado tan fácil, en la escritura, quiero decir, debe ser el oficio”, confiesa Verdú, economista, sociólogo y colaborador habitual de EL PAÍS y autor de más de 30 libros. Tiene numerosos ensayos en su haber, pero ninguno había ganado el Premio Temas de Hoy como este. Y, sin embargo, fue escrito en malas condiciones personales. “Buena parte de este libro lo hice en la agonía de un hermano mío que murió en diciembre”, recuerda. “Pero circunstancias como esta te hacen ver que hay cosas más importantes que tú mismo”, explica. “Y además tenía prisa por acabarlo, porque sabía que mi hermano me iba reclamar en cualquier momento”.

El libro está precisamente dedicado a Manolo Verdú, nacido, como su hermano Vicente, en Elche, aunque vivió y murió en Madrid.

Pregunta. ¿Tal vez por esas dolorosas circunstancias, cuando uno se pone en lugar del otro que sufre, da usted tanta importancia en el libro a la empatía, hasta dedicar un capítulo a la “empatía productiva”?

Respuesta. Eso fue más una enseñanza de mi mujer, a la que también tuve la desgracia de perder. Era muy empática y ayudaba mucho a la gente, no tanto por ser profesional de la Psicología como por esa asombrosa capacidad de empatía que tenía. La gente se sentía reconfortada con ella.

P. En el libro usted se refiere a la Gran Crisis como un “monstruo más emocional que racional”, pero sobre todo describe una gran transformación social y cultural en marcha, sin que haya una transformación política de igual calado.

R. La política como tal, tanto por su descrédito como por su ineficiencia misma, acabará disolviéndose en las propias relaciones sociales. Dejará de tener sentido una institución política en descomposición que proviene del siglo XIX. Por eso yo he dicho en el libro que cada vez tiene menos sentido votar a un partido y lo que hay que hacer es votar a las personas. Profesionales de cualquier campo que nos merezcan confianza. Y si se trata de votar ideologías, eso tenía sentido cuando las había, pero no ahora. Cuando ves que cambian sus programas según las circunstancias y con el solo propósito de cosechar votos tampoco hay posibilidad de ningún compromiso.

P. ¿No hay posibilidad de hacer política de otra forma?

“La política acabará disolviéndose en las propias relaciones sociales”

R. La sociedad está trufada de sugerencias, de ideas de convivencia y proposiciones muy concretas y parciales. La Red ofrece la posibilidad de denunciar o desmontar mentiras, ejerciendo un control que haría a la gente ser en realidad como un Parlamento. Las elecciones deberían hacerse en comunidades de cincuenta o sesenta mil habitantes, circunscripciones menores donde puedas saber qué votas y permitan unas condiciones objetivas de transparencia.

P. Aunque no se menciona como tal ¿no se está refiriendo en realidad a formas de democracia participativa adaptada a los cambios tecnológicos?

R. Eso que algunos autores llaman tercera revolución industrial, aunque de industrial queda muy poco, es una revolución de las tecnologías de la comunicación e información, que por tanto se refiere a las personas y no ya a las máquinas. Y creo que esta revolución triunfa porque acierta en el deseo de la gente, porque como es sabido, a la gente lo que más le gusta es la gente. Se dirá que es una comunicación simplificada. De acuerdo, cierto que no tienes una relación integral con otra persona, pero eso no pasa ni en la Red ni fuera de la Red. Lo de las parejas para toda la vida era muy costoso y conllevaba muchos problemas. Pasa lo mismo con la familia, con el trabajo o con la fidelidad a las marcas, porque antes nos comprábamos Seat toda la vida y ahora no. Esa misma infidelidad es la que se tiene a los partidos. Desaparecen los intermediarios.

P. Habla usted incluso de la muerte de la izquierda, pero si no me equivoco su corazón esta a la izquierda.

“No entiendo que se siga votando a quienes han actuado con tanto descaro”

R. ¿El mío? Si claro, claro. Pero es que la izquierda ha sufrido toda la derrota del comunismo. Y después no ha podido hacer frente a todas las políticas neoliberales proponiendo una alternativa de programas. Es más, la izquierda ha estado viendo pasar por delante de sus narices reformas ante las que no se ha sublevado. Se ha ido acomodando a esa misma estrategia de hacerse con el poder orientada por los sondeos de opinión para responder a los deseos de la gente. Y los líderes más o menos carismáticos, que servían de guías y eran figuras ejemplares, ya no existen.

P. La Hoguera del capitales un libro muy ambicioso en el que habla de casi todo y donde especialmente las mujeres adquieren un papel relevante.

R. Yo nunca he sido feminista, pero sólo por el hecho de que donde antes sólo estaban las opiniones y los juicios masculinos, se han vertido los juicios y la presencia femenina, la sociedad adquiere otro color. Esa diversidad supone una esperanza en sí misma. Y es también una esperanza porque las mujeres han sido siempre más empáticas, más emocionales, más afectivas.

“Triunfa la tercera revolución industrial porque acierta en el deseo de la gente”

P. A pesar de los efectos de la crisis, a pesar del descreimiento de la política, el libro parece optimista respecto al futuro.

R. Siempre me ha parecido simplón juzgar esta época como una degradación, o a la generación nueva como una degeneración. Creo que hay una evolución en el sentido de la prosperidad. La especie ha demostrado siempre que ha sido cooperadora, tratando de apoyarse unos a otros. Hasta hace poco parecía que los imperios se construían destruyendo al adversario y ahora la solución está en coaligarse con él. O negociar. Es el win to win, donde ganamos todos.

P. Una visión tan amplia como la de su libro ¿le permite reducir el foco hasta observar los peculiares efectos de la crisis en la Comunidad Valenciana?

R. Esta comunidad me resulta bastante incomprensible. No entiendo cómo puede seguir dándosele el voto a gente que ha actuado abusiva y fraudulentamente con tanto descaro, a pesar de las tropelías que cometían. Seguramente no lo entiendo porque habría que emplear otras claves que no son las que se ven en la superficie.

P. ¿Vuelve a menudo por Elche?

R. Todo lo que puedo. En Elche vive mi hermana y toda mi familia horizontal. Además, tengo un chalet en Santa Pola con el mar delante al que me gusta mucho ir. Encima me ha dado por pintar y me he hecho este verano un estudio que ha quedado muy bien.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_