Alzhéimer
Con tanto disparate de rabiosa actualidad, resultan comprensibles bastantes reacciones airadas del pueblo soberano
Con ciudades de la fiesta, que son una realidad que nos endeudó y de la cual se hubiese podido prescindir cuando existen otros huecos sociales que tapar; con tanta escuela taurina subvencionada por Administraciones provinciales; con tanto desvarío y tantos millones destinados en obras faraónicas a lo largo y estrecho de las tierras valencianas; con tanta crisis que flagela especialmente a las capas más débiles y sensibles de nuestra sociedad; con tanta palabrería hueca y tanto florilegio verbal, cargado de estupidez agresiva, que se dedican mutuamente nuestra alicorta socialdemocracia y nuestros altivos conservadores… con tanto disparate de rabiosa actualidad, resultan comprensibles bastantes reacciones airadas del pueblo soberano que deberían tener una relevancia especial en nuestros medios de comunicación valencianos, locales y autonómicos. Y sobran los ejemplos que, según nuestros clásicos, enseñan más que las palabras sutiles.
Ese otro día afirmaba públicamente una ciudadana castellonense, con progenitor afectado por el desmemoriado alzhéimer: “Ya no me preocupa el tema económico, ni los recortes ni las tremendas injusticias con que cada día nos desayunamos. Me preocupa mucho el estado mental y cognitivo de las autoridades que ordenan y dictan. Me preocupa muchísimo su inteligencia, porque de ella depende su capacidad de gestión”. Y se preguntaba luego por la posibilidad de que llegara un día en que la ciudadanía pudiera incapacitar, como incapacitan las enfermedades, a las gentes de vertiginosos sueldos y rocambolescas decisiones. El enfado, más que justificado de la mujer, lo había originado la orden de cierre por parte de la Consejería de Bienestar Social de un centro de día donde se atendía en la capital de La Plana a varias decenas de enfermos de alzhéimer desde hace 17 años. Las autoridades proponen trasladar a los enfermos a otras instalaciones sanitarias y asistenciales de la ciudad; unas instalaciones inauguradas hace varios años y —lo que no deja de ser otro disparate— que todavía no han entrado en funcionamiento, dicen, por falta de presupuesto.
Y es un simple ejemplo en este rincón valenciano como se dan tantos otros en esta nuestra geografía, tan machacada por la crisis, como hasta ayer mismo estuvo machacada por una disparatada euforia que jamás se correspondió con la realidad. Y la vecina de Castellón encontrará quizás un hueco asistencial para su familiar como posiblemente lo encuentre el resto de afectados por el irremediable alzhéimer. Aunque va a resultar mucho más difícil que los prebostes provinciales y locales de por aquí dejen de emplear a sus novias, con sustanciosos sueldos, como vicepresidentas de Diputación, o que esos mismos prebostes reduzcan, en estos tiempos aciagos de crisis, radicalmente sus suculentas asignaciones, superiores a las del jefe del Gobierno central. Sería un buen ejemplo, y una muestra de salud mental con capacidad para reconocer la realidad que no reconocen los enfermos de alzhéimer.
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