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MANUEL RODRÍGUEZ | Presidente de Metalships y Rodman

“La reducción del déficit va a colapsar la economía”

“Al naval le hizo daño la competencia por ver quién construía más”

Xosé Hermida
Manuel Rodríguez. / LALO R. VILLAR
Manuel Rodríguez. / LALO R. VILLAR

 A este recodo de la ría de Vigo no llega el barullo de los mercados. Aquí aún existe la economía real y su ruido metálico de ladrillos y grúas es el mismo que hace dos siglos. Paseando en medio de ese ajetreo, Manuel Rodríguez, sin traje ni corbata, fornido y resuelto, podría pasar por un operario más. Pero es el presidente y consejero delegado de Metalships, un astillero que, con casi todo el sector parado, entregó el viernes un nuevo buque de apoyo a plataformas petroleras. Es un gemelo del North Sea Giant, que el año pasado fue designado por una publicación del sector como el mejor barco del mundo.

Rodríguez recuerda que va a cumplir 70 años y, pese a todo, no piensa retirarse. Hace algún tiempo estuvo a punto de vender, pero ahí sigue al pie del cañón. Metalships tiene carga de trabajo hasta 2014 y el otro astillero del grupo, Polyships, compensa con la construcción de patrulleras la brutal caída del mercado de la náutica deportiva en España. Aunque el hombre que dirige todo esto tampoco se siente del todo a salvo de la tormenta. “El que lo esté, que levante la mano”, advierte con su natural rotundidad.

Pregunta. ¿Cuál es el secreto para salvarse de la quema?

Respuesta. No hay mucho secreto. Hay que estar activo comercialmente y saber que si antes hacías cinco ofertas para lograr un contrato, hoy necesitas 20. El comprador se para mucho a elegir, prácticamente subasta. Y algún astillero desesperado acaba contratando a precios fuera de mercado y quiebra.

P. ¿Ustedes también sufren por la crisis de los demás?

R. Afecta. En Galicia hay un sector que daba empleo a 15.000 personas y eso crea unas sinergias muy importantes. Un astillero es una empresa de síntesis y necesita muchísimos suministradores. Para empezar, diseñadores navales, y nosotros elegimos los mejores del mundo. Hay empresas de clasificación, que tienen que estar cerca del astillero para poder desarrollar su labor a un coste razonable. Y los proveedores y los que hacen los montajes.

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“Desaparecerán muchas empresas, sobre todo las peor gestionadas”

P. ¿Por qué se ha metido el naval en este hoyo?

R. Por muchas cosas. Primero, por falta de pedidos razonables. En Galicia ya solo quedan astilleros privados en la ría de Vigo. Y se montaron en su día por la demanda de los armadores de pesca. Pero ya ha dejado de existir. Ahora se hacen barcos para fuera y no para pesca ni siquiera mercantes —mucho más baratos en Corea del Sur y en China— sino barcos muy sofisticados. No podemos competir con gigantes coreanos como Hyundai, Daewoo o Samsung, que hacen barcos seriados y con muchos menos costes, no solo porque los salarios sean un 20% más bajos sino porque tienen una productividad muy alta. Por eso aquí lo que hacemos son barcos muy sofisticados y que no están seriados, hay que desarrollar el proyecto. Si se logra, se entrega el barco y se gana dinero. Y si no… pues hay que cerrar, como le ha pasado a tantos.

P. ¿Se puede vivir sin tax lease [incentivo fiscal suspendido por Bruselas]?

R. Perfectamente… si los demás no lo tienen tampoco, claro. El Gobierno anterior no enfocó el asunto adecuadamente y no pensó que íbamos a estar 10 meses sin un sistema que ahora hay en toda Europa menos en España. El Gobierno actual aún lo tiene que reenfocar y no sabemos lo que puede tardar. La Xunta, con el presidente y el conselleiro de Industria, está ayudando todo lo que puede, pero no es de su competencia, sino del Gobierno y de Bruselas.

P. ¿El destrozo será muy grande si sigue demorándose?

R. Sí, los astilleros están cerrando uno tras otro. Y los políticos actuales no son sensibles a esta situación.

“Muchos de los mejores operarios ya se han ido a otros sitios”

P. ¿Es el declive definitivo del naval?

R. Nada es definitivo salvo la muerte, pero ya lo tenemos a día de hoy. Muchos de los mejores operarios ya se han ido a otros sitios. La situación es muy grave. Van a desaparecer muchas empresas y sobre todo las peor gestionadas.

P. ¿Aquí también ha habido una especie de burbuja?

R. Muchos dicen que en el sector financiero lo que primaba era ganar más dinero y yo digo que lo que primaba era estar de primero en el ranking, porque eso le permitía ganar más a los directivos con sus bonus. En el naval pasó algo parecido: “Yo hago cinco barcos al año y tú solo uno”. Pero si no entregas los barcos a tiempo y entonces pides más personal, al precio que sea… Aquí se subió el coste de las auxiliares al 50%. Y con esa demanda brutal hemos tenido huelgas con la reivindicación de un aumento del 11% de los salarios. Y espantábamos a los clientes porque teníamos demasiados. Ahora estamos en “virgencita que me quede como estoy”. Pero ya es tarde. Se hizo mucho daño con esa política de “soy el que más construye”.

P. Usted ha sido de los pocos empresarios gallegos que entró en la capitalización de la caja. Y el único de Vigo.

R. En Vigo somos especialistas en criticar lo que hacen otros y no hacer nada por nuestra parte. Vigo lo construyeron nuestros ancestros, nosotros hemos hecho poca cosa. Yo no soy el capitalista que tiene que invertir en la acciones de un banco, dejémonos de bromas. Aquí hay media docena de ejemplos: don Amancio, Rosalía Mera, Jove, Fernández Somoza, Tojeiro… Pero aporté mi granito de arena. No tenía ningún compromiso con nadie, fue un “todo por la patria”. La cantidad de dinero necesaria para capitalizar el banco está fuera del alcance de los empresarios de aquí.

“Entré en el capital sin compromisos, fue ‘todo por la patria”

P. La dirección transmite que sí puede captar fondos de origen anglosajón.

R. Tengo en la más alta estima al presidente de Novagalicia Banco [José María Castellano] por lo que hizo en Inditex o en Ono. Ahora, si tiene que venir un fondo americano, que venga de una vez. Lo que estoy pasmado es que teníamos dos cajas magníficas y ahora juntas…. Han dado lugar a una cosa bastante necesitada.

P. Hubo mala gestión.

R. Por separado, las dos cajas mantuvieron el mismo tipo de gestión en los últimos años cuando la situación de mercado había cambiado mucho. Antes dabas un crédito de 600.000 euros para un piso y no pasaba nada, porque al año siguiente ese piso ya costaba más. Pero ahora la situación es catastrófica. La mayoría de las cajas, excepto la Kutxa, La Caixa y alguna más, están en la misma situación Lo que había que hacer es reducir el capital a cero, incluido el que ha metido el Banco de España en las entidades, y hacer una nueva ampliación. Pero el Banco de España pretende vender sus acciones. ¿A quién, a alguien que no vea los libros?

P. ¿Le preocupa el coste para Galicia de que la entidad desaparezca?

R. La entidad resultante de la fusión tiene el 40% del mercado gallego. Y a todas luces hay una interlocución mejor cuando un empresario quiere hablar con un directivo de Novagalicia Banco que es de aquí que con otro que a lo mejor su jefe está en Francfort o simplemente en Madrid.

“La reforma laboral es insignificante mientras no haya crédito y mercado”

P. ¿Cómo vivió el proceso de fusión?

R. Yo fui seis años vicepresidente de la Caja de Ahorros Municipal de Vigo y debí de ser el único en la historia que dimití. Conocí consejeros de la casa que llevaban 50 años. El propio presidente [Julio Gayoso]  llevaba 55 y sigue todavía. Posteriormente me invitaron a ser consejero de la Corporación Financiera Caixa Galicia, acepté y ahí sigo, aunque eso se tiene que terminar porque las empresas se vendieron para generar plusvalías. A lo mejor había que haber fusionado al que tenía hambre con el que le sobraba comida o viceversa. Pero fusionar al que tiene hambre con el que tiene ganas de comer y además con las duplicidades de red… En estas circunstancias hubiese sido mejor buscar alguien de fuera, cada una por su lado.

P. ¿Aunque se perdiese la galleguidad?

R. Ya está perdida. Estamos implorando que venga alguien, de EE UU, de China o de Australia, a comprar esto. ¿Dónde está la galleguidad?

P. ¿Ve algún motivo de esperanza para salir de la crisis?

R. Hemos confiado en países de la UE como colaboradores y resulta que no lo son. Son competidores. La situación es muy mala y la tendencia a empeorar. ¿Cómo se sale? De dos maneras lamentablemente contradictorias. Estamos en manos de nuestros acreedores, que dicen que no nos pueden prestar más si no hacemos tal y tal... Y aun haciendo tal y tal, nos suben el precio porque les da la gana. Esos fondos de inversión que compran deuda soberana está gobernados por unos ejecutivos cuyo salario y gratificación depende de los beneficios. Y nos machacan, porque se dedican a eso. A la vista de nuestros acreedores no somos unos clientes de pago seguro y tenemos que acabar con el déficit. Pero hacer esa barbaridad de ponernos en superávit nos va a colapsar toda la economía y además no seremos capaces de lograr el superávit porque ingresaremos menos. Lo que hay que hacer es vender activos ociosos. Y eso es lo que debería hacer España, las diputaciones, la Xunta, los ayuntamientos… Vigo tiene no sé cuantos edificios y no hay dinero para mantenerlos… Pues que vendan la mitad. Es la única manera de enjugar el déficit sin estrangular la economía.

P. ¿La reforma laboral va a solucionar algo?

R. Como en muchas otras cosas, tenemos que homologarnos con nuestros competidores. A corto plazo va a aumentar el paro pero puede dar algún confort a nuevos inversionistas. En ese sentido va a ser beneficiosa, pero es una cosa insignificante. Para contratar gente tiene que haber flujo de crédito y mercado, y no los hay.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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