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OPINIÓN

¿Uno más y cuatro más?

Si otra alternativa rompe el sistema de tres partidos en Galicia, el PP puede salir ganando

Cuando un gallego va por la calle sabe que si él no vota al PP, el que viene de frente es probable que sí lo haga. Por eso Manuel Fraga tuvo y retuvo la mayoría absoluta, y por eso mismo la tiene ahora Alberto Núñez Feijóo. El PP no sólo fue venciendo en todas las elecciones gracias a que unos señores de Ourense montan a los ancianos en unos taxis y les dan previamente sus papeletas. Tampoco gana porque hayan metido a primos, sobrinos y demás familia en la Xunta. O porque hayan asfaltado incluso las cunetas. No, el PP gana porque al menos hasta ahora la gente quiso que ganase. Confió en el PP gallego, en Fraga y en Feijóo. Es posible que arañase votos gracias al control de muchos medios de comunicación y a sus políticas clientelares, pero eso no evita reconocer que el PP de Galicia es un gran partido.

¿Y la oposición? Desde hace casi veinte años, el sistema de partidos en Galicia tiene tres grandes operadores: además del PP están PSdeG-PSOE y BNG. Tendríamos que remontarnos a 1990 para encontrar en el Parlamento a otras fuerzas políticas: por aquel entonces PSG-EG (dos escaños) y CG (otros dos). No debe de ser fácil, pues, alterar este esquema tan sólido y consolidado, pero no falta quien lo intente desde el nacionalismo. ¿Es posible? Sí. ¿Es probable? Quizá algo menos. ¿Es deseable para el PP? Sin duda. ¿Contribuye a una alternativa progresista? Es posible pero no probable. ¿Por qué? Siendo realistas, si un nuevo partido surgido desde la otra orilla del PP no alcanza el 5% todo su esfuerzo sería inútil en términos de escaños, y si fuese capaz de superarlo en alguna provincia, con un buen candidato -pongamos por caso a Beiras, que es un gran líder- podría ser que sumase un diputado en su demarcación y su partido restase tres o cuatro al BNG en las otras provincias, lo cual beneficiaría al PP para asegurar su mayoría absoluta.

¿Entonces no puede haber alternativa al actual sistema? Claro que sí. Y quienes pueden coincidir en un nuevo proyecto —pensemos en Teresa Táboas, Rafael Cuiña…— tienen valiosas cualidades y todo su derecho a hacer política, pero también deben valorar el alcance de su decisión. ¿Son ellos entonces los responsables potenciales de una nueva mayoría absoluta del PP? En absoluto. La gran responsabilidad recae en el PSdeG-PSOE y en el BNG, que si demuestran a los electores que son una alternativa de gobierno coherente pueden volver al poder. En otras palabras, si BNG y PSdeG-PSOE transmiten a la ciudadanía que el cambio que proponen es creíble, seguramente otros partidos minoritarios no lograrán siquiera representación, como lleva pasando desde 1993, pero si su alternativa se descafeina es más que posible que obtengan vistosos resultados fuerzas políticas como Esquerda Unida, sobre todo en A Coruña, otra hipotética fuerza nacionalista, o incluso UPyD.

La izquierda en Galicia sabe gobernar pero no es capaz de presentarse ante los electores compartiendo una propuesta sugerente de cambio, algo así como lo que hizo en su día el socialista Pasqual Maragall antes de ganar las autonómicas en Cataluña. En otras palabras: Pachi Vázquez y Francisco Jorquera, cuando menos, deben demostrar lo mismo: que tienen una alternativa conjunta y razonable para el futuro de Galicia. Aunque después pierdan. Y para ello pueden hacerse no solo fotos juntos, sino incluso lanzar mensajes explícitos, en clave de país, y prácticos, mediante la recuperación de algunas alcaldías para la izquierda, como Fene o Ponteareas, donde pueden sumar más que el Partido Popular.

Hoy por hoy, el PP de Alberto Núñez Feijóo sigue siendo el gran favorito, pero la voracidad de la crisis puede lastrar su exitosa carrera política. Su problema no es de imagen, es de gestión política y económica. Y todo lo que viene a corto plazo no trae consigo buenas noticias para la gente, con lo cual es previsible que aumente su cabreo, sin que sea fácil intuir cómo se va a comportar ante las urnas.

Por el contrario, para el PSdeG-PSOE es probable que haya pasado lo peor y que de ahora en adelante vaya recuperando posiciones, si sabe combinar con acierto la crítica razonada y la presentación de alternativas. Más difícil de prever es el futuro del BNG, cuya división interna se ha saldado con muchos riesgos. Continúa siendo la gran marca del nacionalismo pero ya no tiene dentro a quien fue su otra marca: Xosé Manuel Beiras.

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